Posted by: Andrés Pascual
Pedro Chávez pertenece a una legión relativamente amplia de ex peloteros amateurs cubanos, que decidieron no saltar, porque tenían buenos trabajos, como Quinco Rodríguez con K-Listo Kilowatts o Mario González y Carlos Balvidares con la Compañía Cubana de Electricidad; otros, como Antonio “Ñico” Jiménez y Raúl “Guaguita” López, porque, a pesar de presentarse a cuanta prueba les brindaron los clubes de la Liga Cubana y los Cubans Sugar Kings, aparentemente, los instructores de esos “tryouts” no les veían el extra para triunfar en el circuito rentado, en el caso del ex jugador del Atlético de Santiago, se dice por lesion en una rodilla, otra version es que decidió no irse y se quedó con el bono.
Alternativamente también se comenta que Pedro Chávez, asimismo ex jugador del Círculo de Artesanos en la Unión Atlética, de La Salud en la Liga de Quivicán o de Occidentales, Industriales y Habana en Series Nacionales castristas, no aceptó una proposición del Almendares, porque “su mamá tenía problemas mentales y él era el sostén”. Yo lo vi y creo que hubiera podido jugar profesionalmente; aunque no me arriesgo a pensar en las Grandes Ligas como parada final en el intento, eso hubiera tenido que demostrarlo; pero de que era bueno, lo era.
En 1966 Manuel Alarcón, un pitcher mejor que Pedro Luis Lazo y que casi todos los de 1972 a la fecha, fue suspendido en la Regional Oriental por hacerle gestos obscenos al público en Camaguey. La sanción alcanzó a la Serie Nacional y al equipo de Castro a Puerto Rico ese año. El serpentinero era el pitcher preferido del tirano.
Cuando regresó en 1967, los Orientales, combinados con Camaguey, fueron a un juego de desempate contra Industriales para buscar el campeón de la Serie Nacional. El partido se recuerda porque el pitcher ganador, poco antes de que se iniciara el encuentro, vaticinó su victoria con “que cierren La Trocha (zona de festejos en Santiago de Cuba) y que salga el cocuyé (comparsa símbolo de los carnavales de la ciudad)”
Industriales era un equipo superior a los Orientales, más completo y de más picardía en el terreno, con mejores jugadores, comenzando por el propio Chávez, que le bateó 2 hits a Alarcón en el juego que concluiría 3-2 por los paisanos del dictador. Por Industriales lo peor fue el manejo del pitcheo, pues le arrancaron el brazo a Lumumba Garcia y casi a Hurtado.
El equipo azul fue dirigido por Fermín Guerra (en la foto al centro cuando dirigió al campeón Occidentales en la 1era Serie, 1962) y llegó a tener entre 9-11 juegos de diferencia en el primer lugar; sin embargo, se produjo una caída catastrófica que ni la de los Filis en 1964: los abridores no duraban ni los relevos aguantaban ni los fildeadores retenían las pelotas ni aparecía el cohete que hacía falta para decidir un juego. De un día para otro, el Industriales se convirtió en un garete generalizado.
No mucho después, en 1969, se conoció que Pedro Chávez “trabajó” la animadversión contra el manager Fermín Guerra a fin de crearle el problema al legendario ex catcher y ex director del Almendares que, además, le facilitaría a los Orientales la victoria en el juego de desempate, porque sabía que Castro quería esa victoria para pisotear a La Habana. El Isleño tuvo que cargar la culpa hasta por la derrota de Marrero contra Canónico 25 años antes y desapareció del circuito de las Series Nacionales
El problema lo originó un bistec que le autorizaron al Isleño como dieta en Isla de Pinos y ese día comenzó el trabajo de Chávez para crear inconformidad por el privilegio, resultando en la entrega de la ventaja y la cesion del campeonato.
Después a Fermín lo mandaron de entrenador de jóvenes al terreno Ciro Frias, en Arroyo Naranjo, bajo la supervisión del ex pitcher profesional Ernesto “Chico” Morillas, nada raro, sino porque Morillas era del G-2 activo en el INDER y Fermín tenía "santo hecho" y le gustaba hablar más de lo indicado.
Chavez, por su parte, continuó su ascenso, que le llevó a dirigir equipos de Castro a eventos internacionales de mayores y juveniles.
Se entiende que Pedro Chávez se oponga sin razonamientos públicos ni lógicos a la contratación de jugadores cubanos, como también se entiende que lo haga Germán Mesa por lo mismo: son resentidos contra una posibilidad que ellos, de forma diferente, rechazaron en sus momentos.
En 1966 Manuel Alarcón, un pitcher mejor que Pedro Luis Lazo y que casi todos los de 1972 a la fecha, fue suspendido en la Regional Oriental por hacerle gestos obscenos al público en Camaguey. La sanción alcanzó a la Serie Nacional y al equipo de Castro a Puerto Rico ese año. El serpentinero era el pitcher preferido del tirano.
Cuando regresó en 1967, los Orientales, combinados con Camaguey, fueron a un juego de desempate contra Industriales para buscar el campeón de la Serie Nacional. El partido se recuerda porque el pitcher ganador, poco antes de que se iniciara el encuentro, vaticinó su victoria con “que cierren La Trocha (zona de festejos en Santiago de Cuba) y que salga el cocuyé (comparsa símbolo de los carnavales de la ciudad)”
Industriales era un equipo superior a los Orientales, más completo y de más picardía en el terreno, con mejores jugadores, comenzando por el propio Chávez, que le bateó 2 hits a Alarcón en el juego que concluiría 3-2 por los paisanos del dictador. Por Industriales lo peor fue el manejo del pitcheo, pues le arrancaron el brazo a Lumumba Garcia y casi a Hurtado.
El equipo azul fue dirigido por Fermín Guerra (en la foto al centro cuando dirigió al campeón Occidentales en la 1era Serie, 1962) y llegó a tener entre 9-11 juegos de diferencia en el primer lugar; sin embargo, se produjo una caída catastrófica que ni la de los Filis en 1964: los abridores no duraban ni los relevos aguantaban ni los fildeadores retenían las pelotas ni aparecía el cohete que hacía falta para decidir un juego. De un día para otro, el Industriales se convirtió en un garete generalizado.
No mucho después, en 1969, se conoció que Pedro Chávez “trabajó” la animadversión contra el manager Fermín Guerra a fin de crearle el problema al legendario ex catcher y ex director del Almendares que, además, le facilitaría a los Orientales la victoria en el juego de desempate, porque sabía que Castro quería esa victoria para pisotear a La Habana. El Isleño tuvo que cargar la culpa hasta por la derrota de Marrero contra Canónico 25 años antes y desapareció del circuito de las Series Nacionales
El problema lo originó un bistec que le autorizaron al Isleño como dieta en Isla de Pinos y ese día comenzó el trabajo de Chávez para crear inconformidad por el privilegio, resultando en la entrega de la ventaja y la cesion del campeonato.
Después a Fermín lo mandaron de entrenador de jóvenes al terreno Ciro Frias, en Arroyo Naranjo, bajo la supervisión del ex pitcher profesional Ernesto “Chico” Morillas, nada raro, sino porque Morillas era del G-2 activo en el INDER y Fermín tenía "santo hecho" y le gustaba hablar más de lo indicado.
Chavez, por su parte, continuó su ascenso, que le llevó a dirigir equipos de Castro a eventos internacionales de mayores y juveniles.
Se entiende que Pedro Chávez se oponga sin razonamientos públicos ni lógicos a la contratación de jugadores cubanos, como también se entiende que lo haga Germán Mesa por lo mismo: son resentidos contra una posibilidad que ellos, de forma diferente, rechazaron en sus momentos.
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