Los hijos de los poderosos son diferentes. El poder heredado les brinda la facultad de hacer o no hacer algo que incluso estuvo vedado o despreciado por sus progenitores. En el caso cubano, llama la atención que eso que en otra época pudo haber sido considerado un acto de herejía, sirve ahora a los objetivos del régimen. Por ellos mismos, ni Fidel ni Raúl Castro habrían podido librarse del reproche de la represión homosexual, no importan las declaraciones, los premios repartidos a escritores que recuerdan el pasado y convenientemente olvidan el presente o los recorridos internacionales otorgados a ciertas víctimas. Llega Mariela y cambia las reglas del juicio: ahora el régimen cuenta con una heroína propia, que lucha no solo contra el pasado homofóbico sino exhibe el presente del castrismo light, progre y amable. Antonio Castro no reivindica el golf, como juego más allá de la imagen burguesa, sino busca convencer que la isla es un lugar ideal para practicarlo, si se cuenta con el dinero
suficiente. En ambos casos el objetivo es el mismo: no son hijos rebeldes sino que obedecen a nuevas rutas. A diferencia de Corea del Norte, la sucesión no se traza a través del rumbo partidista o la carrera funcionaria. No se trata de un camino único —el coronel Alejandro Castro Espín— representa la vía tradicional, pero es una alternativa válida para el régimen. El tiempo dirá si este sendero que se bifurca, y que de momento cumple un objetivo común, arribará a un resultado idéntico.
suficiente. En ambos casos el objetivo es el mismo: no son hijos rebeldes sino que obedecen a nuevas rutas. A diferencia de Corea del Norte, la sucesión no se traza a través del rumbo partidista o la carrera funcionaria. No se trata de un camino único —el coronel Alejandro Castro Espín— representa la vía tradicional, pero es una alternativa válida para el régimen. El tiempo dirá si este sendero que se bifurca, y que de momento cumple un objetivo común, arribará a un resultado idéntico.
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