MIAMI, Florida, 5 de abril de 2013. En Cuba ningún suceso de connotación política es casual, mucho menos inocente, ni puede hablarse de cabos sueltos por pura espontaneidad. Eso es para los bobos. Detrás de cada acción de ese tipo está la mano del aparato de inteligencia moviendo fichas con precisión milimétrica, en función de alcanzar objetivos estratégicos planificados con total rigor. ¿De qué les hablo específicamente?
Por ejemplo, de la inesperada presencia en la isla del pitcher de grandes ligas José Ariel Contreras , la salida al exterior de prominentes opositores (Yoani Sánchez, Berta Soler…), la reciente visita de una delegación de ocho congresistas americanos, que incluyó entrevistas con Raúl Castro y otros dirigentes del régimen, el concierto en un barrio habanero del cantante exiliado Issac Delgado, junto al confesado castrista Silvio Rodríguez y, por último, el viaje de “paseo” a la Perla de las Antillas de la prestigiosa cantante y compositora estadounidense, ganadora de 17 Grammys, Beyoncé, acompañada de su esposo, el también famoso rapero Jay-Z. Si se fijan, todos estos eventos tienen una supuesta razón de ser declarada que enmascara el verdadero motivo responsable, que queda oculto o pretenden esconder.
Revisemos lo expuesto ante la opinión pública: Contreras viajó por razones familiares, los opositores han salido a cuenta de la apertura o las reformas migratorias implementadas por el castrismo, los congresistas americanos fueron a la isla interesados en la situación de Alan Gross, Issac respondió a una invitación personal de Silvio y Beyoncé y su esposo están celebrando su quinto aniversario de bodas… ¿Qué nice, verdad? Pero la motivación escondida detrás de todos estos eventos concatenados, y no desperdigados, comienza en las solapadas operaciones estratégicas asumidas por el aparato de la Seguridad del Estado, preparándose a toda carrera para afrontar el futuro luego de conocer la gravedad de la salud del gobernante subvencionador, Hugo Chávez, y que su desenlace sería la muerte.
Los Castro no tienen opción ni alternativa de reactivar la quebrada economía totalitaria. Sobreviven de modo parásito, del subsidio multimillonario que aún le sacan a Venezuela. Pero sin Chávez esa regalía va a desaparecer en el corto plazo. Ellos son los mejores informados de esa situación inmodificable, y solo les queda la pretensión de agarrarse de otra ubre. La tabla salvadora a la que le han echado el ojo, y luchan hasta con las uñas por clavarle los colmillos, es el exilio de Miami, para que le sirva de puerta de entrada al bolsillo de Estados Unidos.
No tienen otra opción, repito. Ese interés les exige la adopción de medidas que mejoren su imagen y calcen la propaganda de que están cambiando el rumbo de la dictadura hacia reformas liberalizadoras. Esas acciones implican que deben tragarse algunos buches amargos, como la salida al exterior de los opositores, pues es de los males el menor. De lo contrario, discriminando a sus adversarios políticos, pondrían en peligro la credibilidad de las medidas migratorias. Tales medidas les garantizan un incremento del flujo de divisas por concepto de remesas, y además la posibilidad de resquebrajar la política del embargo y, ya de paso, la oportunidad de que la administración Obama tenga justificación a mano para ir desmontando el vetusto, y criticado globalmente, conflicto bilateral.
Por detrás también juegan con el chantaje a Estados Unidos, dejándoles saber que si el régimen se desploma de golpe ello los empujaría a la temida realidad de tener que entrar con los marines y obligatoriamente intervenir militarmente Cuba, para controlar el éxodo desestabilizador de la Florida y evitar que la isla se convierta en refugio y base operativa del narcotráfico y el terrorismo internacional, que aprovecharían el problemático litoral que comparten ambas naciones para atacar o introducir sus mercancías en territorio americano. Nada, que no podemos caer de ilusos. Toda acción dentro del castrismo tiene una cínica y manipuladora explicación no reconocida públicamente por sus artífices de Villa Marista.
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