Leonel Alberto Pérez Belette/
Finalmente, el viejo Hemingway tenía razón: hay simpatizantes de los nazis en Cuba. Desde hace algunos meses, una boutique con nombre “Colección Habana”, situada en el casco histórico, ofrece artículos nunca antes vistos la Isla; ni siguiera en los amplios vericuetos del mercado subterráneo: Nada menos que puñales adornados con el águila imperial y la esvástica fascista.
¿Error mantenido, ignorancia, un extraño caso de fanatismo o enfermedad mental? ¿Quién sabe? En todo caso, ¡le zumba el mango!, porque la tienda en cuestión está situada muy cerca de una de las pocas sinagogas sefaradí de esta capital.
Se trata de reproducciones, con excelente manufactura, del mítico puñal que cobrara fatídica fama entre la oficialidad de la infantería de las fuerzas armadas de Adolf Hitler, durante la II Guerra Mundial, y en especial como arma reglamentaria de la Gestapo.
Desde hace cinco meses, los puñales son ofrecidos por unos 80 dólares, como piezas decorativas, para coleccionistas, fundamentalmente cubanos de alto nivel adquisitivo. Según los empleados, “se vende bien el macabro producto, junto a armas similares y espadas romanas, napoleónicas, zaristas y de otros periodos históricos”.
Una de las dependientas afirmó:
“Quedamos sorprendidos por la novedad. Está mercadería se suele encargar por los comerciales al por mayor; no nos enteramos de qué se trataba hasta que llegó a la Isla y abrimos los huacales. Muchos de nosotros quedamos sorprendidos y hasta indignados, pero nadie se ha atrevido a protestar, porque la proveedora es una empresaria española muy amiga del señor historiador Eusebio Leal. La tienda está bajo la tutela de la Oficina del Historiador de La Ciudad (OHC)”.
Es necesario aclarar que la OHC es una extensión del Consejo de Estado; entidad que durante años se ha dedicado a ensayar, en los predios de La Habana Vieja, muchos de los cambios políticos, económicos y sociales que luego el gobierno ha llevado al resto de la nación.
Paralizados ante las vitrinas, no pocos clientes se han mostrado notablemente ofendidos y surgen opiniones encontradas:
“Prohibir el comercio de piezas alusivas al fascismo es un error, según algunos, pero de ahí a que sean promocionados los horrores del holocausto en comercios estatales, a sabiendas de que las jóvenes generaciones son el sector de mercado más probable… ¿Qué le pasa a Eusebio, a sus asesores y comerciales? ”.
El tema adquiere tonos políticamente sensibles debido a que el régimen cubano mantiene en prisión a Alan P. Gross, un ciudadano estadounidense de origen judío, al cual acusan de llevar alta tecnología a la isla para que la comunidad judía allí pueda acceder a Internet.
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