En una rueda entre amigos en Miami hablamos que lo de meterse a disidente no solo viene estimulado por la facilidad de visado en las Embajadas y las (a)cogidas en universidades extranjeras; también está el hecho de que el gobierno cubano lleva más cómodo a los disidentes que a humildes cuentapropistas de barrio. El gobierno cubano, en su afán por no ser percibido como extremista, no le grava los dólares que ganan escritores cubanos como Miguel Barnet y la propia Yoani Sánchez, y sin embargo en el pueblo de Bauta acaban de acaballar a un amigo con una multa porque dicen que declaró 50 pizzas de menos. Consejo para Felito Dientefrío: Funda un partido opositor, y ponte a vender croquetas que por acá te defendemos como seguidor de Martí.
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