lunes, enero 07, 2013

El paciente No. 1 en el Objeto 20 del CIMEQ

Cimeq - Google Earth
Juan Juan Almeida
Desde que el presidente venezolano permanece ingresado en La Habana, las conjeturas sobre su salud parecen revertirse en contra de los sectores más conservadores, y socavar la credibilidad de empresas serias dedicadas a la comunicación. No es casual, es un plan muy bien urdido; porque como decía mi abuela “En un juego de paciencia, debes pensar como un hombre que actúa, y actuar como un hombre que piensa; cuando se agotan las salidas, lo mejor es una estrategia”

Del estado de salud del presidente Hugo Chávez, creemos que sabemos mucho pero lo desconocemos todo. Es pura y llana manipulación, de un lado, tenemos a este reducido grupo con acceso al mandatario que hábilmente ha decidido dosificarnos la verdad por ganar tiempo y legislar; y del otro, aquellos que, conscientes o inconscientemente especulan con la información.

El gobierno cubano es experto en manejar el hermetismo para con él impulsar el estruendo mediático y beneficioso enigma que siempre crean la muerte y la inmortalidad. Su bunker por antonomasia, es el cuasi inaccesible, impenetrable y tenebroso “Objeto 20”, enclavado en el laberintico hospital CIMEQ, construido bajo el gusto del gigantismo estalinista.

De audaz ingeniería y espantosa decoración, desde el año 86 el Objeto 20 es un templo a la creencia egipcia de la vida después de la muerte. Una construcción  adjunta al hospital CIMEQ pero con autonomía propia, edificada con el fin de satisfacer el ego y la paranoia del poder y la seguridad. Mi experiencia con ese lugar es tormentosa; por ello, mi opinión personal, más que una seducción, representa una amenaza.

El objeto 20 es una especie de santuario. Cuando entramos por el sótano, vamos directo a un spa diseñado respetando el ridículo gusto de quien guarda la añoranza por las noches del otrora Moscú comunista. Paredes gruesas, insonorizadas y forradas por inmensas lajas de piedra Jaimanita oscurecen la piscina de dimensiones olímpicas, a la que nunca llega el sol; al costado un gimnasio equipado al grito de moda italiana que permanece en desuso y oscuro, sigue un espacio de musicoterapia, dos baños de vapor, un sauna, dos piletas para baños de contraste, un jacuzzi, un equipo para hidromasaje, y un área para solazar tensiones, con una despensa bien surtida. Todo esto es observado por cuatro guardias que permanecen en alerta, frente a las cámaras del circuito cerrado.

Saliendo por la retaguardia se encuentra una cancha de squash; y una pista para atletismo. Como el spa es de puntal muy alto, este lugar no tiene primer piso, en el segundo están situados los salones de terapia intermedia e intensiva. Y en el último y tercer nivel, después de una habitación de escoltas, una sala-enfermería y un pantry, hay 5 cuartos de ingreso desde los cuales, y a través de un amplio cristal (de alto impacto y fabricación alemana) que siempre mantienen impoluto y con visión de un solo lado, se aprecia un lindo paisaje con árboles de yagruma.

Al estratégico fortín devenido en centro de relaciones político-internacionales, sólo se puede acceder tras obtener el autorizo de la oficina del General Raúl Castro. Y por si fuera poco, cuando hay un paciente High class o VIP, como es el caso; ni médicos ni enfermeras, personal de servicio, escoltas, telefonistas; absolutamente a nadie se le permite contactar con amigos ni familiares, mucho menos con el exterior. Los comentarios que salen, o los lanza el gobierno cubano para dominar la opinión, o son chocarreros inventos.

De algo pueden estar seguro, el mandatario venezolano es el paciente mejor atendido del planeta, con productos que van incluso más allá del mundo de la medicina y la farmacopea. Un equipo competente trabaja por su mejoría sin desfallecer. Saben que si el líder bolivariano muere en La Habana se cuestionaría de inmediato las causas del deceso, crea divisiones dentro de las filas del ALBA y destroza la poca fiabilidad que va quedando del sistema de salud cubano. 

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