Hablando a estudiantes universitarios en Yenan/ kingsacademy.com |
Aparece Chiang Kai-shek, un militar que al principio es aliado de los comunistas pero al que le basta (un tipo sensato sin duda) un viaje a la Unión Soviética para comprender que tiene que deshacerse de los comunistas. El 12 de abril de 1927 emite una orden de arresto contra los comunistas. Sus tropas asaltan todos los bastiones comunistas en Shanghai y abren fuego contra los que ofrecen resistencia. Matan alrededor de trescientos comunistas. Muy pocos a todas luces.
Pero el gran error de Chiang Kai-shek fue no matar a Mao. Tenía que haberse concentrado exclusivamente en matar a Mao. No existía nada más importante. Es lo único que tendría que haber hecho: matar a Mao. En Cuba pasó lo mismo. Batista, por sobre todas las cosas, tenía que haber matado a Fidel Castro. Eso lo hubiera convertido en el gran benefactor de Cuba. Pero no lo hizo. Una verdadera lástima.
Mao, mientras Chiang Kai-shek consolida su poder al frente de los nacionalistas, ha conseguido hacerse con un pequeño ejército de bandoleros. Se dedica a saquear y asesinar. Sólo ha participado en una batalla, de lejos, a través de unos prismáticos. Los soviéticos, que desconfian de él, comienzan a apoyarlo pues aprecian su falta de escrúpulos. Cada vez que Mao y sus bandoleros llegan a un pueblo o a una pequeña ciudad, saquean lo que pueden y asesinan a los “burgueses” en la plaza pública después de someterlos a variadas torturas. Mao, generalmente, se instala en la casa de alguno de los “burgueses” que ha matado. A Mao le gusta el lujo y la comodidad. Bebe mucha leche y todos los días consume un kilo de ternera cocida y un pollo entero.
“Puedo comer y cagar mucho”, dice.
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