Por Andrés Pascual
Confieso que, a pesar de haber sido siempre un defensor incondicional de Maravilla Martínez, creí que Julito podría ganarle anoche en Las Vegas, craso error de cálculo, porque el veterano, uno de los 4 mejores boxeadores del mundo, todavía está entero.
El argentino ganó 11 rounds en los que el hijo de Chávez lució francamente ridículo: le dio cuanto quiso y por donde quiso al mexicano, sencillamente lo toreó con una clase maestra de toreo boxístico.
La velocidad de Maravilla es legendaria ya, tan rápido como sus piernas son sus manos y se mueve tirando con maestría y cálculo milimétrico, lo mismo ripostando que fajándose.
Por el uso del jab siempre está en distancia y porque camina el ring perfectamente está en el radio a su favor.
Sin embargo, Julito no subió con plan alguno a pelear, o no oye ni entiende lo que le planifican: a los zurdos no se les puede dejar salir de las sogas ni quitarle la derecha constante de arriba, manual de kindergarten.
Tengo la impresión de que el fallo estuvo en Roach, que no pudo imponerle su personalidad al boxeador que, se oyó por el micrófono, mandó a callar a alguien debajo con la voz muy parecida a la del dueño de la fábrica de trofeos de Trainer del Año.
Pleitos como el de anoche son los que hacen recordar los 15 rounds de duración, porque, en el 12, por un buen rally a 24 segundos de terminar el asalto, el argentino estuvo al borde del nocao y Julito, que no pudo ni supo rematar, escaseó del tiempo para concretarlo al estilo antiguo y el paisano de Bonavena logró sobrevivir. Pero pasado es pasado y perdió por abrumadora diferencia…
En el boxeo hay que tirar para poder ganar, no se puede vagar por el ring durante 33 minutos persiguiendo a un contrario que no cesa de golpear, solo para ver si “lo atrapo el que viene”, porque los rounds tienen duración y a veces se puede a medias, como la segunda parte del 12, pero puede faltar el tiempo, la resistencia, la distancia y el instinto homicida del rematador, como sucedió, para poder virar una diferencia monstruosa en las tarjetas e imponerse por nocao.
¿Por qué Julito no usa el jab? porque nunca ha entendido el ABC de la cartilla, que dice que ese golpe es el arma que no solo lastima y suma puntos, sino que establece la distancia de un boxeador y sin distancia no se puede tirar, porque no hay comodidad ni se intuye el lugar para hacerlo, entonces amaga, guarda y no tira, menos cuando se está enfrente de un fenómeno como el argentino.
Pero el Junior, que brindó un bonito y espectacular round 12, no podía ganarle a ese hombre, sencillamente, no podía.
Sin embargo, lo que sí pueden y deberían, es buscarle otro trainer, cualquiera, que, con seguridad, va a resultar más provechoso que ese fraude con 5 trofeos regalados.
Confieso que, a pesar de haber sido siempre un defensor incondicional de Maravilla Martínez, creí que Julito podría ganarle anoche en Las Vegas, craso error de cálculo, porque el veterano, uno de los 4 mejores boxeadores del mundo, todavía está entero.
El argentino ganó 11 rounds en los que el hijo de Chávez lució francamente ridículo: le dio cuanto quiso y por donde quiso al mexicano, sencillamente lo toreó con una clase maestra de toreo boxístico.
La velocidad de Maravilla es legendaria ya, tan rápido como sus piernas son sus manos y se mueve tirando con maestría y cálculo milimétrico, lo mismo ripostando que fajándose.
Por el uso del jab siempre está en distancia y porque camina el ring perfectamente está en el radio a su favor.
Sin embargo, Julito no subió con plan alguno a pelear, o no oye ni entiende lo que le planifican: a los zurdos no se les puede dejar salir de las sogas ni quitarle la derecha constante de arriba, manual de kindergarten.
Tengo la impresión de que el fallo estuvo en Roach, que no pudo imponerle su personalidad al boxeador que, se oyó por el micrófono, mandó a callar a alguien debajo con la voz muy parecida a la del dueño de la fábrica de trofeos de Trainer del Año.
Pleitos como el de anoche son los que hacen recordar los 15 rounds de duración, porque, en el 12, por un buen rally a 24 segundos de terminar el asalto, el argentino estuvo al borde del nocao y Julito, que no pudo ni supo rematar, escaseó del tiempo para concretarlo al estilo antiguo y el paisano de Bonavena logró sobrevivir. Pero pasado es pasado y perdió por abrumadora diferencia…
En el boxeo hay que tirar para poder ganar, no se puede vagar por el ring durante 33 minutos persiguiendo a un contrario que no cesa de golpear, solo para ver si “lo atrapo el que viene”, porque los rounds tienen duración y a veces se puede a medias, como la segunda parte del 12, pero puede faltar el tiempo, la resistencia, la distancia y el instinto homicida del rematador, como sucedió, para poder virar una diferencia monstruosa en las tarjetas e imponerse por nocao.
¿Por qué Julito no usa el jab? porque nunca ha entendido el ABC de la cartilla, que dice que ese golpe es el arma que no solo lastima y suma puntos, sino que establece la distancia de un boxeador y sin distancia no se puede tirar, porque no hay comodidad ni se intuye el lugar para hacerlo, entonces amaga, guarda y no tira, menos cuando se está enfrente de un fenómeno como el argentino.
Pero el Junior, que brindó un bonito y espectacular round 12, no podía ganarle a ese hombre, sencillamente, no podía.
Sin embargo, lo que sí pueden y deberían, es buscarle otro trainer, cualquiera, que, con seguridad, va a resultar más provechoso que ese fraude con 5 trofeos regalados.
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