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Desde el sitio de Ichikawa
Gustavo Silva
El periodista y escritor británico Nicholas Wapshott —uno de los biógrafos de Margaret Thatcher — dio a imprenta Keynes-Hayek (Norton, 2011, 400 páginas) para demostrar que la economía moderna se definió por el choque entre ambos. John Maynard Keynes (1883-1946) se encumbró con A Treatise on Money (1930), pero el profesor más joven de la Escuela de Economía de Londres (EEL), Lionel Charles Robbins (1898-1984), discrepó con Keynes en el Comité Macmillan de Finanzas e Industria, que buscaba salidas a la recesión. Keynes se enfureció con Robbins y este subió la parada: trajo de Viena, como conferencista visitante, al economista y filósofo Friedrich August von Hayek (1899-1992), quien reseñó en el número del verano de 1931 de la revista Economica (EEL) aquel tratado de Keynes para darle la triple estocada de descuido en la definición de términos, conclusiones gratisdatas y déficit de lecturas de la literatura continental.
Este último sablazo venía con filo político, porque la Escuela Austríaca se oponía al uso keynesiano de la política fiscal y monetaria para regular demanda, producción y empleo. Hayek sostenía que semejante «activismo» empujaba hacia la inflación y tachaba a los bancos de entusiasmarse en tiempo de vacas gordas —dando créditos en demasía— y al Estado de mitigar los errores derivados del atracón crediticio en contra del libre mercado. Keynes replicó en los mismos términos académicos de Hayek: definición poco rigurosa de los términos, fallas en la inferencia lógica desde las premisas a las conclusiones, y lecturas insuficientes, sobre todo de la propia obra keynesiana.
Al parecer Wapshott se pasa de rosca enfocando esta polémica como determinante, porque Keynes aplastó a Hayek, quien se volvió marginal en economía y tuvo que afincar su prestigio académico en los puntales filosóficos de la política y el derecho, que no guardan mucha relación con la teoría del capital elaborada por la Escuela Austríaca. Para 1970 el keynesianismo entró en crisis por la inflación galopante y Hayek regresaría al tinglado gracias sobre todo a la Dama de Hierro. Dice Wapshott que Thatcher sacó de su bolso y puso sobre el tapete una copia de Constitution of Liberty (1960), pero su política económica derivaba más bien de Milton Friedman (1912-2006) y la Escuela de Chicago. La confesión de Thatcher de haber leído por vez primera a Hayek siendo estudiante en Oxford —donde presidió la Asociación Conservadora en 1946— deja claro que se trata del Hayek filósofo y en particular su The Road to Serfdom (1944), que Wiston Churchill no vaciló en esgrimir como arma intelectual contra la izquierda. La economía tiene mucho de lógico instrumental para jugárselo todo al libre mercado.
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