Luis Manue knock down Chico Vejar [1960] |
Por Andrés Pascual
Históricamente, la televisión americana ha tenido predilección por los
peleadores que “tiren mucho”, por lo que se tiene que suponer que no ha sido
una imposición nacida en las exigencias reclamatorias de la forma como combate
el boxeador mexicano ni mucho menos la presencia de estos en el circuito pagado
de hoy con frecuencia.
Cuando
los programas de “Viernes de boxeo de Costa a Costa” solo se televisaban hacia
Cuba y los narraban cubanos (Felo Ramírez, Cuco Conde o alguien que residió y
trabajó mucho tiempo en Cuba, Buck Canel), cuando el firmamento pugilístico
solo tenia como atracciones a los americanos y después a los cubanos, con algún
mexicano, méxico-americano, venezolano o argentino de etiqueta como Salas,
Becerra, Pascualito, Arias, Ratón, Artie Aragón o Sixto Escobar, los conceptos
sobre boxeo eran otros, más reales, más justificados y mucho mas serios que
hoy.
A
nadie se le ocurría decir que algún país superaba a Estados Unidos, porque
Cuba, la segunda potencia pugilística hasta 1969, una vez que cayó del pedestal
Inglaterra, estaba a 1,000 años luz de los americanos, tampoco alguien osaba,
como hacen los mexicanos hoy, colocar, digamos que a Chávez, como “lo mejor de
la historia del boxeo”, cuando hay, bien documentados, posiblemente 150 ó más
superiores a este boxeador entre americanos, sin contar ni a Mantequilla
Nápoles ni a Duran ni al único peleador que se comportó como Robinson en las
divisiones pequeñas: el carioca Eder Joffre ni a Monzón ni a Gavilán ni a Zulueta ni a Luis Galvani ni a
Luis Manuel ni a Horacio Acavalho ni a Kid Tunero…todos y varios más
autorizados a darle lecciones de lo qué es el boxeo a Chávez y a cuanto
mexicano ha peleado en estelares desde Azteca.
Pero
el negro americano dejó de boxear y el castrismo impuso “sus ventajas” en el
país que, en cuanto al boxeo, han sido censurar el profesionalismo, liquidar la
clase histórica e imponer otro que se combinó con el soviético para contaminar
el estilo americano, única referencia posible a la hora de señalar la calidad
pugilística.
Entonces México, que se mantuvo en su nivel de producción sin adelantos
técnicos dignos del boxeo arte-esgrima, a pesar de que la influencia de Kid Rapidez
como trainer y la capacidad técnica de Ultiminio, Mantequilla o Baby Luis, que
fueron tan buenos porque Cuco Conde les supervisó para que mantuvieron su
estilo facturado en Cuba, asimiló alguna influencia cubana en los gimnasios,
copó los titulares, los programas y los starbouts, en Los Ángeles sobre todo,
porque la ausencia antillana y la poca participación americana de interés
desde finales de los 60’s en las
divisiones de peso welter junior hacia abajo, se lo permitieron.
¿Qué es
un peleador mexicano? ¿Acaso un miembro de una escuela de este deporte? No,
porque el boxeo solo admite escuelas temporales, la vieja o la nueva y todo lo
otro son “estilos”: fajador o su contraparte, la riposta. Lo de estilista puede
ser cualquiera de los dos si se hace con inteligencia, con técnica y con
elegancia, la razón de la grandeza de Robinson estriba en que fue el mejor
boxeador de riposta y el mejor fajador que ha existido, con la elegancia más
absoluta posible, de acuerdo a cómo necesitara emplear el ataque o el golpeo
devolviendo bajo fuego de iniciativa enemiga.
El
peleador mexicano, para su boxeo de fajadores eminentes, tiene la técnica
rudimentaria de este tipo de estilo, en la que se puede sacrificar la cartilla
a favor de conectar, pero exponiéndose al castigo brutal que dejará huellas en
la cara, en el cerebro y en el alma por el riesgo.
Durante
los 50’s en Cuba peleaba un peso pluma experto en desbaratar mexicanos en su
propio estilo: Pupy García salía a matar o a que lo mataran y sus bouts contra
aztecas fueron épicos, pero ganador casi siempre, solo Lauro Salas, un ex
campeón mundial, pudo contenerlo, porque el cubano confrontó problemas
tremendos con el peso y subió cayéndose de lo débil, no obstante, se mantuvo 10
rounds de pie, sin chistar y tirando; sin embargo, un año antes, “la maravilla
oriental de una sola mano”, Ciro Moracén, no solo le ganó a Salas, sino que lo
ridiculizó a base de jabs y de uppers desde un solo ángulo, porque la otra casi
le era inútil y solo la empleaba para aguantar y quitarse de encima al
contrario ¿Acaso pudiera decir alguien que Pupi García “pertenecía a la escuela
mexicana”? No, ni Arturo Gatti ni Beau Jack ni Lou Amber ni Hank Armstrong ni
Carmen Basilio ni Gene Fullmer ni Micky Ward, ni Benny Kid Paret ni… sencillamente,
fueron fajadores a tiempo completo, algunos cirujanos en oportunidades. Pero
México nunca ha estado preparado para
producir artistas del cuadrilátero por circunstancias de esa pasión nociva,
veneno para la inteligencia, que algunos llaman nacionalismo.
Ahora,
“los Científicos del Ring” de antes tiraban mucho, porque eran boxeadores
completos, no peleadores de callejón sin argumentos de interés para el
respetable público.
Porque
tiraba mucho, Paret era figura casi permanente en los programas del Garden que
se televisaban; por eso un verdadero maestro como Luis Manuel Rodríguez también
frecuentaba con generosidad el programa de la Catedral del Boxeo, a pesar de
que fue un verdadero estilista de la defensa, del uso del jab y de las combinaciones;
por eso Orlando Zulueta también estaba allí “a la hora señalada” y ni hablar de
Gavilán, pero Carlos Ortiz y Laguna también acudían a menudo a la cita en la
casa de Tex Rickert durante los 60’s.
Hoy
continúa la política de presentarle al público a boxeadores “que tiran mucho”,
por eso los mexicanos copan el PPV indiscriminadamente y es muy difícil ver a
boxeadores de verdad en Las Vegas, porque el público actual no le abre espacios
a los virtuosos del pugilismo como hacia antes, aunque no es menos cierto que
el virtuosismo escasea en el boxeo de hoy.
Los boxeadores cubanos de reciente edición,
con clase estelar para copar el PPV, tienen que recuperar el estilo de antes de
Castro, en el que la velocidad se combinaba con el golpeo constante desde la
media distancia, pero, sobre todo, tienen que ir más a la fajazón y al infight
y dominar a base de uppers a los mexicanos que, siempre ha sido así, reciben
por arriba, pero, por el hambre histórica que pasan (de comida, no de éxito),
son débiles por abajo, donde cualquier golpe bien colocado al plexo los
lastima, los afloja y los tira.
Si
hubiera justicia en el boxeo de hoy, a pesar de que el grueso de los
gladiadores cubanos está en la Isla, solo con estos que andan por aquí y a los
que ya no saben qué acciones hacerles para sacarlos del deporte, seria
suficiente para que se caigan unos cuantos mexicanos, lo que quiere decir que
unos cuantos programas de PPV en Las Vegas o donde sea. La ratificación está en
que prueben a hacer las cosas como deben a ver qué pasa desde las promotoras en
el poder.
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