lunes, marzo 26, 2012

Pérdidas y ganancias: la jugada de la Iglesia en Cuba

Cubanálisis El Think-Tank/  Antonio Arencibia
Hay que empezar por decir que las visitas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI son, para muchos, dos eventos tan inusuales que un periodista extranjero ha dicho de Cuba:

Se trata de un país de paradojas en el que un Papa excomulga al presidente y otros dos Papas lo visitan como si nada hubiera pasado”.

Pero eso no basta para explicarlos, y mucho menos cuando es vox populi considerar al primero de los Pontífices visitantes como uno de los responsables del derrumbe del comunismo en Europa del Este.

¿Por qué entonces el Papa Wojtyla viajó a Cuba en 1998 y convirtió en política del Papado las relaciones con el castrismo? ¿Fue esto algo realmente nuevo? En realidad no. Juan Pablo II seguía la estrategia que inició Pablo VI en 1966 y 1967, de contactos a alto nivel entre el Vaticano y la Unión Soviética, cuando recibió al canciller soviético Andrei Gromyko y al presidente de la URSS Nicolai Podgorni

Esa política, llamada ostpolitik, (acercamiento a los regímenes comunistas), la aplicó Karol Wojtyla durante sus casi 27 años de Pontificado, y recogió como fruto un mejor desempeño para las funciones de la Iglesia en Rumania, Hungría y Polonia, desde antes de la caída del Muro de Berlín. Y tras el derrumbe de los regímenes comunistas en Europa pudo constatar que el catolicismo también se fortalecía en Albania, Montenegro y Ucrania.

En 1989 y 1990 muchos apostaban a que el castrismo se derrumbaría de un momento a otro, igual que sus “hermanos del campo socialista”, pero la Iglesia Romana, con sabiduría de siglos y paciencia solo comparable a la de los chinos, no creía que el régimen estuviera en sus momentos finales, y jugó a ganar espacios en Cuba a mediano o a largo plazo. Por eso el Papa polaco siguió aplicando el “acercamiento” cuando recibió a Castro en el Vaticano en 1996 y aceptó su invitación personal de viajar a la Isla.

Ese objetivo de ganar espacios se ha cumplido, pues en los 14 años transcurridos entre aquella y esta visita de un segundo Papa a Cuba el número de religiosos en la Isla se ha duplicado, y según opina el corresponsal internacional del National Catholic Register, de Estados Unidos:

El jugar un rol conciliador le ha propiciado al Vaticano tres ventajas [en Cuba]. La Iglesia ha ganado espacio operacional y físico para expandir su presencia en la Isla. Segundo, [el cardenal] Ortega ha arbitrado conflictos, con lo que cumple la misión de la Iglesia (…) lo que le da un papel que es reconocido tanto en el país como en el exterior. Y finalmente, y quizás de mayor importancia, al proyectarse a largo plazo, el Vaticano está sentando bases que ayudan a facilitar una transición post-Castro no violenta.

Pérdidas y ganancias de la Iglesia Romana

La visita de Benedicto XVI a la Isla ocurre en momentos en que la Iglesia Católica Romana ha visto el éxodo de su feligresía hacia otras denominaciones cristianas, como los evangélicos, y en todas partes hay escasez de sacerdotes. Hoy en día numerosas mujeres consideran la Iglesia un bastión de la desigualdad, por su oposición doctrinal a la contracepción y la no aceptación del sacerdocio femenino. También encuentra gran rechazo la oposición católica al uso de preservativos (condones) en momentos de gran difusión del SIDA, que afecta especialmente a la India y a numerosos países de África.

El celibato obligatorio a los religiosos se ve por muchos como un absurdo, y otros lo consideran causa, incluso, del abuso sexual a menores. Como consecuencia de maniobras para tratar de ocultar tan repugnante delito, la jerarquía eclesiástica se ha visto muy desprestigiada, especialmente en Estados Unidos, e incluso en un país tan católico como Irlanda.

Por otra parte en Europa, en medio de la crisis, la Santa Sede siente crujir el piso de sus viejos privilegios económicos, y ahora por primera vez en Italia, otro país de fuertes raíces católicas, tiene que pagar contribuciones por sus propiedades no destinadas al culto. En España ya muchos plantean gravar algunas propiedades de la Iglesia, para que el peso de los duros recortes presupuestarios que tiene que hacer el gobierno de Rajoy no recaiga solo en los menos favorecidos.

El Papa actual ha viajado principalmente por Europa, y en América solo había visitado Brasil, considerado el país con mayor número de católicos en el mundo, y Estados Unidos. El viaje a México y a Cuba ha sido el primero a países americanos de lengua española en siete años de Pontificado.

En México, tras 11 años de gobierno del conservador Partido Acción Nacional, la Iglesia ha recogido algunos frutos al empezar a transformarse el estado laico que surgió de la Revolución Mexicana. Antes de la llegada de Benedicto XVI, la Cámara de Diputados había aprobado la modificación del artículo 24 de la Constitución, que autorizaba los actos religiosos solamente en los templos, otorgando ahora a los ciudadanos

el derecho de practicar individual o colectivamente, tanto en público como en privado, las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo”.

Por eso, antes y después de la visita, hay un debate entre los mexicanos por el temor a que se llegue a sustituir la educación cívica por instrucción religiosa en las escuelas públicas, y a que la Iglesia establezca poderosos medios de comunicación para lograr esos propósitos.

Mientras eso ocurre en el clima democrático azteca, el régimen de La Habana, -sin necesidad de debates-, ya ha autorizado lo que hasta que lo apruebe el Senado todavía no es ley en México. Raúl Castro ha dado el visto bueno a que la Iglesia Católica lleve a cabo actividades religiosas públicas en torno a los santuarios, y a que organizara una excepcional procesión que recorrió toda Cuba preparando el ambiente para una exitosa visita del Papa alemán al santuario de El Cobre.

Eso deja las puertas abiertas a la Iglesia Católica para impulsar en la Isla el proyecto mundial de “una nueva evangelización” propuesto por el ahora Beato Karol Wojtyla.

Lo que va de Wojtyla a Ratzinger

A la Sucesión raulista, que aspira al máximo de control social para transmitir el poder a perpetuidad al Partido Comunista, no le afecta la evangelización católica, porque no atenta contra ese poder. Como se basa en un evangelio de paz, el catolicismo reforzaría en Cuba valores que han entrado en crisis tras medio siglo de tiranía.

No robarás, no matarás, no mentirás, serán inculcados al pueblo, pero solamente un iluso esperaría que en los púlpitos se fustiguen la corrupción y el latrocinio de los funcionarios del régimen y su responsabilidad por reprimir disidentes o dejar morir a presos políticos y comunes.

Pero es que hay muchas diferencias entre la Cuba de 1998 y la de estos días de marzo de 2012. Entonces todavía muchos cubanos creíamos en el “ya vienen llegando” de Willy Chirino: criterio que -como sabemos- no compartía la Santa Sede. El Papa polaco era una figura todavía vigorosa, con verdadero prestigio mundial: el propio Comandante asistía a sus misas y se eclipsaba habilidoso a un segundo plano. En cada misa de campaña de Juan Pablo II hasta los más incrédulos percibían una atmósfera de esperanza.

Hoy, un anciano y enfermizo Papa alemán, el de más edad en ese cargo en el último siglo, llega a un país donde solo se le conoce de nombre por la machacona propaganda, un visitante más de los centenares que han pasado por Cuba. No tiene la personalidad de Wojtyla, se trata de un Pontífice pusilánime que en este “remake” de visita papal estará acompañado por Raúl Castro, el mediocre jefe de la gerontocracia sucesoria.

No nos dejemos engañar por la participación más o menos multitudinaria del pueblo: la esperanza que llega es para la Iglesia. Los cubanos van a aprender que para ellos lo que “viene llegando” es más de lo mismo, pero ahora con estampitas, agua bendita y procesiones.

Préstamos, regalos, declaraciones solemnes y revelaciones anteceden y ocurren en esta segunda visita de un Papa a Cuba. Se trata de la exposición de un atril de madera y concha usado por un capellán de Cristóbal Colón; la devolución de un cocodrilo sacado de contrabando de la Isla; la inesperada referencia en la prensa oficial al escapulario de Antonio Maceo con la imagen de la Caridad; la solicitud del embajador del régimen a la Iglesia de México del acta de matrimonio de Martí con Carmen Zayas Bazán, y la esperada declaración solemne de Félix Varela como Venerable de la Iglesia Católica.

Pero ese simbolismo tardío se estrella contra verdades históricas como son el fervor masónico de Martí y la separación definitiva de su esposa por la causa patriótica, el sincretismo religioso de Maceo y de los miles de combatientes negros por la independencia, y el olvido bicentenario de la Iglesia del rol patriótico de Varela.

Desde antes del castrismo la Iglesia en Cuba había perdido tanto, que le hacen más daño que favor la tardía declaración del Paisaje Cultural de El Cobre como Monumento Nacional, y las hipócritas afirmaciones de la prensa oficial de que

las necesidades espirituales [son] … ingrediente intrínseco de la identidad cubana”.

Esto no basta para cambiar la situación en que se encuentra el catolicismo cubano por la deserción de feligreses tras casi medio siglo de represión y coacción ideológica. Esa decadencia católica ha coincidido con el auge del protestantismo y de las religiones afro-cubanas desde la década de 1990, lo que complica su proyecto de “nueva evangelización” en Cuba.

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