lunes, enero 02, 2012

Raúl Castro en el año del Dragón ( I )

Hércules mata al dragón del huerto de las Hespérides/ Rubens[1577-1640]

Cubanálisis El Think-Tank

Eugenio Yáñez, Juan Benemelis, Antonio Arencibia y Lázaro González

En enero del 2011 terminábamos los análisis y pronósticos para ese año que ahora finalizó señalando lo siguiente:

“Sobre la problemática cubana se han pronunciado miles de voces y se han escrito publicaciones de todo tipo en todo el mundo, desde criterios muy serios hasta soberanas tonterías, desde opiniones muy profesionalmente fundamentadas hasta rabiosos rugidos de la ultra-izquierda o la ultra-derecha enfermas de frustraciones y odio, pasando por la izquierda-caviar europea y latinoamericana y los liberales norteamericanos, que desean para los cubanos lo que ninguno aceptaría como condiciones para vivir ellos mismos ni sus familiares.
 
Como siempre, será la realidad y el desarrollo de los acontecimientos lo que permita constatar hasta dónde logra llegar el régimen con sus reformas y en qué se queda corto, si consigue detener a tiempo la explosión de la olla y encontrar respiro para la gerontocracia, o si lamentablemente las cosas se complican de manera tal que deviene en una crisis violenta y sangrienta, o cualquiera de los escenarios posibles entre esos dos extremos.
 
Se trata de algo que comienza ahora y sobre lo que habrá que regresar reiteradamente en los próximos tiempos para analizar el comportamiento de esa realidad, y podremos ver hasta dónde los análisis críticos sobre el proyecto totalitario neocastrista llamado de “actualización del modelo socialista” han sido realmente sólidos o simple “wishful thinking” o, para decirlo en español, expresión de deseos, o hacerse ilusiones”.

Aquellas conclusiones son válidas en esencia para comenzar los pronósticos para el 2012, año del Dragón en el horóscopo chino, en el que Raúl Castro, que ya lleva más de cinco años en el poder, seguirá ante la misma disyuntiva acerca de cómo evitar la explosión social y el derrumbe de la economía sin tener que enfrentar una crisis sangrienta y sin que la gerontocracia pierda el poder, a la vez que prepara las condiciones para aquellos -sean quienes sean- que heredarán el poder tras la muerte de los “históricos”.

El 2011 que ha terminado

Veamos primero los elementos favorables y adversos para el proyecto neocastrista en el 2012. Diciembre del 2011 terminó con más ruido que nueces, con una Flotilla de la Democracia que lanzó fuegos artificiales a veinte kilómetros de la costa norte de La Habana mientras Miami deseaba que se vieran en Batabanó, Jagüey Grande o La Coloma, y después casi a finales del mes se habló hasta la saciedad de “frustración” por el incumplimiento de una supuesta promesa de reforma migratoria por parte de Raúl Castro que en realidad fue anunciada para antes de fin de año por algunos blogueros de uno y otro lado del espectro político, pero nunca por el régimen.

A todo ello se añade la autorización (con restricciones) para la compraventa de viviendas y vehículos, y el comienzo de un proceso de otorgamiento de créditos que abarcaría a todos los cuentapropistas para el desarrollo de sus actividades comerciales, así como a particulares interesados en recibir recursos para construir o reparar sus viviendas.

Además, una ampliación a fin de año del espectro de trabajadores estatales del sector de los servicios personales, que dejarán de serlo para pasar a trabajar por cuenta propia o en cooperativas -otra paletada de tierra más en el continuo aunque silencioso entierro de la ofensiva revolucionaria desarrollada en 1968 por el Comandante en Jefe-, pero que esta vez tiene la característica de que no deja opciones voluntarias a los trabajadores estatales para acogerse o no al proceso.
 
Hubo también en 2011 el anuncio de dos acontecimientos que, a la larga, pueden resultar marcadamente importantes o extremadamente intrascendentes para la nación, -en dependencia de la forma que se desarrollen- como son la celebración de la Conferencia Nacional del Partido en enero, y la visita del Papa Benedicto XVI a la Isla antes de Semana Santa.

Por si fuera poco, en Washington se desarrolló un drama, realmente nacido en Miami, que de haberse materializado hubiera significado, como “regalo de Navidad” para los cubanos, echar abajo el alivio de las restricciones que en materia de viajes a Cuba y envío de remesas a la Isla estableció el presidente Obama, y regresar a los tiempos de George W Bush, donde “seres supremos” determinaban quién es familiar cercano y quién no, cada qué tiempo podían ser visitados por los cubanos que residen en Estados Unidos, o cuánto dinero se les debía y podía enviar cada año a esos cubanos.

Simultánea y absurdamente, se pretendía por algunos “iluminados” que los cubanos en la Isla, viviendo cada día bajo la bota totalitaria y entre infinitas carencias y necesidades, apoyaran ese proyecto trasnochado de rendir por hambre a la población, y que -a pesar de todo- persistieran en seguir viendo a los líderes políticos del “exilio” como sus hermanos de lucha. En esa línea, los ilusos de ambos lados del Estrecho siguen soñando con un levantamiento popular en la Isla que de al traste con el régimen, supuestamente debilitado por el incremento de las presiones económicas concebidas por esos “estrategas” desde la comodidad, tranquilidad y seguridad que da el vivir en una democracia.

A muchos en Miami les parecería que el pragmatismo político norteamericano en el Congreso se impuso frente al fundamentalismo ideológico de algunos cubano-americanos “verticales”, cuando la propuesta se retiró a última hora. Pero otros congresistas republicanos, representantes de Estados a los que interesa vender productos agrícolas a Cuba, habían presentado en la Cámara una contrapropuesta a la de sus colegas de partido de origen cubano, buscando condiciones comerciales favorables al régimen. Este jugar al seguro teniendo gente que apuesta tanto a favor como en contra de una posición demuestra que los dirigentes políticos norteamericanos de cualquier tendencia tienen como brújula solo los intereses de su país.

En el plano internacional, el neocastrismo ha logrado reforzar sus posiciones durante el año que termina. Además de la reiterada condena al embargo en la cada vez menos prestigiosa Asamblea General de la ONU, con la constitución de CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el régimen ha recibido un espaldarazo, no solamente porque la nueva organización excluye a Estados Unidos y Canadá, sino porque acepta festinadamente al gobierno cubano en su seno, mirando hacia el otro lado en lo referente a la democracia y las libertades en la isla.

Por si fuera poco, se designó a Cuba para ser anfitriona de la cumbre de CELAC en 2013, bajo la aclamación de los dignatarios latinoamericanos y caribeños, y quedó claro que las presiones como bloque regional sobre el régimen a favor del estado de Derecho, la democracia y el respeto a los derechos humanos en la Isla, disminuirán cada vez más, hasta desaparecer, para beneplácito de la gerontocracia.

Por otra parte, se anunció la visita a Cuba en el mes de enero del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, como parte de una gira “bolivariana” que también abarca a Venezuela, Nicaragua y Ecuador, que se producirá en un momento en que se hacen más complejas las tensiones entre Irán y Estados Unidos por el tema del programa nuclear iraní. Aunque Raúl Castro llevaba tiempo tratando de evitar con diferentes pretextos la visita del belicoso dirigente persa a La Habana, no puede continuar desconociendo los cientos de millones de dólares que el gobierno fundamentalista islámico ha entregado a la Isla en forma de créditos y acuerdos de cooperación, y no tendrá más remedio que recibirlo en el Palacio de la Revolución.

El resto de las relaciones con los demás países se ha mantenido más o menos estable y sin cambios significativos, teniendo el peso fundamental las relaciones con China, Vietnam, Estados Unidos y Venezuela. Con China el comercio y la cooperación se fortalecen paso a paso, y cada vez más el gigante asiático y Vietnam parecen presentarse como referencias agradables para la “actualización del modelo” raulista.

Con Estados Unidos las cosas entran en un relativo compás de espera a causa de las elecciones presidenciales de este año, y a no ser que se produzcan cambios dramáticos en la situación de Alan P Gross en las prisiones cubanas, no debe haber modificaciones significativas en las relaciones La Habana-Washington, al menos antes de los funerales de Fidel Castro.

Y con Venezuela, donde el régimen obtiene diariamente importantísimas fuentes de financiamiento para sobrevivir, en estos momentos hay dos grandes factores de incertidumbre: el verdadero estado de salud de Hugo Chávez después de haberse conocido en el mes de junio del cáncer que lo atacó, y el eventual resultado de las elecciones presidenciales venezolanas en el mes de octubre. Cualquiera de estos dos factores puede modificar significativamente el escenario en uno u otro sentido, pero en este momento no vamos a analizar esas perspectivas aquí.
 
Pese a que Caracas y La Habana han considerado sus planes alternos a Chávez, post elecciones, confiados en que el vicepresidente pueda asumir las plenas funciones de suceder algo dramático con el teniente-coronel, y seguir por el mismo rumbo habanero, es un camino lleno de incertidumbres y que puede tener resultados inesperados.

El 2011 se ha ido dejándonos a todos con el mal sabor en la boca de que cada vez más, dentro y fuera de Cuba, el pensamiento democrático, como alternativa de poder, es menos capaz de presentar y mostrar estrategias y programas proactivos realistas y unitarios, por lo que opositores y disidentes, de la misma manera que el exilio, siguen actuando siempre a la defensiva y en respuesta a las acciones del régimen, que no descansa en su ofensiva para afianzarse en el poder.

Uno de los hechos menos conocidos, por la insensibilidad y daltonismo racial genético en el exilio cubano, y apenas tratado por la prensa internacional, pero alarmante para el régimen, es el activismo que tiene lugar alrededor del tema de la discriminación racial, el cual, pese a no proyectarse como asunto disidente u opositor, al moverse en la zona gris entre el oficialismo y la disidencia, ya dispone de muchas organizaciones en las principales áreas donde la composición demográfica negro/mulato es mayoritaria. El 2011 presenció el crecimiento más acelerado en esta vertiente vis a vis con el resto de las organizaciones no gubernamentales, oficiosas u opositoras. 

Lo que tiene nervioso al régimen es el engarce que tales organizaciones han logrado con la población (algo que hasta ahora no sucede con los opositores conocidos), que los reconoce como sus voceros, como el caso con los grupos musicales de hip-hop, las actividades en Alamar, las exposiciones públicas, las celebraciones religiosas, con los plantes abakuá, con la masonería del sur oriental.

Al reciente foro “Raza y Cubanidad. Cuba, presente, pasado y futuro”, que tuvo lugar en el Vedado, La Habana, del jueves 24 al sábado 26 de noviembre, acudió un enorme grupo de intelectuales, como la antropóloga Maria I. Faguaga, de activistas del tema, de representantes de grupos disidentes como Madrazo Luna, Manuel Cuesta Morúa, Leonardo Calvo, de profesionales y profesores universitarios.

El régimen desató lo que puede considerarse la mayor avalancha represiva en todo el año, por el inmenso despliegue de las fuerzas de la seguridad del Estado, acordonando por varias cuadras el lugar del foro, tanto en las calles aledañas como en las azoteas, demostrando su gran terror al tema de la discriminación. El gran error consistió que al mismo estaba invitada nada menos que una delegación de intelectuales latinoamericanos, encabezada por el prestigioso Dr. Juan de Dios Mosquera, líder del Movimiento de los Derechos Humanos de las Comunidades Afro-colombianas, la cual no salió de su asombro ante tal embestida represiva.

Ante las declaraciones en sus respectivos países a su regreso, por parte de los afro-latinos, y con vistas a que no trascendiese al plano internacional, algunas figuras oficialistas, como Abel Prieto y Ricardo Alarcón de Quesada, declararon de inmediato que existía la intención de corregir la discriminación en la sociedad cubana.

A este malestar hay que añadir el tema que recientemente está saliendo a la superficie sobre la escasa eficiencia y efectividad de la administración y destino de los dineros que el Congreso de Estados Unidos ha entregado en los últimos años para la causa de la libertad y la democratización de Cuba y que, aparentemente por razones de la extrema burocratización que las regulaciones congresionales exigen, al final el grueso de los fondos a donde menos han llegado es a manos de los valientes cubanos que diariamente se enfrentan a la represión y el terror en la Isla, a los que, sin embargo, el régimen totalitario cínicamente acusa de “mercenarios”, por “recibir dinero de una potencia extranjera”.

Este asunto del manejo de los fondos para la lucha por la democracia en Cuba no ha terminado de regularse todavía, aunque no todo ha sido tan turbio como algunos medios de prensa han apuntado; uno de los contratiempos reside en la enorme burocracia que envuelve la administración de tales fondos. Por eso, se deben apoyar aquellos programas y proyectos que han venido laborando con resultados y objetivos claros, y prescindir de quienes han fracasado en sus intentos de adelantar una agenda que propicie la democracia en la Isla.

Como ya se apuntó arriba, el año terminó con una supuesta frustración masiva porque no se anunció en la sesión de la Asamblea Nacional una reforma migratoria. En realidad, quienes único hablaron de un eventual anuncio de este tipo antes de fin de año fueron blogueros del régimen, tanto de carácter oficialista como alternativos, porque ninguno de los jerarcas del neocastrismo hizo tal promesa.

La interpretación de la situación, al estar basada en la frustración y el desencanto, no condujo a ningún razonamiento lúcido, y se movió entre lo ridículo y lo absurdo, señalando al “miedo” como la causa fundamental del no anuncio de tal reforma. Claro, cada quien tiene derecho a pensar como considere y a expresar sus opiniones, pero sería interesante tener en cuenta que una reforma migratoria tiene más de factores políticos que de económicos, y lo que más interesa a Raúl Castro es “actualizar el modelo” en el aspecto económico y no en el político.

Además, ¿cuando en treinta y cinco años de Asamblea Nacional se ha presentado y discutido un proyecto de esa trascendencia, sin “amarres” previos en la cúpula militar? Normalmente, lo aprueba la camarilla en el poder, y es presentado al “parlamento” para propiciar algunos comentarios formales que simulen un debate legislativo, hasta que al silbido del entrenador todos levantan unánimemente su brazo en señal de aprobación, y muy posiblemente con aplausos inmediatamente después.

Finalmente, y para no invertir demasiado tiempo en este tema, observamos que muchos que lo comentan dan por sentado que el régimen “teme” por la enorme cifra de los que podrían salir del país si se aprobara una reforma migratoria. Pero la historia nos dice que no hubo otro país comunista que autorizara salidas masivas de su población como hizo desde el inicio el régimen totalitario castrista, y si ha sentido algún temor al respecto es que ahora los Estados Unidos considerarían como una agresión un acto de ese tipo. Y con relación a que la salida ordenada del país se pudiera realizar sin el bochornoso permiso o “tarjeta blanca”, muchos olvidan que si no se dispone de visa en el país receptor, solo alcanzable mediante la demostración de medios económicos o de un patrocinador solvente, no se puede viajar a ningún lado.

Pero más aún, ¿ha pensando alguien que el régimen, tal vez más que temerle a la cantidad y características de los que quisieran salir, podría temerle más a la cantidad y las características de los que quisieran regresar? Si resultaría un problema que abandonara el país cien mil personas, ¿cómo serían las cosas si desearan regresar cincuenta mil cubanos acostumbrados a vivir en libertad, democracia, y economía de mercado? Parece ser un buen tema para meditar sobre él.

La “actualización del modelo” y el modelo de actualización

Por otra parte, el fundamentalismo cubano-americano continúa considerando que todas y cada una de las medidas de reajuste económico que se aplican en Cuba (el régimen no se atreve a llamarlas “reformas” ni de casualidad) son una soberana idiotez y todas están condenadas al fracaso absoluto, por una causa o por otra. Recientemente, un “experto” señalaba que los créditos a cuentapropistas no funcionarían, pues era necesario entrenar a los funcionarios bancarios encargados de los créditos, y eso requería “años”.

Si en el plano conceptual ese criterio es válido, cabe preguntarse cuantos “años” de entrenamiento, y de que tipo, tienen los funcionarios de las compañías de crédito -no nos referimos en este momento a los bancos- que pululan en el condado Miami-Dade y en todo el sur de La Florida, y que en menos de un par de horas deciden si le prestan o no cinco o diez mil dólares a un solicitante, aun cuando tal solicitante no tenga propiedades para respaldar su solicitud: es decir, funcionarios que toman decisiones sobre “préstamos no asegurados”, “sin colateral”.

Frente a esos análisis extremos que no admiten por “principio” ni un solo acierto a los sucesores de Fidel Castro, están los cripto-neocastristas disfrazados de “expertos”, dentro de la Isla o allende los mares, que ven en cada detalle de las medidas de ajuste de la economía que se van tomando por el régimen señales inequívocas de indetenible avance hacia el mercado, y, para no dejar de ser menos fundamentalistas que sus contrapartes de signo contrario, ¡incluso de un sutil avance hacia una sociedad democrática!

Estos recién surgidos compañeros de viaje del neocastrismo cuentan con el respaldo, si no cómplice, al menos irresponsable, de parte de la prensa extranjera acreditada en La Habana -ya que Placetas, Palma Soriano y Holguín son lugares demasiado “calientes” para ir hasta allá- que hablan festinadamente sobre lo que sucede en el país, identifican al gobierno dictatorial con “Cuba” como nación, y otorgan certificados de “opositor”, “experto” o “líder” a cualquiera que se les ocurra, sin tener en cuenta para nada las realidades.

Esa actitud de la prensa acreditada en La Habana se complementa alegremente por cierta prensa fuera de Cuba, que con tal de mencionar el tema cubano es capaz de decir cualquier cosa, aunque sea imposible demostrarla. De ahí las peculiares noticias de La Habana “iluminada” por los fuegos artificiales de una Flotilla a más de doce millas de sus costas, el identificar a unos cuantos entrevistados -muchas veces los mismos- con “el pueblo cubano” o “el exilio”, y en demasiadas ocasiones dedicar la atención, comentarios y “análisis” a temas absolutamente intrascendentes o superficiales.

¿Quién recuerda hoy la polémica sobre el “chupi-chupi” o una “tángana” por un concierto de música alternativa realizado sin previo aviso desde un balcón, o quién sabe en que terminó el grupo de fanáticos religiosos encerrados en un templo de la calle Infanta, en La Habana, hasta que su Dios les ordenara retirarse? Días después de las “noticias” de este tipo, nadie habla del tema y naturalmente no hay quien lo recuerde, por lo que el “periodismo” tiene que inventarse otro asunto con el que alborotar al avispero.

Mientras todos estos despistes ocurren (¿o quizás se trata de desinformación conciente?), entre los que viven chocando continuamente en enfoques de todo o nada, hay importantes acontecimientos que pasan totalmente inadvertidos ante la vista de todos. Seguramente cuando la Conferencia Nacional del Partido apruebe en enero la propuesta de “…enfrentar los prejuicios raciales, ante creencias religiosas u orientación sexual” que limiten el derecho a “ocupar cargos públicos, participar en organizaciones políticas, de masas y en la defensa de la Patria”, los medios de comunicación internacionales, académicos entusiasmados, activistas exaltados y blogueros populistas, emplearán millones de bytes en afirmar que ha sido posible por los ingentes esfuerzos de la princesa Mariela Castro Espín y del CENESEX que dirige.

En el aspecto financiero, el raulato no ha acometido el incremento del ahorro doméstico, amén de que enfrenta una significativa carestía para obtener moneda convertible. Las empresas siguen sin poder determinar su grado de rentabilidad debido a las distorsiones de precios internos con respecto a los precios internacionales, y a la doble moneda.

Hasta ahora, la economía nacional no ha podido abrir brecha en el mercado internacional, y todo parece indicar que las medidas contenidas en los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el Sexto Congreso del PCC no van a dar el resultado supuesto. Ni el cuentapropismo, combinado con la reorganización empresarial, resulta suficiente para lograr la eficiencia del aparato productivo. En la actualidad existen unos 357,000 cuentapropistas, que en su casi totalidad ejecutan modalidades de servicio, y es congruente que así sea, pues la periferia del tejido económico en condiciones de asfixia logística opta por la inserción como micro-proveedor de servicios rudimentarios y no como transformista-productivo.

Es significativa la resistencia de los trabajadores estatales por abandonar los famélicos estipendios de un gobierno que “hace como que paga”, en tanto el beneficiario “hace como que trabaja”. Esa zona de confort exigua pero segura, donde “Papa-Estado” quincenalmente deposita su protección menesterosa, genera una inercia acomodaticia que paraliza al más temerario de los potenciales emprendedores. Como revela un reciente informe del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social a la Asamblea Nacional, el 82% de los actuales cuentapropistas eran personas sin vinculo laboral (66%) o jubilados (16%), mientras solo el 18% ([64,260) proceden de los despidos del sector estatal.

Expresado de otra manera, actualmente las fuentes principales del cuentapropismo en Cuba son los que “no tienen nada que perder”. Y de ellos, más de 235 mil (66%) corresponden a los que durante anos se desempeñaron en las turbulentas aguas del inevitable mercado subterráneo y ahora emergen para legalizar sus actividades. El lavado de lo permisible en las actuales circunstancias del mercado negro es catalizador de la pequeña y mediana actividad empresarial por una parte, pero también del florecimiento de las redes “underground” que tradicionalmente suelen acompañar a estos procesos.

El horror popular que generó el anuncio por parte de Raúl Castro de despedir a 1.5 millones de empleados estatales en pocos meses, y que posteriormente obligó a extender el proceso a un quinquenio, pende sobre las espaldas ateridas de cada trabajador estatal. Puro y simple terror de estado, para garantizar la mansedumbre requerida para continuar la ejecución de los programas previstos por vías no violentas-represivas, en una sociedad que no generará en el plazo previsto, por ninguna de las opciones posibles, el volumen de demanda de fuerza laboral necesario.

La manipulación de las estadísticas oficiales en esta materia no puede ocultar el hecho. De acuerdo con la ultima cifra disponible la población en edad laboral asciende a 6,829.1 miles, de los cuales algo menos del 75% (5,112.5 miles) conforma la población económicamente activa, lo que determina una baja tasa de actividad económica del 74.9% (60.5% en el caso de la mujeres). Con 4,984.5 miles de personas empleadas y subempleadas, es decir “haciendo como que trabajan”, de hecho el desempleo encubierto por razones socio-políticas se ubica holgadamente por encima del 20%.

Sin embargo, la improbable aplicación plena de la aterradora política laboral de Raúl Castro ubicaría en un rango inadmisible del 30-32% el desempleo real. El gobierno de la gerontocracia lo conforman dictadores implacables, pero no cretinos; saben perfectamente que esa enorme masa del “ejercito industrial de reserva” que no puede absorber la economía privada y cooperativa en un plazo de 5 años (por su volumen, calificación, y condición de castramiento motivacional-cultural), es potencialmente tan desestabilizadora como cualquier vendedor ambulante árabe inmolado.

La reestructuración del sistema tributario, sumado a las nuevas normas impositivas, ha representado una fuerte carga fiscal a las nuevas actividades del cuentapropismo, mientras el Estado no cede en su control y participación en la economía. Resulta una gran equivocación considerar que en el país existe una economía mixta, donde el sector privado compite con el público. En Cuba es imposible la acumulación de capital por parte del sector privado, pues los mecanismos existentes, hasta el momento, se lo impiden. Estamos presenciando la inédita compartimentación de la estructura económica del país en términos de lo estratégico-“grande” y lo periférico-“pequeño”.

Eso se demuestra con los nuevos controles aduaneros establecidos por el régimen, que autorizan la entrada de mayores cantidades de artículos por parte tanto de los residentes como de los visitantes a la Isla, pero mantiene elevadísimos aranceles, incluso para productos, herramientas y equipos que podrían favorecer el desarrollo de las actividades privadas que se han incrementado. Ese sistema sigue el patrón consuetudinario de medio siglo de dictadura castrista, que sigue imponiendo a los cubanos en el extranjero tarifas exorbitantes, -una especie de rescate de rehenes-, en cualquier actividad que sea de conveniencia o necesidad para sus familiares en la Isla.

La compra-venta de viviendas, algo ansiado por décadas, ha sido acogida con cierta reserva por naturales razones de falta de confianza por parte de la población, la escasa y “legitima” liquidez a los escrutadores fisgones de la Contraloría General, y a la inexistencia por el momento del necesario complemento hipotecario. Ello se agrava con la imposibilidad de poder reparar las casas, donde se calcula que el 70% casi llegan a la categoría de inhabitables, de ahí la severa crítica oficial a la rama de la industria de materiales de construcción, pues es definitivamente clave en la potencialización del naciente mercado inmobiliario y factor dinamizador para el resto de las actividades privadas. No está claro, por otra parte, si cesará la confiscación de las viviendas de aquellos que abandonan el país.

La canasta familiar sigue casi vacía… y el salario promedio no excede los 20 dólares mensuales. O sea, los bajos salarios impiden la adquisición de bienes necesarios. Los agro-mercados en muchas ocasiones se hallan desiertos, y los precios de los productos que exhiben están gravemente inflados. Mientras la élite militar, ministerial, empresarial y gerencial, goza de un nivel de vida que les impide aprehender la realidad del país, se va produciendo paulatinamente una profundización de los desniveles entre aquellos que disponen de moneda convertible porque la reciben de sus familiares en el exterior o la pueden obtener trabajando en el extranjero y en la misma Cuba, y quienes orbitan con el peso cubano.

El régimen no ha logrado equilibrar su balanza de pagos, que sigue altamente desfavorable. Todo ello sigue manteniendo al país en una situación casi imposible para recibir créditos, como no sea por parte de sus aliados políticos, (Venezuela, China, Irán), ya que no es capaz de saldar sus obligaciones de deuda internacional.

Aunque el incremento de la producción exportable no es la solución para solventar el déficit presupuestario, sin embargo, no se ha logrado incrementar las exportaciones, comenzando con el factor de que la producción de productos y servicios exportables no ha aumentado de manera significativa.

El país solo cuenta, como rubro exportable de importancia realmente significativa, el de los servicios humanos, que en las actuales circunstancias representan más del 50 % de las exportaciones, sobrepasando al turismo como fuente de ingreso de moneda fuerte.

La autonomía empresarial y la descentralización en la toma de decisiones no son totales ni completas, y se hallan sujetas a estrictos controles. Además, las empresas no pueden disponer de sus ingresos en moneda convertible, que se hallan centralizados, ni cuentan con autonomía para exportar. Con todas esas trabas, sus aportes reales al desarrollo son muy limitados, y en ocasiones hasta inexistentes. El crecimiento económico del país no se logra con una simple reorganización administrativa, aunque ello sea muy necesario.

Se esperaba que tanto el sector cooperativo como el privado pudiesen llenar el vacío que las empresas estatales dejan para el consumidor, pero ello no se ha comportado de esta manera en todos los casos. Por otra parte, si bien otros renglones económicos, como el de los equipos médicos y el de la biotecnología se han consolidado como epígrafes exportables, no han crecido lo suficiente. También se buscó reorganizar la producción azucarera, eliminando aquellos complejos agro-industriales ineficientes y concentrando en 61 de ellos toda la producción, pero el rendimiento de la agricultura cañera se fue desplomando, y el país perdió sus mercados tradicionales, irónicamente cuando los precios del azúcar se dispararon.

Con el desmantelamiento de la industria azucarera y la pérdida de sus compradores tradicionales el país perdió fuentes de créditos y colaterales. Lo mismo aconteció con el níquel, cuya capacidad industrial instalada es insuficiente para elevar sustancialmente la producción, a pesar de los esfuerzos de Sherrit, y aprovecharse de los buenos precios internacionales.

Tanto la pesca, como el tabaco, y los materiales de construcción, mantienen un peso relativo, y el régimen de Raúl Castro no ha establecido una estrategia para desarrollar otros renglones que le sirvan de locomotora económica.

El raulato ha estado marcado por un viraje notable del circuito comercial. Hasta el momento de su ascenso a la silla presidencial, el país dependía de sus relaciones con Venezuela, China, España, Italia y Alemania. En la actualidad, Canadá y Estados Unidos han desplazado a Italia y Alemania. Los principales compradores de la Isla son Venezuela, China y Canadá. Algo peligroso, pues tanto Venezuela como China resultan socios básicamente por razones políticas.

La composición y dependencia de las importaciones se mantiene en todo su muestrario negativo. El país depende más que nunca de la importación de alimentos de Estados Unidos, y de petróleo de Venezuela, productos que entre ambos sobrepasan el 60 % de los rubros de importación. El desplome económico interno también ha tenido otros efectos negativos, pues ha obligado al país a importar renglones como materias primas, equipos y bienes intermedios.

En términos financieros y comerciales, pese a la ventajosa relación con Venezuela, todo indica que no se mejorará para lograr una reversión crediticia internacional favorable, sobre todo con el régimen enfrentado ahora a un notable incremento de los precios internacionales en general.

El destino final del raulato y de su sucesión no estriba en el control político, en la institucionalización, y ni siquiera en una reforma económica empresarial más profunda, tipo Vietnam o China, como se ha venido especulando en los últimos años.

El futuro político de la actual elite del poder y sus sucesores pende de algo muy concreto: del petróleo que pueda haber y ser explotado en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México. Es lo único capaz de revertir, en términos financieros, y por ende económicos, toda la situación de penuria interna y de inestabilidad política de la actual elite.
 
Para avanzar hacia esa solución ya ha llegado a Trinidad y Tobago la plataforma perforadora Scarabeo 9, y Repsol va a llevar a cabo allí en los próximos días un ejercicio demostrativo de control de derrames ante inspectores de los Guardacostas y la Secretaría del Interior de Estados Unidos. Eso quiere decir que el gobierno norteamericano ha comprendido que la prospección petrolera sistemática en aguas extranjeras cerca de sus costas es inevitable, ya sea por parte del régimen de Cuba o el gobierno de Bahamas, y se encuentra más dispuesto a la cooperación como prevención de posibles accidentes.

En el plano social y político, aunque para muchos cubanos fuera de la Isla y dentro del país la actuación del Cardenal Ortega y Alamino es bochornosa y condenable, dentro de algunas semanas se producirá una visita papal a Cuba, que sin dudas representa un triunfo formidable para el purpurado cubano. Teniendo en cuenta que Benedicto XVI solamente ha visitado en América Latina a Brasil durante su papado, y que en este segundo viaje solamente visitará también a México -con lo que quedan hasta el momento importantes bastiones católicos en el continente sin ver al Papa alemán-, es innegable la importancia que la Iglesia le está concediendo a Cuba en estos momentos.

Muchos no entenderán lo anterior, sobre todo los que preferirían que la Iglesia razonara y actuara con criterios “humanos” y terrenales, y perspectivas “quinquenales”, pero la única institución de la humanidad que se ha mantenido activa durante dos milenios y todavía sigue siendo fuerte y sólida, con recursos materiales y humanos prácticamente inagotables, siempre juega sus cartas en este mundo desde una perspectiva mucho más aparentemente etérea y con plazos “divinos”, e indudablemente que ha demostrado saber lo que hace.

La extraordinaria peregrinación de la “Virgen Mambisa” por todo el país, en un recorrido de casi treinta mil kilómetros que duró más de un año desde el oriente al occidente del país, visitando iglesias, prisiones, centros de enseñanza, culturales, de peregrinación, e incluso locaciones de significado político, y culminó con una misa masiva con miles de feligreses, reunió a cientos de miles de cubanos a lo largo de su recorrido por todo el país.

Aun sin necesidad de haber mencionado una sola palabra política en todo el ceremonial, el solo hecho de convocar a los cubanos ante un factor alternativo y a la vez tan intangible como la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, sin referencia alguna al Partido, al gobierno, las organizaciones de masas, o el nombre de “los históricos”, muestra a los cubanos el nuevo poder de la Iglesia. ¿Será una alternativa al totalitarismo y la dictadura esa institución que por definición es “no-política”, pero que, precisamente por eso, tiene ahora más fuerza y más arrastre que ninguna otra entidad existente en el país, aparte del partido comunista?

En la historia de la Iglesia Católica en España, por ejemplo, Vicente Enrique Tarancón pasó de joven cura franquista a obispo que criticó públicamente la especulación de los funcionarios de aquel régimen con las cartillas de racionamiento en el hambreado país durante la post-guerra. Luego, con el apoyo de los Papas “reformistas” Juan XXIII y Pablo VI, Tarancón llegó a cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal cuatro años antes de la muerte de Franco. Desde ese cargo tuvo un papel clave en el período de Transición hacia la Democracia, impulsado por la decisión aperturista del nuevo jefe de Estado, Juan Carlos I. El cardenal Tarancón buscó con ahínco desligar a la Iglesia de la dictadura de Falange.

En cambio, el cardenal nicaragüense, Obando y Bravo, ha aupado a Daniel Ortega en desarrollar el travestismo político de presentarse como “candidato cristiano” con tal de seguir en el poder como presidente de esa nación por un ilegal y fraudulento tercer término.

¿A medida que la iglesia cubana se consolide bajo el neocastrismo, escogerá el cardenal Jaime Ortega la senda de Tarancón o la de Obando y Bravo? Su decisión marcará por mucho tiempo al catolicismo nacional.

 Pasando ahora al plano de la producción y sus resultados, hay que decir, una vez más, que las cifras macroeconómicas de Cuba no son nada alentadoras desde una perspectiva de país serio, pero eso no es noticia, porque esas cifras, durante más de medio siglo, siempre han indicado que el país se encuentra al borde del abismo.

Mientras los analistas económicos más rigurosos, que pretenden medir a Cuba con las mismas herramientas con que lo hacen con el resto de los países del mundo, llegan continuamente a la conclusión de que ya el país está tocando fondo, y que la situación no puede deteriorarse más, el régimen se las arregla para mantenerse económicamente en una situación de equilibrio inestable permanente, con niveles mínimos de subsistencia, mientras los cubanos de a pie se las agencian para sobrevivir día a día en medio de las dificultades, “resolviendo”, a la espera de que la biología solucione lo que no han podido solventar en medio siglo ni las armas, ni las presiones, ni la política, ni la economía.

Quiérase o no, y pueda vislumbrarse o no, aunque el régimen no tenga interés en tocar ese tema, las escasas relaciones de mercado que se han podido establecer durante los últimos dos o tres años, a partir de los “ajustes”, han comenzado a actuar en el mismísimo ADN de la economía cubana. No se trata de que el equipo raulista concientemente esté estimulando, facilitando, o dando paso, al surgimiento de un sector privado o una economía mixta, ni mucho menos, sino de que las relaciones de mercado, una vez que comienzan a funcionar en cualquier lugar del mundo, tienden a desarrollarse espontáneamente y ya no pueden ser detenidas o cercenadas, a no ser que se aplicara una brutal “manu militari”, situación que no se contempla en los planes de subsistencia del neocastrismo.

Porque, como bien alertara a sus bolcheviques el viejo zorro político soviético Vladimir Lenin: “La pequeña producción mercantil genera cada día, a cada instante, capitalismo”.
[Continuara...]

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