Hace ya algún tiempo se respira en la calle un aire diferente. Cada vez más personas, jóvenes en su mayoría, ni siquiera disimulan en su lenguaje cotidiano los deseos de movilizarse para lograr lo que necesitamos: "¡Chama!, ¿Cuándo hacemos algo serio?", me dicen algunos con rostros muy firmes…
Creo que entienden por algo "serio" alguna acción en concreto que nos ponga en pie de lucha contra el sistema. Asumo en casi todos los casos que no se refieren a una lucha armada, sino a las acciones de reclamo popular que las masas han empleado desde siempre: manifestaciones, huelgas, paros laborales, mítines y, más recientemente, toda la gama de oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para librar, a través de la red, estas "batallas".
Todas estas intenciones responden a que una buena parte de los cubanos ya ha superado la etapa en la que se hace conciencia de la necesidad de cambios urgentes y profundos en nuestra sociedad y ha alcanzado una madurez superior en la que se asume que la velocidad en la toma de decisiones, así como la implementación de las medidas gubernamentales, no se ajustan a lo que el pueblo quiere y necesita. Por tanto, es indispensable presionar con más fuerza y determinación desde una vanguardia civil.
En este contexto es razonable hacerse un grupo de preguntas: ¿Cuál es la mejor manera de comenzar un proceso mediante el cual el pueblo le exija al gobierno franca y directamente los cambios que desea? ¿Quién o quiénes deben organizar y liderar este proceso? ¿De qué forma y utilizando qué medios de comunicación? ¿Qué actitud asumiría el gobierno si comenzara en Cuba una ola de manifestaciones populares?
Para analizar estas cuestiones pudiéramos empezar por el final. Yo creo que es seguro que el gobierno tiene previsto desde siempre y de muchas maneras un posible escenario en el que ocurran levantamientos populares, ya sea en la capital o en cualquier oscuro rincón del país.
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