Desde mediados de la pasada década, ese fenómeno una vez prometedor que se bautizó como “blogosfera” cubana, precipitó un nivel de autocercioramiento. No podía tratarse de una autoconciencia sofisticada, porque tampoco lo era el naciente movimiento sobre el que se montaba. Así, tomó forma de premios nominales, clasificaciones y asunción académica, que apresuró voraces eventos sobre el tema.
Clasificar, aparentemente, puede cualquiera. Pero se trata en verdad de una operación lógica de precisos requisitos; y muy vinculada a la ostentación de un poder epistémico que, como casi siempre, tiene un soporte político y económico. De las interminables clasificaciones que se han realizado sobre la “blogosfera” cubana, hasta el momento, me han parecido de interés las del Prof. Ted Henken y la del ensayista Enrique Ubieta, precisamente por la posibilidad con la que habían contado (ahora no sé) para tener repercusiones en el plano práctico; y no solo en el área de la reputación de los bloggers implicados.
El ejercicio de Henken y Ubieta fue de rigor: a partir de una selección previa (no arbitraria pero sí subjetiva) de un grupo de blogs-webs, se les aplica un rasero ordenador que, en ambos autores, fue de tipo ideológico.
Es obvio que existen otros criterios para clasificar la “blogosfera”. Entre los disponibles, actualizo uno que tiene que ver con el tipo de profesionalidad alcanzada. Es decir, habría que distinguir entre elites y masa en la “blogosfera” cubana. Elites que pueden ser pagadas o no, pero siempre “coordinadas” y “enteradas” de los objetivos extra-gnoseológicos del proceso en la red; y masa naïf, que ejerce el criterio (la opinión, el comentario) al margen de la iniciación dominadora. Mas >>
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