lunes, octubre 17, 2011

Medios y esfera(s) pública(s) en Cuba: entre los malestares y los sueños

Espacio Laical Digital

Por ARMANDO CHAGUACEDA 
Hace unos meses, en mi estancia veraniega en La Habana , dos hechos me hicieron reflexionar, de nueva cuenta, sobre la precariedad de la esfera pública cubana. Por un lado, fui abordado por agentes del gobierno que cuestionaron mi colaboración en órganos de prensa de la comunidad cubana emigrada –calificados por ellos como “medios del enemigo”-, y, según adujeron, yo prestigiaba con mi firma. Casi simultáneamente, llegó a mi buzón de correo una comunicación, enviada a una cadena de contactos, donde un intelectual liberal, animador de un destacado foro de debate habanero, daba cuenta de la supuesta construcción, por las autoridades cubanas, de una oposición de izquierda, en la cual se encontraban varios amigos y proyectos alternativos cuyo quehacer respeto y acompaño.

Ante semejantes posturas asumí que la peor respuesta sería el silencio. En el primer caso argumenté a mis interlocutores  la imposibilidad de definir los contenidos de una postura por el medio en que esta se exponía, pues desde ese punto de vista resultaría censurable la difusión por Cuba de anuncios por la liberación de “Los Cinco” en medios hegemónicos de la prensa estadounidense, decisión que yo asumía como perfectamente legítima e inteligente. En el segundo hice saber, en comunicación electrónica a un miembro de ese espacio, mi alarma por semejante proceder.

Traigo a colación estas anécdotas que afloran en mi mente ahora que los colegas de Espacio Laical me invitan a compartir una reflexión sobre el presente y el futuro de los medios en Cuba. Ambas situaciones son reveladoras de dos rasgos (la calumnia y la sospecha) que atraviesan de forma constitutiva la esfera pública criolla y agudizan las carencias materiales y culturales que consagran su precariedad. Al pensar sobre la naturaleza conflictiva de estas, siendo yo un profano en los estudios comunicológicos, me parece provechoso aportar una mirada conectada más con una dimensión y un análisis como los de la esfera pública, cuya raigambre sociológica lo ubica en mi campo de estudios. Espero sea un aporte que nutra el digno esfuerzo de esta revista, en instantes de redefinición de los destinos nacionales, cuando las mejores energías de todos los cubanos deberían confluir sin trabas –y sin que ello equivalga a falsas conciliaciones- en la solución de la crisis estructural del modelo vigente.

Lo primero que quiero destacar es que los problemas de los medios (y, en sentido amplio, de la esfera pública) no pueden ser abordados exclusivamente desde la deontología, la estética o la administración. Aunque hacer una prensa más veraz, atractiva y eficaz interesa a la inmensa mayoría de los ciudadanos, la forma concreta en que estas demandas se materializan  depende -en una instancia no tan última- del tipo de relación medios-poder y de las asimetrías existentes entre los diversos actores que conforman la sociedad y las estructuras estatales. Hablar de los medios y sus problemas es, por tanto, hablar de democratización, de controles sociales e ideologías: es hablar de política.

Recordar esto resulta pertinente porque hablar de esfera pública (como noción sociológica amplia que incluye la dimensión mediática), aun en un sentido normativo, es referir aquel espacio de interacción entre individuos activos, voluntariamente reunidos e involucrados en los presupuestos morales de la política, estructuralmente independiente del Estado, pero conectados con este a través de procesos de toma de decisiones y de monitoreo de las acciones de los gobernantes. En este espacio se intercambian opiniones, se emiten juicios, se plantean demandas y se procesan acuerdos, además de que se recibe, interpreta y produce información a través de los medios masivos.
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