lunes, octubre 24, 2011

A medio siglo del abismo: la crisis de los cohetes de 1962 ( I )

Cubanalisis / Por Diego Trinidad

En este mes de octubre se cumplen 49 años de la Crisis de los Cohetes de 1962 en Cuba.  Pero como la Crisis bien se puede decir que comenzó después del desenlace de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, de la reunión entre Kennedy y Khrushchev en Viena en junio y de la Crisis de Berlín durante el verano de 1961, en realidad este año se cumple medio siglo de los momentos cuando el mundo estuvo más cerca de una guerra nuclear que nunca antes o después.
 
La Crisis de Octubre (Cuban Missile Crisis) tiene sus orígenes inmediatos a principios de 1962, cuando el premier de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) Nikita Khrushchev, en un discurso secreto en el Kremlin, le anunció a sus colegas que la posición de los soviéticos en la lucha entre los superpoderes era tan débil, que Moscú no tenía más remedio que tratar de sentar el paso en la política internacional.[1] Años antes, como resultado de la Crisis de Suez y su resolución, Khrushchev se había convencido de que su amenaza de usar armas nucleares contra Gran Bretaña y Francia había sido responsable por la retirada de las tropas anglo-francesas de Egipto.[2] 
 
Ese convencimiento fue el germen de la idea tras su gran apuesta para ganar la Guerra Fría introduciendo cohetes nucleares en Cuba para chantajear a EEUU. Meses después de su discurso secreto ante el Presidium en enero 1962, en abril de 1962, Khrushchev primero le planteó la idea al mariscal Rodion Malinovsky, Ministro de Defensa, y luego a su más fiel amigo en el gobierno (pero algunas veces su mayor crítico), el vice premier Anastas Mikoyan, sobre qué les parecía la idea de introducir cohetes atómicos ofensivos en la isla de Cuba.
 
Esta era la única manera, el premier ruso había decidido, en que la URSS se podía igualar a EEUU sin gastos ruinosos para su débil economía. Todo este andamiaje se originó con Khrushchev.  Fue su idea, el plan se elaboró bajo su dirección más meticulosa, y Castro y Cuba no contaron para nada, excepto que Cuba tuvo que aprobar los planes de la introducción de los cohetes nucleares en la isla.
 
Pero antes de describir la génesis y desenvolvimiento de la idea de lo que luego se llamó Proyecto Anadyr, por el río del mismo nombre en Siberia, es necesario describir la motivación de Khrushchev para concebir lo que todavía muchos consideran como un plan demente. Y para esto tenemos que ir al desenlace de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, a la reunión entre Kennedy y Khrushchev en Viena, Austria, en junio de 1961, y a la Crisis de Berlín en el verano de 1961.
 
Si Bahía de Cochinos fue un desastre para Kennedy, Viena fue un “mini” desastre. Y combinado lo que allí sucedió con la “medida” que ya Khrushchev le había tomado al presidente americano por, en las propias palabras de Kennedy, “ser tan joven y con tan poca experiencia para meterme en ese lío (mess) y después no tener el valor suficiente para llevarlo a cabo”, Viena convenció a Khrushchev de que podía hacer su voluntad con Kennedy (have his way with him).[3]
 
Kennedy se había lastimado la espalda otra vez antes del viaje, y sus médicos no querían que lo hiciera, pero si lo hacía, recomendaban que llevara muletas, a lo cual Kennedy se negó rotundamente por no querer parecer un lisiado (la imagen, siempre la imagen). Días antes, en París, se agravó la lesión en la espalda, que ya era crónica desde años atrás.  Ahora en el avión a Viena, adolorido, irritado y posiblemente sobre-medicado por el gran dolor, Kennedy fue advertido específicamente por el ex-embajador de EEUU en la URSS y ahora uno de sus principales “Kremlinólogos”, Llewellyn Thompson, de no entrar en debates ni discusiones sobre ideología con Khrushchev. Llegando a Viena, eso fue exactamente lo que hizo el primer día, con pésimas consecuencias para él y para la reunión. 
 
Todos los presidentes americanos, con las posibles excepciones de Harry Truman y Ronald Reagan, han caído siempre en la trampa de querer dialogar con los comunistas. Todos ellos, desde Franklin Roosevelt, han estado absolutamente convencidos de sus poderes de persuasión y de poder convencer a sus adversarios rusos de ver la realidad, de entender que está en sus mejores intereses cooperar con EEUU, que se pueden poner de acuerdo si cada uno cede un poco. Como creen que están tratando con personas racionales como ellos ¿cómo no pensar de esta manera? Y ahí está el detalle de por qué tantos resultados catastróficos han quedado de estas reuniones de “cumbre”. 
 
Roosevelt pasó años enfrascado en entrevistarse con Stalin, seguro de que podía “hacer negocios con el Tío Joe”, como estúpidamente le llamaba en privado. En sus reuniones, sobre todo en la primera en Teherán, Irán, en 1943 (donde se tomaron todas las decisiones fatales de la post-guerra y no en Yalta, como siempre se ha pensado),[4] Roosevelt se congraciaba con Stalin a expensas de su aliado británico Winston Churchill, tildándolo de imperialista, mientras él y Stalin eran los “demócratas”. Cometía indiscreciones e imprudencias a diestra y siniestra, y por supuesto, estaba rodeado de agentes secretos rusos, quienes le daban informaciones adicionales a Stalin sobre sus verdaderas intenciones.
 
Truman, como era nuevo en el juego y no estaba contagiado por los “diplomáticos” del Departamento de Estado, al principio, se mostró enérgico tanto con Stalin como con su Ministro del Exterior Vyacheslav Molotov. Además, sólo se reunió con Stalin una vez y fue suficiente para “curarse de espanto”. Los presidentes Johnson, Nixon, Ford y Carter, todos padecieron del mismo mal, y consiguientemente, todos básicamente fracasaron en sus negociaciones directas con los líderes rusos. Aún Henry Kissinger, quien bajo Nixon y Ford fue el negociador principal, a pesar de ser un gran diplomático y no padecer de la misma ceguera que todos los presidentes, sufría de un defecto peor: estaba convencido de que el comunismo sería el ganador final, y por lo mismo, sólo trató de conseguir los mejores términos posibles de prolongar la agonía occidental a lo máximo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario