El trainer de boxeo es exitoso si sus pupilos evidencian que mejoran cada vez que se presenten en el ring.
Como que debe ser el que más tiempo pase junto al pugilista, pues se lleva la mayor parte de la confiabilidad del boxeador e influye más que nadie en él, lo que le coloca en una situación de privilegio incluso con respecto al manager.
Claro, hablé de la era antigua y grandiosa del pugilismo, digamos que, en Cuba, la etapa previa al castrismo.
Durante 1958 entrenaba a Mantequilla Nápoles y a Ultiminio Ramos un buen trainer de la época, Kid Rapidez; sin embargo, el hombre a cargo de la preparación de los boxeadores no era bueno en otras facetas de la vida que lo merecen como la fidelidad.
Resulta que el manager los dos peleadores era Benito Fernández, uno de los que construyó el mejor gimnasio del mundo en su época, el de la Cooperativa de Ómnibus Aliados de la calle Belascoaín en La Habana.
Benito era considerado por todo el mundillo del sector como figura decente, diáfana, fiel y justo, facetas poco comunes en los hombres que se dedican al oficio.
Cuando a Cuco Conde, zar del boxeo cubano que manejaba a todos los peleadores de promesa e importancia de la Isla tras bambalinas; único capaz de mantener en buen estado la relación con “el Norte”; que supervisaba el nexo hermanos Fernández-Gimnasio de la calle 5ta de Miami Beach y que presentaba las carteleras con participación importante de George Parnassus, a la sazón el gran promotor del boxeo profesional, se le hicieron interesantes Mantequilla y Ultiminio, utilizó a Rapidez para incomodar a los pugilistas contra Benito hasta que logró sus contratos.
Cuando se exilió en México en 1961, sacó de Cuba a Kid Rapidez, que continuó trabajando con los dos mencionados, con Manolo “Coco” Mora y con Emil Duvergel, conocido como Baby Luis, durante toda sus carreras en el país azteca.
Eso lo podía hacer un trainer “estilo antiguo”, que dedicara su tiempo a un grupo relativamente pequeño de boxeadores “in sito”; un entrenador de hoy atiende a muchos boxeadores, incluso en lugares diferentes; tal vez, en algunos casos, por medio de representantes y esa forma ultra moderna quizás no sea la más eficiente.
En los campos de training del boxeo también predomina la atención al boxeador de gran mercado, lo que se pudo ver cuando Freddie Roach, que realmente no es tan grande como dicen en la parte técnica (Pacquiao es el mismo desde hace 10 campañas, solo que “mucho más fuerte”), tuvo en sus manos al cubano Rigondeaux, al que, prácticamente, le prestó poca o ninguna atención y la parte del oriental determinó cesar la relación por inútil e inoperante.
Con Gamboa va a trabajar Emanuel Steward, el nombre de la última leyenda moderna en funciones junto a Nacho Beristaín; sin embargo, la realidad del ring dirá la última palabra…
Siempre he sido proclive a considerar la necesidad de que trainers profesionales trabajen con los cubanos que llegan directo de la Isla al profesionalismo; porque un boxeador puede ser amateur; puede arrastrar los vicios del mal boxeo aficionado, pero el entrenador tiene que ser profesional hasta en la manera de caminar.
Sin embargo, hay entrenadores cubanos activos que son profesionales de arriba abajo e Ismael Salas es uno de ellos, con Orlando Cuéllar al lado y, porque demuestran progreso sus peleadores, poco a poco Osmiris Fernández se hace un lugar. A Roberto Quesada no lo menciono porque su actividad académica itinerante lo tiene absorbido y al ring sube como “cutman” mayormente.
Lo que quiero decir es que, porque Salas era el entrenador de Yuriorkis, yo no lo hubiera cambiado ni por Ray Arcel ni por Angelo Dundee, incluso; a fin de cuentas, el cubano es campeón mundial (con una faja que le robaron) y, aunque suba de división, su carrera está hecha. Para lo único que pudiera servir el cambio es para contribuir inmerecidamente a la leyenda de Steward en detrimento de la responsabilidad que tuvo Ismael Salas si el cubano sigue en ascenso.
La presencia en la esquina, el second, es la gran diferencia entre quien sabe y quien no. Si Steward va a atender a Gamboa como debe ser; si va a estar en la esquina del cubano siempre, el compromiso pudiera resultar todo lo exitoso que ha sido con Ismael Salas, si no, que ni pruebe; porque, además, va a necesitar de un intérprete y en un minuto de descanso entre rounds es muy difícil transmitir correctamente una traducción obligatoria.
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