Cubanalisis / Antonio Arencibia
En la “Sagüesera” de Miami siempre se ha tenido como una verdad indiscutible que los Estados Unidos no se han enfrentado directamente -por medios militares- al régimen de los Castro, no por debilidad, sino por desinterés. Como consecuencia, la moraleja de los que anhelan el fin rápido y cruento de la dictadura ha sido: “Si Cuba tuviese petróleo la cosa sería distinta”.
Tal frase casi se convirtió en un dogma del exilio de línea dura, hasta tal punto que durante mucho tiempo, pero especialmente en los últimos seis años, tanto los políticos como los economistas, e incluso muchos bloggers del ámbito cubano-americano, se han sentido en la obligación de ignorar o ridiculizar las pruebas de las compañías canadienses en la ZEE (Zona Económica Exclusiva) de Cuba en el Golfo de México, confirmadas por el U.S. Geological Survey, de la existencia allí de una importante reserva potencial de petróleo y gas natural.
La extracción en el 2010 de más de un millón de toneladas de hidrocarburos en 173 pozos terrestres de la Isla ha ido convirtiendo el potencial en certeza, y entonces algunos de los que se desayunaron con esa realidad optaron por echarle la culpa al ex presidente Jimmy Carter, que autorizó la delimitación de fronteras marítimas de Estados Unidos con México y Cuba en 1997. Ese acuerdo -dicen- no previó que en la ZEE de Cuba también habría petróleo, como sucede en la de los otros países que comparten las aguas y las riquezas del golfo de México.
Recientemente, nada menos que las cabezas políticas de ese núcleo duro sur-floridano han confirmado absolutamente el potencial energético de tierras y aguas cubanas. La congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen, que encabeza la poderosa Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, respaldada por otros colegas cubano-americanos, presentaba a fines de mayo un proyecto de ley que sancionaría a los inversionistas extranjeros en la industria petrolera cubana para impedir que “el régimen de Castro se convierta en magnate del petróleo del Caribe”.
Este proyecto difiere de la actuación complaciente que se ha seguido en el Congreso Norteamericano con la mayoría de las dictaduras petroleras del mundo, y su contenido se complementa con la preocupación ambientalista de proteger las aguas y costas de Estados Unidos, amenazadas por un potencial derrame de hidrocarburos en los mares de Cuba.
En anteriores artículos me he referido a ese tema y a que los directivos de la Repsol en Madrid aseguraron a Ken Salazar, Secretario del Interior de la administración Obama, que permitirían a las autoridades norteamericanas la inspección de sus operaciones de perforación en la ZEE de Cuba.
Al respecto apuntaba que una propuesta de ese tipo solo se podía hacer con autorización del régimen neocastrista. Aunque en todo este crucial asunto el presidente norteamericano ha evitado contactos oficiales directos con la dictadura, los ha abordado mediante terceros.
Así, hace una semana, visitaron La Habana, empresarios privados y especialistas de alto nivel que asesoran a su gobierno para tratar de ajustar los detalles de cooperación en caso de un accidente en aguas del Golfo. La delegación la formaban entre otros: Lee Hunt, de la Asociación Internacional de Contratistas de Perforación; William Reilly, co-presidente de la Fuerza de Tarea del Ejecutivo para investigar el derrame del pozo Macondo de la BP en las aguas al sur de Louisiana en 2010, y Richard Sears, el ex vicepresidente de Perforación en Aguas Profundas de la Royal Dutch Shell.
Aunque no ha accedido a todo lo que le sugieren esos enviados en materia de contención de un desastre en la perforación en aguas cubanas, el presidente norteamericano, con visión realista, ya ha ordenado se emitan autorizaciones para que si ocurriese intervengan en su control varias compañías norteamericanas especializadas en limpieza de derrames petroleros. Según la publicación del ramo, Oil Price, la congresista Ros-Lehtinen, ha opinado sobre el particular, en el mismo sentido que la administración Obama.
Una presión directa sobre REPSOL
Pero ahora aparece un nuevo elemento en medio de este complejo asunto; se trata de un documento impulsado por la congresista Ileana Ros que suscriben otros 33 Representantes a la Cámara, incluyendo entre ellos a Debbie Wasserman-Schultz, Presidenta del Comité Nacional Demócrata, en el que, tras dirigirse “respetuosamente” a Antonio Brufau, principal directivo del consorcio Repsol, lo amenazan con posibles sanciones y boicot a sus proyectos en Estados Unidos si prosigue sus planes de perforar en aguas cubanas en busca de petróleo.
Lo primero que hay que hacer es no escandalizarse demasiado en ese asunto, pues actuando también en su provecho político, a inicios de los años 90 el régimen de Fidel Castro ofreció a la estatal brasileña Petrobras, los bloques más promisorios de su Zona Económica en el Golfo, si el gobierno de Brasil desistía de establecer relaciones con los opositores anticastristas exiliados en Estados Unidos.
Si Petrobras abandonó después sus planes petroleros en aguas cubanas no fue porque no hubiese perspectivas de hallar hidrocarburos, sino porque no necesitaba ser la primera corporación en perforar en gran escala en un área conflictiva, ya que Brasil cuenta con enormes recursos petroleros en su propio territorio y mares adyacentes.
En cuanto a Repsol, está en una difícil coyuntura: si cede a la presión de ese grupo de congresistas norteamericanos y abandona -a un alto costo económico- sus compromisos y contratos de perforación en aguas cubanas, evitaría dilaciones y obstáculos por parte de la Cámara de Representantes, de mayoría Republicana, para sus proyectos y operaciones en Estados Unidos.
Hay que añadir que Antonio Brufau está enfrascado en una lucha en el seno de Repsol contra otros inversionistas, y ha conseguido el apoyo mayoritario del consejo del consorcio para rechazar el control del 30 porciento de sus activos por un grupo formado por la petrolera estatal mexicana PEMEX y la constructora privada española Sacyr Vallehermoso. Si bien es cierto que el presidente de Repsol está evitando que los mexicanos se aprovechen de su tecnología, también pierde las ventajas que le proporcionaría, -en su perforación en aguas cubanas-, una alianza con el segundo abastecedor de petróleo a Estados Unidos.
A diferencia de Repsol, que está constituida por capitales privados, sus asociados en la utilización de la plataforma petrolera semi-sumergibles Scarabeo 9 en aguas cubanas, son la estatal noruega Statoil y una unidad de la estatal de la India ONGC. No parece que si el presidente de Repsol cede a la presión de los congresistas norteamericanos, ni la Statoil, de reconocida pericia tecnológica en la perforación en aguas profundas, ni la ONGC se vayan a arriesgar a perforar solas y enfrentar posibles represalias.
La posición de Obama
No se puede olvidar que ya está a punto de comenzar la campaña presidencial en Estados Unidos, la cual, -si nos guiamos por el costo de la del 2008-, promete volver a ser “el espectáculo más grande del mundo”. Eso le da relevancia a la firma de Debbie Wasserman-Schultz en el documento-advertencia de los 34 congresistas al presidente de Repsol.
El presidente Barak Obama, que aspira a ser reelecto para un segundo término escogió a Wasserman-Schultz como su candidata para la Presidencia del Comité Nacional Demócrata. La congresista fue la primera persona de origen judío electa a la Cámara de Representantes por la Florida, y se ha destacado dentro de su partido como gran recaudadora de fondos electorales. Además, mantiene gran coincidencia con su colega floridana Ros-Lehtinen en el tema Cuba, y por eso los estrategas obamistas consideran que su firma en la carta al Sr. Brufau les puede ayudar a ganar votos cubano-americanos en ese estado.
Por todo lo anterior, no hay que extrañarse que el Presidente no se haya pronunciado respecto a la carta. Si Repsol desiste, bien; solo se trata de la iniciativa de un grupo de legisladores y no de una ley. En eso, el Ejecutivo no se tiene que inmiscuir.
Vísperas de la campaña Obama guarda silencio y es cauteloso, y si se logra mantener para un segundo término, entonces podría moverse con más libertad en la cuestión petrolera cubana. Sin duda, sus asesores le han señalado que el incremento de la producción de petróleo y gas en la Isla, hasta alcanzar la autosuficiencia energética, sería un factor a favor de reducir la simbiosis del neocastrismo y el chavismo.
Mirando la “bola de cristal”
Por eso, quien tenga pretensión de adivino haría bien en conseguirse una “bola de cristal” para asomarse al porvenir a mediano plazo del proyecto “Cubazuela”. Hay muchos misterios que develar, y muchas conjeturas que confirmar, empezando por los referidos a la salud del Teniente Coronel, devenido Comandante Hugo Chávez Frías.
Conociendo los métodos del castrismo, es posible que lo hayan copiado en Caracas, y el gobierno rojo-rojito haya “filtrado” el agravamiento del líder y su ingreso urgente, para “desmentirla” después con la aparición del enfermo jugando a la pelota.
Pero la realidad es que Hugo Chávez va a tener que someterse a una quinta -o sexta- sesión de quimioterapia a fines de este mes, y que lo que ya va siendo normal en Venezuela, (igual que sucedió en Cuba con Fidel Castro), no es su presencia, sino su reaparición en funciones.
No obstante, de seguir así y no recaer seriamente, es posible todavía su triunfo en las presidenciales. De otro modo, los “bolivarianos” tendrían que sacar de sus divididas filas a un candidato como aspirante a sucesor electoral del caudillo discapacitado. En ese caso la gerontocracia habanera haría lo posible y lo imposible para mantener en el poder a esa “boli- burguesía” chavista, que se ha enriquecido en los últimos 12 años, y que le permitirían continuar el lento desarrollo de reformas económicas, que el régimen ve como única garantía de supervivencia.
Pero si se diera en las elecciones venezolanas el hipotético fracaso de Chávez, o de un candidato del chavismo, habría que calcular la variante estratégica que asumiría China comunista en su expansión y alianzas en América Latina.
Podríamos simular que preguntamos a una bola mágica si en ese remoto, pero no imposible caso, puede China darse el lujo de permitir que el fin del experimento socialista venezolano coloque al neocastrismo al borde del colapso energético y, por lo tanto, enfrentado a un nuevo Período Especial.
Me parece ver a través del globo de cristal que si los demócratas de Venezuela triunfasen en las elecciones modificarían sustancialmente el arreglo de Chávez con los Castro, de petróleo por técnicos, pero no parece que se hayan planteado la denuncia automática de los tratados petroleros con China.
En esa muy hipotética y compleja situación, aparecen los acorralados raulistas, ofreciendo a los comunistas chinos suficientes concesiones para que se decidan a ser los primeros en perforar en gran escala en aguas profundas cubanas.
Además, parecen solicitar a los chinos, como ayuda urgente, el desvío hacia la Isla de parte del petróleo contratado por China en Venezuela, mientras la producción cubana no cubra las necesidades energéticas del país.
Se ve en la esfera cristalina, de forma no muy nítida, que hay numerosos técnicos y banqueros chinos en la Isla, pues los neocastristas no han dudado en convertirla en factoría de Beijing. Parece que Cuba, es un gran deudor y cliente político de China.
¿Qué haría entonces Estados Unidos? ¿Tratará a la Isla como una pieza en su diferendo global con China, como lo fue con España y con la Unión Soviética? ¿Favorecería con medidas de alivio económico al nacionalismo cubano aunque signifique fortalecer al neocastrismo?
Al hacerle estas preguntas, se nubló completamente la “bola de cristal”.
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