La emigración de ciudadanos de un país de origen hacia otro país receptor es motivada por razones económicas y/o políticas. Las razones políticas no son necesariamente a causa de persecución o amenaza de cárcel o muerte de forma personal, sino que también pueden obedecer a inconformidad con la situación política existente, tales como violación de derechos humanos, falta de libertad de expresión, asociación, etc. El individuo que emigra a otro país por razones eminentemente políticas espera encontrar en el país receptor las condiciones que le hagan superar su frustración con el régimen que lo oprime.
Desde el punto de vista macroeconómico
La emigración por razones económicas es debida a situaciones de desempleo, falta de oportunidades de mejoramiento en el nivel de vida, así como la limitación del país de origen para satisfacer las aspiraciones de progreso del emigrante. La recepción del país receptor en este caso depende en gran medida de la situación económica que esté atravesando.
Existe una relación relativamente directa entre el estado de la situación económica de un país y su grado de aceptación a la inmigración económica. En la medida en que mejora la economía y consecuentemente disminuye el desempleo, el país abrirá más sus puertas aduanales a la inmigración. No es casualidad que, desde que los Estados Unidos de América se encuentran inmersos en una situación económica de recesión o de una débil recuperación, caracterizada precisamente por un alto desempleo que se resiste a descender, la política contra los inmigrantes se ha fortalecido, en particular contra los inmigrantes indocumentados.
La misma situación se puede encontrar en Europa. A partir de la creación de la Unión Europea se han eliminado las barreras aduanales y se ha creado el Tratado de Schengen (firmado en la ciudad del mismo nombre en Luxemburgo el 14 de junio de 1985), que permite la eliminación de las fronteras y el libre flujo de personas y mercancías entre los países miembros.
Sin embargo, la situación económica de la Unión Europea a partir de la crisis económica mundial del 2008 está confrontando problemas muy serios relacionados con déficits presupuestarios y deudas públicas que, aunque se concentran en los llamados países de la periferia -Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia- afectan en mayor o menor medida a la mayoría de los países miembros.
Ante esta situación la inmigración se ha visto restringida, y se escuchan llamados a limitar el Tratado de Schengen, en particular con los inmigrantes ilegales que provienen no solamente de países europeos no miembros de la UE, sino especialmente de África del Norte, a raíz de las rebeliones contra las tiranías de Libia, Túnez y Egipto. Casualmente, los países de la periferia están situados en el sur del continente, y una vez arriban a cualquiera de ellos, el Tratado de Schengen les permite desplazarse sin problemas hacia otros países con mejores situaciones económicas.
Incluso dentro de la misma EU, la inmigración legal puede tener lugar entre ciudadanos de países que pertenecían al bloque soviético y son ahora miembros de la Unión. Por artículos que he leído e incluso comentarios personales con ciudadanos de algunos países escandinavos, he podido saber que en general hay rechazo a aceptar inmigrantes de Polonia, Hungría, la República Checa o Eslovaquia.
En este contexto hay que distinguir entre los inmigrantes con un bajo nivel de calificación y los profesionales, así como la necesidad de recibir inmigrantes en un determinado rango de edad laboral, por cuanto especialmente en los países de la UE los porcentajes de la población entre 18-50 años se están reduciendo al tiempo que los de la población en edad de retiro están creciendo. En otras palabras, el cociente de apoyo está decreciendo; por ejemplo según un
interesante artículo publicado en The Economist, en el período comprendido entre 1970 y 2010, los cocientes de apoyo se redujeron en Estados Unidos de 5.3 a 4.6, en Gran Bretaña, de 4.3 a 3.6, en Alemania de 4.1 a 3.0, en Francia de 4.2 a 3.5, y en Japón de 8.6 a 2.6.
En los países desarrollados de América del Norte, Europa y Japón, agrupados en la Organización para la Cooperación Económica en el Desarrollo (OECD en inglés), vivían 85 millones de personas que contaban más de 65 años, y para el 2050 se proyecta que este número alcance los 350 millones.
Por lo tanto, desde el punto de vista económico, por un lado los inmigrantes son necesitados siempre y cuando estén en edad laboral y preferiblemente si tienen un buen nivel de calificación (para que puedan mejorar el cociente de apoyo), y por el otro lado, el desempleo deberá ser relativamente bajo para que no empeore la situación económica de los desempleados. Debe tenerse en cuenta que el desempleo es uno de los mayores problemas económicos de cualquier país, y un punto de fricción en el mercado internacional en la relación entre el libre mercado y el proteccionismo.
Veamos ahora las contradicciones experimentadas por los inmigrantes al abandonar el país de origen y comenzar una nueva vida en el país receptor.
Desde el punto de vista del emigrante
El emigrante experimenta dos sentimientos encontrados (lejanía y acercamiento) tanto en el país de origen como en el receptor.
En el país de origen encuentra lejanía porque se le hacía insoportable seguir viviendo en las condiciones en que se encontraba, ya fueran políticas o económicas. Se sentía frustrado, maniatado, ante un callejón sin salida dentro país. Necesitaba emigrar y alejarse de aquella cárcel explícita o implícita, física o psicológica. Por otro lado, experimenta ahora también un acercamiento a la patria, a su cultura, a su idioma, a su música, a su clima, a su cielo, a los amigos que no volverá a ver y con los cuales compartió su niñez, su juventud o su edad madura, a sus raíces que no están totalmente extirpadas del terruño.
Podríamos tratar de representar matemáticamente su situación de la forma siguiente:
A - Grado de acercamiento al país del que se emigra.
L - Grado de lejanía respecto al país del que se emigra.
En el país receptor encuentra lejanía -que tiende a disminuir en la medida en que asimila la nueva cultura, aprende mejor el idioma extranjero y se aclimata a la idiosincrasia del país que le abrió las puertas y lo aceptó como hijo propio. Por bien que se sienta, de vez en cuando se estremece al oír su música autóctona, o escuchar frases típicas de la jerga del país de origen, al recordar las buenas amistades o los familiares.
Pero el emigrante también encuentra acercamiento al nuevo país porque le ha permitido lograrse en una dimensión que le hubiera sido imposible en su patria. Se siente parte del país, incluso del mundo; se siente bien al poder realizar sueños, o sea, realizado en un plano profesional y hasta personal.
Podríamos representar matemáticamente su situación de la forma siguiente:
A - Grado de acercamiento al país de inmigración.
L - Grado de lejanía respecto al país de inmigración.
El emigrante se ve obligado a dejar atrás la tierra donde nació siempre y cuando A< L, y se siente relativamente feliz en el país que lo recibe siempre y cuando A> L.
El problema se complica cuando se encuentre en las situaciones simultáneas A< L y A< L. En este caso el emigrante tendría que probar emigrar a otro país, siempre y cuando estime que las razones por las cuales ha valorado los grados de acercamiento y lejanía en ambos países se mantienen constantes.
El caso de los cubanos después de 1958.
El surgimiento de la revolución de Fidel Castro ocasionó la mayor salida de cubanos al exterior, con un total aproximado de 2 millones desde el 1959 hasta el 2010.
Las emigraciones han sido diferentes; en las primeras (formadas por cubanos de holgada posición económica) la razón fue básicamente política, al serles confiscados sus bienes por el gobierno y por ver tronchadas sus metas financieras.
En la medida en que la revolución se fue radicalizando y las confiscaciones alcanzaron a la clase media, e incluso a la media-baja, la emigración -aunque mantuvo su carácter predominantemente económico- ya tenía un profundo cariz político.
Solamente las capas más pobres de la población seguían apoyando una revolución que ya era abiertamente marxista, y la emigración se iba politizando cada vez más. La emigración masiva del 1980 fue fundamentalmente política y económica. La caída del campo socialista a finales del ochenta y principios de los noventa desenmascaró la endeble base económica del gobierno cubano y puso al desnudo la ineficiencia económica del sistema. El prometido futuro luminoso no se veía por ningún lado, y la decepción sustituyó al apoyo que durante las primeras décadas disfrutó el régimen castrista.
Al tiempo que se desmoronaba la confianza del pueblo cubano en su supuesta “revolución” y en sus “invencibles líderes”, y las generaciones de cubanos (que no habían vivido los horrores de la dictadura batistiana ni la esperanza de un futuro mejor prometido por la falsa revolución liberadora) se abrían paso sin haber conocido la economía de mercado, la pésima situación económica hacia insostenible la vida en Cuba, y ya daba un matriz profundamente económico a la estampida de cubanos hacia las costas de los Estados Unidos.
Simultáneamente la represión se reforzaba, lo cual hería la sensibilidad democrática de los cubanos que ya habían perdido la fe en la revolución. Por lo tanto, el salir del infierno comunista se convirtió en la primera causa de la emigración cubana, que ya se había convertido en una diáspora en América del Norte, América Latina y Europa.
En líneas generales puedo decir que la emigración cubana a lo largo de los últimos cincuenta y dos años tuvo ese doble carácter político y económico. Desde el punto de vista del país de origen, la situación de los emigrantes cubanos es y ha sido hasta el momento claramente del tipo A< L porque el reforzamiento de la represión, la pésima situación económico-socio-política, y la falta de esperanza en un cambio de régimen prácticamente han llegado a desarraigar a los cubanos de su tierra natal y hacerle prácticamente inaceptable regresar al país en forma permanente.
Desde el punto de vista del país receptor, la situación de los emigrantes cubanos es fundamentalmente del tipo A> L por cuanto la emigración en términos generales ha sido bien recibida por la mayor parte de los países receptores. Según informes estadísticos los cubanos alcanzan los niveles más altos de ingresos anuales dentro de la población hispana en los Estados Unidos.
La emigración mexicana en las últimas décadas
La emigración mexicana a los Estados Unidos ha sido causada fundamentalmente por razones económicas. Los mexicanos vienen a Estados Unidos a mejorar sus condiciones de vida; por lo tanto, para la mayor parte de ellos mientras la economía norteamericana estaba floreciente (por ejemplo en la década de los noventa) eran válidas la situación A< L y A> L.
Sin embargo desde la primera década de este siglo, los inmigrantes enfrentan situaciones adversas tales como:
a) el empeoramiento del desempleo en los Estados Unidos desde la primera década de este siglo, que es más alto para los hispanos que para la media del país;
b) el reforzamiento de la actitud anti-inmigrante en este país, dándose el caso de que algunos estados como Arizona hayan tratado de establecer leyes anti-inmigrantes indocumentados que han provocado mudanzas hacia otros estados más hospitalarios;
c) existe una enorme dificultad en lograr una reforma migratoria en un congreso profundamente dividido entre los partidos políticos tradicionales;
d) se han reducido las oportunidades de empleo sobre todo en la industria de la construcción que asumía un respetable porcentaje de la población mexicana;
e) el número de deportaciones se ha ido incrementando en los últimos años; y
f) las remisiones de dólares de los mexicanos a su patria se han visto reducidas desde la recesión del 2008.
Por lo tanto para una parte de los mexicanos inmigrantes la situación se ha convertido en A> L y A< L ; en otras palabras, están regresando a su país de origen.
En resumen, el sentimiento simultáneo de alejamiento y cercanía que experimenta el emigrante lo hará permanecer en tierra extranjera mientras se cumpla el conjunto de inecuaciones A < L y A > L., y retornará al terruño cuando tenga vigencia el conjunto de inecuaciones A > L y A < L.
Como se puede apreciar el factor fundamental en estas inecuaciones es el económico, aunque el político también juega un papel extremadamente importante, tanto para el país de origen como para el receptor.
En última instancia, la situación económico-política desfavorable en el país de origen y la favorable en el país receptor es la causa fundamental de la emigración.
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