[Cortesia del autor]
Recuerdo una canción que se pegó en Cuba por Los Canarios, “Get on your knees”, traducido, “Arrodíllate”, a principios de 1969.
El grupo tenía instrumentos de viento y el cantante, Eduardo “Teddy” Bautista, también keyboards, trataba de hacer su voz a la manera de los negros del R&B, digamos que a lo “Howling Wolf” y ese tipo de músicos de importancia genérica. El individuo cantaba en ingles, porque había estudiado en EUA.
Bautista no sabe esto: en el mes de junio de 1969, nos concentramos más de 3,000 jóvenes cubanos en el cine Acapulco, del barrio Nuevo Vedado, para ver una película de Carlos Saura titulada Frapé de Menta.
A ninguno nos interesaba la película, sino escuchar a Bautista y a los Canarios interpretar, entre otras, Get on your knees y Peppermint Frappe. Esa era la forma de comportamiento de la juventud cubana de la época por la imposición de la censura y la forma de protestar contra ella: la molotera juvenil, tan temida siempre por la tiranía… desbaratamos los cristales y cuanto encontramos en el medio incluso las butacas, a los 20 minutos, 4 batallones de elementos del MININT, con cadenas y bates de beisbol, estaban enredados a leña con todos nosotros; hubo cabezas, brazos…rotos, ropa deshecha y jefatura de policía como para 250, con una causita por escándalo y desorden público de 50 pesos de multa, pero con una advertencia del G-2, uno por uno: “La próxima vez, los coge el Príncipe por contrarrevolución…”, el tipo que dijo eso era teniente del DSE y se llamaba Julio de la Torre, había sido pelotero profesional del Habana. Ojalá se haya muerto.
Claro que escuchábamos a Los Canarios como “uno más”, porque, en Cuba, lo que interesaban eran los ingleses y los americanos, a fin de cuentas, los buenos en el oficio.
Ya se había vivido una experiencia parecida con un documental de los Beatles, exhibido en 1965 y regalado por la Leyland, cuando la tiranía le compró un lotecito de guaguas; incluso hubo molotes para ver a los músicos ingleses en una película llamada Cassius Clay, en que aparecían junto al boxeador los verdaderos FAB 4, en 1968-69. Este material era antiamericano por los cuatro costados. De nada de esto sabía Teddy Bautista, todavía no debe de haberse enterado ni le importa.
Pero, como que a nosotros si nos tiene que importar todo: hombre, hecho y circunstancia, yo recuperé su pista en el Miami de los 90’s, cuando acusó al exilio con el mismo lenguaje comunista del castrismo, porque nos opusimos a que celebrara una de sus actividades como presidente del MIDEM, con el chancleteo a lo Omara, con ella y otros músicos voceros de la dictadura, en una ciudad que resulta el punto neurálgico de las víctimas del comunismo en América, las únicas de forma brutal y descarnada. Entre estos, muchos de los que recibimos palos y calabozo por tratar de escuchar a Los Canarios, en 1969, en un cine de La Habana.
Entonces se llevó sus discursitos, sus premios y su espectáculo decadente creo que a Los Angeles; no estoy seguro.
Ahora el presidente del SGAE, especie de sociedad autoral que, dice, defiende lo justo ante la piratería musical por lo del “top manta”, está en medio de un proceso por desvío de fondos y bienes gananciales en su país. La Guardia Civil le efectuó un registro que, aparentemente, le compromete junto a otros implicados.
Extraño: según El País, Bautista se mueve en España con chofer, los guardaespaldas los utiliza en La Habana, ¿A qué le teme? ¿Acaso le han dicho que la tiranía pudiera desprotegerlo? ¿De quiénes? Vamos, Teddy, no solo te cuidan, sino que, miles de pies de películas de tus actividades, todas, descansan en los archivos del G-2.
Voy a repetir lo que todo el mundo dice, hipócritamente, para no perder el polvo humanista: “no me alegro del mal de nadie”; sin embargo, ¡Ojalá que a Teddy Bautista le metan 100 años sin visitas ni jabas y en celdas tapiadas! solo por su actitud ante el castrismo a través de la música, por lo demás, no tengo nada contra él, que cantaba bastante bien en inglés algún que otro numerito sin complejidades.
Y que tenga en cuenta que, si le quieren hacer una causa gorda, que no dude que La Habana ha de tener preparado el fajo con cuanto documento haga falta, que demuestre que “los tentáculos de esta conspiración internacional de robo y lavado de dinero, nacida en España, también alcanzaron a la sociedad de lo músicos incorruptibles que, una vez, quiso imponerles, a través de la falsa e hipócrita práctica de la libertad de expresión con sello liberal de izquierda, a la intransigente mafia exiliada de cubanos verdaderamente libres de Miami”, ¿Quién duda que pudiera suceder?
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