Por Andrés Pascual - Tres Verdades
[Cortesia del autor]
El de Ed Sullivan ha sido el show más exitoso de la televisión americana; desde la actividad de comentarista deportivo, logró alcanzar posiciones de privilegio como presentador en la sociedad conservadora del “americano” estilo antiguo.
El permiso de entrada a las salas de las casas del estadounidense blanco promedio de mediados de los 50’s concedido a Elvis Presley, fue posible después que Sullivan presentara en su programa al Rey como “este es un buen muchacho que cree en Dios…” Pero al celebre intérprete de Hound Dog lo tomaron las cámaras de la cintura hacia arriba, el contoneo sexual del sex-simbol juvenil de su generación quedó censurado.
Cuando, a mediados de los 60’s, “la invasión británica” de músicos blancos invadió el espectro juvenil norteamericano desbancando a todos los intérpretes negros de las listas de éxitos y en el gusto popular, Sullivan llevó a su programa a The Rolling Stones, la banda famosa por su música en igual medida que por sus vidas desenfrenadas; sin embargo, igual que diez años antes sucedió con las caderas de Elvis, Mick Jagger, a la carrera, debió cambiar la letra de su éxito Let’s Spend the Night Together por considerarse obscena y ofensiva contra la moral conservadora.
El 16, 17 y 18 de junio de 1967, en Monterey County Fairgrounds, Monterey, California, planeado por el líder de Mammas & Pappas, John Pillips, con Alan Parises como productor y con Dereck Joyce como publicista, se celebró el primer gran festival de música juvenil al aire libre en Estados Unidos, considerado la célula originaria de Woodstock, dos años después.
La protesta contra la guerra de Vietnam a través de una extraña prédica antibelicista que tenía como símbolos una flor, el amor libre (todo el que se pudiera y con variación de pareja e intención sexual) y el uso de la droga LSD, inauguraban la bacanal que convertiría a Estados Unidos en el imperio de la decadencia moral y en estandarte de la ofensiva contra todos los símbolos conservadores de utilidad infinita; a partir de Monterey, nada podría detener la espiral de auto-destrucción de la sociedad con la contribución, más que generosa, de una Media formatada a un millón de revoluciones en su graznido antisocial y peligroso.
Monterey fue el primer gran éxito en apariciones públicas de Jimmie Hendrix y de Janis Joplin; como contribución a la indecencia, la marca registrada de Hendrix, que le hizo el amor a su guitarra, le prendió fuego y lanzó los pedazos al público…
A San Francisco la llamaban la capital de la “contracultura”, lo que nunca he podido entender porque cultura significa “cultivo”; pero Monterey 67 y 68 se hicieron bajo la influencia del sentido de la vida juvenil en esa ciudad; es decir, bajo la influencia de “respeto por nada ni por nadie” en medio del torbellino “hippie” y del crecimiento descontrolado del homosexualismo.
Fue una juventud peligrosa, incubadora del adulto que se formo políticamente en Harvard y UCLA y que hoy, desde altos puestos en la política americana por el partido demócrata, demuestran la verdad de las acusaciones que recibieron, al aplicarle soluciones antiamericanas que refrendan todo el odio y la ira antisocial que esconden, sin motivo aparente, para semejante actitud.
Grace Slick [Foto], la cantante del grupo Jefferson Airplane, que logró la fama después de presentarse en Monterey, fue compañera de estudios de una hija de Richard Nixon; la irresponsabilidad y la espiral antiamericana y delictiva de este tipo de elemento, la llevó a planear con un amigo utilizar una visita por invitación de su compañera de colegio a la Casa Blanca, para drogar al presidente lo que, afortunadamente, no se produjo.
Todavía en 1969, con el país en medio del huracán que ha barrido con toda la decencia hasta hoy, Sullivan censuró el contoneo de caderas de Jim Morrison, cantante del grupo californiano The Doors; acaso la última batalla en defensa de un objetivo en una guerra que ya iniciaba el principio del fin de una monumental derrota moral irremediablemente.
Hoy “no hay arreglos”, el país esta en manos del antiamericanismo en todas sus vertientes y la publicidad absoluta la manejan sus enemigos, peligrosamente, para todo el mundo… ¿La culpa? De los ratings en función de lo “políticamente correcto”, por los ratings se sacrifican tanto lo decente como la estabilidad ciudadana: BET o Black Entertament Televisión es un canal solo de negros; aparentemente, no hay espacios en sus plantillas para artistas blancos ni posibilidad de programas anglos en su programación; es un altar a la ofensa, la injuria, el desprestigio y el desprecio contra los descendientes de los peregrinos del Mayflower que, por su cuenta, padecen de un profundo e incurable “complejo de culpa” por lo que hicieron sus antepasados con los negros de cuando “la Cabaña del Tío Tom”; si no lo cree, véalo y analice… Después, responda ¿Se imagina qué pasaría con un canal alternativo racialmente, en igual formato e intención? Mejor ni tratar.
¿A dónde va a parar este país? A ningún lado, ya llegó y solo queda rezar para que el Señor nos encuentre confesados…lo demás es por gusto.
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