martes, julio 05, 2011

Sabrido, otra vez de tabla salvadora/ Andrés Pascual


Por Andrés Pascual
[Cortesia del autor]

       Antes de comenzar, he escuchado por la televisión a más de 10 venezolanos decir, tal vez por miedo al “castigo divino”, “que mejore, yo no le deseo la muerte a nadie”, con respecto a la posibilidad de que “se vaya rápido” el tirano que “habla con Bolívar en sobremesa” y le reserva una silla en cada cena.
       Igual ocurrió con algunos cubanos cuando lo del chacal de Birán, sin embargo, ¿Es justo criticar a quien desee festejar un acontecimiento que, en el caso nuestro, tendría tanta significación como el 20 de mayo? Porque, ¿Quién puede dudar que no?
       Si Chávez tiene pronosticados tres meses o un año más de vida, los venezolanos deberían rezar porque se conviertan en fracciones de segundo y salir a las calles a festejarlo, o, ¿Acaso se les ha olvidado la casi masacre con francotiradores cubanos disparándole al pueblo? ¿Desde cuándo y por qué razón, terrenal o divina, hay que manifestarse humanamente, como “buenos hombres de fe”, con quien ordena y supervisa el crimen? En el caso cubano, para gente como Oscar Peña, ¿Dónde se compra mejor justicia o venganza que ese h..o de p..a muerto de cualquier forma? ¡Por favor!
       Bien, a lo que iba, El País, que no es conservador, le ha seguido la pista a la enfermedad de Chávez entrevistando a varios médicos sobre el cáncer que padece, para mí que está muy jodí’o, porque, pese a que el tipo lo informó, ni dijo dónde era ni el alcance de la metástasis, luego se debe creer que, a un año, si acaso. Yo me alegro, en Cuba hay más de 50,000 que deberían morirse ya o nunca haber nacido, por acá unos mil; pero, para nosotros, Chávez cuenta en el número premiado por lo que todo el mundo sabe; así que, sin solidaridades trasnochadas, solo por su influencia en nuestro sufrimiento.
        También dice El País que se produjo un error en la primera operación del dueño de Miraflores (hay que ir buscando a ese médico, como al que operó al dictador, para hacerles entrega de algún reconocimiento, si no lo fusilan antes, que puede suceder), segundo de un cirujano de “alto perfil” castrista si se cuenta la del Penco “retirado”, porque había que extraer el tumor, posiblemente del colon.
       Entonces no hubo bateador emergente cosecha castrista para el 2do. inning, sino que importaron de España, otra vez, al hombre encargado de pisotear la medicina cubana, de cagar con su presencia en el quirófano habanero toda la propaganda hecha alrededor de los médicos de “la nueva escuela”: José Luis García Sabrido, amigo de “la familia”, gurú sanitario y vocero médico, sustituto de Eugenio Zelman, para “cosas de salud graves” en carácter de información internacional. Yo quiero que alguien me responda si, a un amigo de mis abuelos, de San Juan y Martínez, Pinar del Río, apellidado Rodríguez Díaz, se le podía hacer eso, porque este fue el hombre que operó a Chibás, incluso al hijo de Fidel cuando, hace 51 años, tuvo el accidente con afectación del higado; o a otro cirujano pinareño, León Cuervo, incluso a un discípulo de Rodríguez Díaz que practicó durante varios años de dictadura y hoy no sé si lo hace, Alejandro García Gutiérrez.
     Les voy a contar algo personal: hace tres meses, un tío de mi esposa, muy querido por nosotros, llegó exiliado como ex preso de una causa de 1960, lo acompañó su esposa, que venía con una operación de garganta por cáncer; al día siguiente, mediante una placa de rayos X en el control de Emigración, le detectaron a él algo sospechoso en un pulmón y nos indicaron que deberíamos llevarlo con urgencia a un especialista.
     El resultado fue que estaba invadido, con metástasis generalizada que incluía cerebro y columna, de un cáncer del pulmón; el día primero lo enterramos en un cementerio de la ciudad de Miami. El hombre nunca fue diagnosticado con la enfermedad, a pesar de que, el año pasado, lo operaron dos veces en Cuba. Según los doctores de aquí, ese problema podía tener 10 años desde su aparición y desarrollo hasta su muerte. No le costó un solo quilo una atención más cara que la brindada por la dictadura a todos los enfermos de las provincias La Habana y Matanzas en 50 años.
     Antes de que se me olvide: LA ESPOSA, QUE FUE OPERADA DE CANCER EN CUBA, NI TUVO NI TIENE LA ENFERMEDAD…
     A no dudarlo, en casos como el del último tirano que se trató en La Habana, el miedo a fallar al costo de la propia vida de los cirujanos clase A de mentiras, los lleva a cometer errores que, además, dicen mucho de la falta de brillo y profesionalismo con respecto a la era republicana.
    Para gente del pueblo, como los tíos de mi esposa, no tiene nombre, parece que cualquiera los opera y todavía hay recién llegados que van a Cuba porque “los médicos de allá son mejores”, incluso traen medicinas porque “esas sí curan”, ¡Hay que tener gandinga para hablar así!
   Sin embargo, Chávez, aparentemente, tampoco tiene ni la forma de poder evitar una operación en Cuba por miedo al “magnicidio” en su país, en el que cualquier médico debe ser mejor que los cubanos, a pesar de Barrio Adentro y pagó las consecuencias.
       Como norma de estos cobardes, regresó a Venezuela de noche y sin propaganda, a continuar debatiéndose entre la diarrea oral y anal a que acostumbra.

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