Por Andrés Pascual
[Cortesia del autor]
Ni al PSOE ni al PCC de España le interesan los derechos humanos propios, cómo le van a interesar los ajenos; pero los usan cuando les conviene y entonces ese pedazo de tierra al que algún francés se refirió como “Africa comienza en los Pirineos” no es más que, para la Europa moderna y sicótica, el oportunismo extremo y el fraude más colosal posible.
Una vez Fidel Castro fue promocionado como el Robin Hood que cambió los bosques de Sherwood por la tropical Sierra Maestra del Oriente de Cuba; después que le arrebató el poder a Batista con la ayuda de los ricos, de los americanos y de todo el sector marginal y “piso de tierra” del país, se convirtió en el Juan de la leyenda multiplicado por 100.
La intelectualidad trasnochada europea, bohemia borracha de historias, de sensaciones fuertes, le proyectó como un fenómeno nuevo en las relaciones socipolíticas del mundo de la época: desde Sartre hasta el cineasta neorrealista italiano Cesareo Zavatinni visitaron Cuba para ver sobre el terreno “el fenómeno de la última aparición”; sin embargo, con respecto a España, solo intelectuales exiliados del franquismo jugaron un rol promotoril discreto en la creación del mito Castro y del monstruoso culto a la personalidad en que derivó “el jueguito”. Por supuesto que el Generalísimo vivía e imponía el orden moral que hoy pisotearon.
Pero, en los últimos 35 años, (sospechosamente en medio de una democracia contaminada, izquierdista y antiamericana), el papel de los españoles superó el de cualquier otro país de la Europa Occidental en cuanto al apoyo al castrismo y al encubrimiento de sus crímenes: desde las visitas militantes de españoles comprometidos a Cuba y viceversa; hasta la utilización, a pesar de las denuncias, de la casa del bailarín Antonio Gades como cámara de torturas del G-2 castrista y base para enviar personas de interés a la Isla en carácter de detenidos o secuestrados.
Durante mucho tiempo, un enemigo del castrismo ha sido un enemigo de la parte artístico-intelectual visible del pueblo español, que se ha proyectado como si fuera toda España la que respondía con semejante ignominia al esfuerzo del pueblo antillano por lograr su libertad secuestrada.
El cubano odia al español por esas cosas primero; después, por el viejo “turista sexual” que solo pretende desvirgar a una niña o acostarse con cualquier mujer cubana y luego pararse ante una cámara de video a recontar el asalto a la moral de un pueblo como si nada...
De apoyar a Castro, incluso de visitar a Cuba para actuar en un concierto inmoral convocado, organizado y financiado por la Administración Obama, pero encubierto bajo la opcion Juanes y Amigos, militantes comunistas españoles, como Víctor Manuel, firmaron una declaración de apoyo a la causa de la libertad del pueblo de Cuba y en contra de la represión que sufre.
Pedro Almodóvar la firmó y Ana Belén, y el hijo de cubanos Gustavo Diego, y Antonio Resines, y Victoria Abril…
¿Por qué firmaron esos artistas, casi todos militantes de la izquierda partidista, esa declaración? Hace tres ó cuatro años, Joan Manuel Serrat había hecho declaraciones contra el castrismo. ¿Acaso tuvieron una toma de conciencia tardía sobre lo trágico de la tiranía en Cuba? ¿Habrían descubierto “cosas nuevas” que les hayan horrorizado? No, durante los 60’s y los 70’s pasaron miles de cubanos por España que hacían el cuento de una prisión peor que la que sufrieron los “soldados” de la Primavera cubano-europea; de una represión muchísimo mayor que la de hoy; pero, por oportunismo, por desverguenza, por antiamericanismo y por amiguismo con los leales a Castro, en España y en todos lados “nadie escuchaba sobre la tragedia”, porque no querían.
Pero llegó Pablo Milanés al corazón del “alma castellana” en territorio español; a contar, “horrorizado”, que dejaron morir a un huelguista de raza negra y a clamar contra las golpeaduras a las Damas de Blanco y, en el medio, se le ocurre comparar, públicamente, a través de una entrevista, a la sociedad americana con la castrista, a partir de la llegada al poder de un negro en Estados Unidos, solo 40 años después del asesinato del orador de Tengo un Sueño, Martin Luther King jr.
A José María Aznar no, pero a gente tan importante para el castrocomunismo como Ana Belén y Victor Manuel sí los debe haber captado Pablo y ellos, a su vez, han de haber establecido una cadena de seguidores como Victoria Abril y, por lo menos, 100 más del grupo que firmó la declaración.
Alguna vez comenté en Nuevo Acción que, Pablo fuera del juego por propia decisión, significaba media España artístico-intelectual a su favor; a fin de cuentas, ese, para los españoles, sigue siendo el Querido Pablo.
“El gesto” no aleja a Pablo de sus ideas, pero, nadie puede negar que nunca hubo mejor momento como para que reflejara su influencia en algo útil y, por las razones que tuviera, lo hizo…
Si a esos españoles comunistas, antiamericanos, defensores permanentes del castrismo, que han llegado ahí por él les funcionó el efecto Pablo, pues hay que manejar esta próxima visita del cantor a Miami para que cause igual efecto que en España entre el exilio y de repudio entre el amplio ejército quinta-columnista de la tiranía en la ciudad, para robarle el público que asistirá al espectáculo. Si estuvo dispuesto a decir esas cosas, por pequeñas que fueran, en la Península, pues hay que buscar la forma, con inteligencia y tacto, de que las diga aquí, para que lo marginen y estigmaticen allá y, cuando se anuncie el próximo concierto, ni sea Hugo Cancio quien lo traiga ni el público que desfile por el teatro sea de factura neo emigrante económico con inclinación al castrismo. Por si acaso, les dejo el mejor verso que jamás se le ocurrió al canta-autor ante una situación de tamaña importancia: “LA PALABRA ES DE USTEDES, ME CALLO POR PUDOR”
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