domingo, julio 24, 2011

Rotilla Festival y Opositores: COSAS NUEVAS, SOBRE TODO ESO…/ Andrés Pascual


Por Andrés Pascual

       ¿Qué “actividades” reformistas o con carácter de “cambios” está dispuesto a permitirles el régimen a los disidentes y opositores, más allá de las que ya les ha autorizado? Digamos que más “dignas de reprimirse”, en otros niveles, que golpear a las mujeres que marchan con una flor por la calle; más allá que sancionar a entre 10-30 años a un grupo de 75 que escribieron o se reunieron para hablar sobre “lo malo” que está aquello; algunos de los cuales, como Oscar Espinosa Chepe, contribuyeron al desastre. Un grupo que, sospechosamente, no incluyó al dirigente máximo de uno de los partidos que cumplieron papel secundario en el folletín La Primavera Negra y si a varios de sus soldados y hablo de Osvaldo Payá.
      Nadie quiere a Payá en la cárcel, menos aceptar como normal el hecho de que se quede en su sillón colonial, diciéndole a la prensa extranjera lo mucho que sufrían sus contertulios en la prisión. Tampoco se debe utilizar el argumento de que sospechar de esta situación extraña sea “un arma para dividir”, que nadie sabe a quién separaría de quién; porque, lo que es por forma de lucha, decisión…nacieron divididos.
      También se conoce que el régimen puede dejar fuera, sano y salvo, a uno o varios implicados para que se le considere como agente del G-2, sin embargo, el caso Payá continúa siendo el más raro de todos ¡Si hasta Elizardo Sánchez Santacruz estuvo en prisión!
       Mejor cosas nuevas, ahora, ¿Cuáles pueden ser? Porque, el trabajo directo, de convocatoria y preparación (mejor rescate de la dignidad y la identidad) con la juventud, se proyecta como uno de los “compromisos imposibles de rechazar” a que llegan “estos nuevos insurrectos de exagerado pacifismo” cuando inscriben sus organizaciones en la instancia pertinente del MININT, o cuando se inscriben como miembros en esas divisiones de “lucha por mejorar algunos aspectos del castrismo que los incomodan”, basados en la amenaza de que “si intentas manipular a los muchachos, te parto la madre”...pero de verdad, como sabemos hacerlo.
       Bien, ¿Qué hay de nuevo en un comentario de Oscar Elías Biscet, más allá de bueno solo para que se le considere parte del “almacén de antigüedades” que es el diccionario de aforismos políticos de la nación cubana?
      Publicado el pasado domingo en Nuevo Acción como una bonita y vibrante declaración, solo que conocida su esencia hasta por el gato Pancho, Biscet hace referencia a un protocolo que “solo pretende salvar al castrocomunismo, porque está ideologizado y porque se hizo con la participación de los jerarcas que han destruido al país”, la referencia es a un material llamado El Camino del Pueblo. Indudablemente, a Biscet le falta mucho por aprender para que no lo envuelvan, porque ¿Quién es capaz de confiar, ajeno a los militantes y entusiastas del pueblo, en algo propuesto desde arriba, desde el medio o desde debajo de la estructura del régimen, en la que se debe incluir a un tipo comprometido de disidente que, algunos, son conocidos y otros, nadie sabe quiénes ni cuántos son?
       Me enviaron una declaración de un grupo, especie de productor con carácter independiente, cuyo nombre comercial o representativo es Matraca (curioso parónimo de Marakka), que se encargaba de preparar un festival de música juvenil en La Habana conocido como Rotilla Festival, algunos dicen que es un similar de Woodstock; sin embargo, mientras el de 1969 en Nueva York fue un verdadero enfrentamiento contra el orden social establecido y contra la moral del país, que impuso desde la finca de Nueva York en que se efectuó normas antiamericanas prácticas al efecto y degeneró, de inmediato, en un ejército liberal que ha llevado a este país al lugar deplorable en que se encuentra hoy, el habanero parece que no tiene más objetivo que pasar un par de días de “buena folladera”, consumir toda la droga y la bebida que se pueda y disfrutar de mala música de imitación. Hasta ahí. Ese público de, según cuentan, más de 20,000 asistentes, es un tipo de juventud parásita y rehén de su propia mansedumbre, que va a conciertos de Olga Tañón, Juanes y Bosé allá, porque “necesita entretenerse, es su derecho”, lo que no se puede justificar aquí con lo mismo cuando van a bailar con Van Van o con Paulito FG ni, menos, moralmente en ningún lado, una vez que un joven José Martí, necesitado quizás de algún entretenimiento en una etapa sombría de su juventud, dejó para la posteridad su compromiso moral y de principios con la independencia total de Cuba en unos versos en los que declara que no hubiera visto actuar a una célebre bailarina si hubieran dejado la bandera española ondeando en el teatro ¿Entonces?
        Bien, la directiva de Rotilla decidió suspender el evento, porque “las autoridades se lo robaron, incluso pretenden comercializarlo”. Esas autoridades se lo quitaron porque se cansaron de esperar por la reacción anticastrista violenta que no se produjo, que les hubiera posibilitado dar un escarmiento con la juventud a cualquier precio, por cierto, necesario como detonador de la supuesta y obligatoria rebelión masiva popular..
       A ese festival sin mensaje de rebeldía útil, lo van a convertir en otra tribuna antiimperialista por gusto, porque existe desde hace 5 ó 6 años y nunca ha trascendido como digno de tenerse en cuenta para propósitos libertarios…
       Tal vez se esté equivocado con una juventud contaminada por la tiranía, al extremo de no aceptar, de no reconocer la incapacidad que tienen para decidirse a resolver sus propios males, más allá que autodestruirse o integrarse a “la comunidad” como únicas alternativas; definitivamente, por acá, el exilio teme admitirlo por las acusaciones de mafioso, intransigente, cavernícola, divisor, anticubano, o por la gastada “ellos están sufriendo allí” a que se expone de parte de los castrocomunistas de aquí, de allá y de otras nacionalidades que quieren vender (y comprar) con la tragedia cubana.
        La verdad es la verdad, duélale al que le duela y se le debe ir preguntando a los “líderes opositores”, a los miembros de organizaciones, incluso realmente exiliadas, por qué no se presiona para que se haga tarea proselitista dentro de esos jóvenes y para que expliquen por qué no lo ha hecho nunca, a ver qué pasa, en vez de enviar dinero que no va a dar los frutos que se persiguen, porque acostumbra al solaz y esparcimiento y porque, definitivamente, no existe la mínima diferencia con cualquier otra remesa en cuanto a dónde va a parar que no sea a las manos de la dictadura también. 
      Parece que ayudar a “ciertas familias que se cambian de palo pa’ rumba” por los beneficios dentro una población que no aguanta más y que muchísimos viven peor y jamás han sido castristas, para que se “integren a la lucha”, significa comprarlos para tamaña gesta, que debe ser desinteresada y a cualquier riesgo; o ¿Sí?
        En la queja extendida por el jefe del grupo por lo del “robo del festival”, contempla una confesión inaceptable por lo cobarde y baja, como que la tiranía le impuso a los músicos que podían participar, tuvo la desfachatez de decir que “imagínese lo duro que ha sido para nosotros tener que decirle a alguien que no puede estar ahí…”
        Si ese individuo realmente hubiera tenido vergüenza y autoestima, el festival nunca se lo hubieran podido robar; porque no nacía, decidido en el propio momento de la imposición.
        Estas cosas, elementos nuevos en la lucha contra la dictadura si se pudieran manejar, son parte de la prohibición que les han hecho a los “opositores” y ellos, como el promotor de la declaración, igual de pusilánimes, lo aceptan y ni hablan…si no les conviene.
         En vez de buscar el impacto populachero a través de frases inútiles a lo Castro, que le gane notoriedad por lo que dijo, trepidante “pelota vieja” en el itinerario filosófico cubano desde hace 50 años, es más necesario que Biscet, o cualquier otro de esos caudillos, se refirieran a ese acontecimiento juvenil que han desperdiciado como arma en la lucha por la libertad, quizás no por miedo al G-2; sino a la pérdida de protagonismo que, además, es en metálico; es decir, pagado.

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