Esta es la historia de un presunto espía cubano que tenía hilo directo con Euskadi. Se llama Conrado Hernández y lleva dos años 'desaparecido' en la isla. Era el delegado en Cuba de la Sociedad para la Promoción y Reconversión Industrial (Spri) del Gobierno vasco, dependiente del Departamento de Industria. Al mando de esta oficina desde su apertura, en 1998, ejercía de enlace comercial del Ejecutivo de Vitoria con el país caribeño, donde hay instaladas 40 empresas vascas. Así presentado, Hernández parecía llevar una vida libre de sospechas. Ni tenía, que se sepa, nombre en clave en plan 007 ni su actividad cotidiana acumulaba un frenesí de aventuras. Como mucho, las barbacoas que preparaba para sus amigos en su finca de Matanzas, camino de Varadero, entre partidas de dominó y 'buchitos' de ron. Uno de los comensales habituales era Carlos Lage, entonces vicepresidente y un valor al alza dentro del régimen.
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