domingo, febrero 07, 2010

Cuba en el limbo y el error de Obama (final)/ Huber Matos Araluce

Cuba en el limbo y el error de Obama (final)
Huber Matos Araluce/Cubanálisis-El Think-Tank

Obama y Zapatero contra la Unión Europea

No ha terminado el mes de octubre de 2009, en el cual los presidentes Rodríguez Zapatero y Barack Obama se han reunido en Washington; el periódico español El País unos días después ha publicado los términos de la conversación sobre Cuba entre ambos mandatarios, cuando el 28 de octubre, Arturo Reig, el Embajador de España en Costa Rica, escribe un revelador artículo en el periódico La Nación: “Nueva Política hacia Cuba”.

Además de defender la reciente visita a Cuba de su canciller, Miguel Angel Moratinos, el embajador Reig señala en su artículo que la política “de puño de hierro” de sucesivas administraciones estadounidenses y la política de la Unión Europea (Posición Común) [1] no han logrado cambios en Cuba. El embajador resume que ambas políticas han tenido resultados “nulo, repito nulo.”

El embajador Reig es selectivo en sus críticas de políticas fracasadas hacia Cuba. Lo hace con igual vehemencia contra la política “de puño de hierro” de Estados Unidos y contra la “Posición Común” de la Unión Europea, pero no hace ningún comentario sobre el fracaso de la nueva política de Obama hacia Cuba, que ha sido una política de apertura y conciliación, basada en la premisa de que al ser completamente diferente a la que Washington había puesto en práctica por medio siglo, sería correspondida por el régimen de La Habana con otros pasos igualmente conciliadores.

Esa es la política que el presidente Obama reconoce en su conversación con Zapatero como la que no ha producido resultados, por lo que Obama insiste en que –Zapatero- le haga saber a Raúl Castro, que si él no da pasos, entonces Estados Unidos no puede seguirlos dando unilateralmente.

Tampoco el embajador Reig critica el fracaso de la política de amistad y negocios que España ha tenido con el castrismo por medio siglo, incluyendo los últimos siete años del gobierno socialista español. Durante los años del gobierno socialista, el canciller Moratinos ha insistido en el éxito de lo que el describía como un diálogo, que cada vez se profundizaba más entre los gobiernos de Cuba y España. Relación que ha sido fructífera en términos comerciales para España, pero que no ha logrado avanzar el respeto a los derechos humanos en Cuba.

Aplicando el criterio del embajador Reig, de que no se ha avanzado en el respeto a los derechos humanos en Cuba, por las políticas equivocadas de los gobiernos hacia el régimen de la isla, tendríamos cuatro estrategias fallidas en lugar de dos como plantea el embajador Reig.

Dos políticas estadounidenses, una europea y una española:

(1) La política de “de puño de hierro” estadounidense.

(2) La política de “pasos y conciliación” de Barack Obama, que el embajador Reig no comenta en lo absoluto.

(3) La política conocida como “Posición Común” de la Unión Europea.

(4) La de amistad y comercio (profundización del dialogo) de España, incluyendo los siete últimos años de Rodríguez Zapatero

El embajador Reig solo crítica a una estadounidense y la europea (1 y 3), pasando por alto el fracaso de Obama y el de su propio presidente (Rodríguez Zapatero).

Durante medio siglo, los países hoy miembros de la Unión Europea, en oposición a Washington, tuvieron buenas relaciones comerciales y diplomáticas con el castrismo, facilitándole créditos y asistencia de diferente índole. Esa política, que precedió a la “Posición Común” tampoco logró avanzar el respeto a los derechos humanos en Cuba.

Pero el Embajador Reig nos revela una sorpresa en su artículo. Nos habla de una quinta política hacia la tiranía castrista, esta vez como parte de un acuerdo entre Obama y Zapatero. En su artículo dice así:

“Por cuanto antecede y a la vista del callejón sin salida a que han conducido dichas políticas de la UE y de los EE. UU., había que preguntarse si valía la pena persistir en ellas y tanto la actual Administración estadounidense como España se han planteado si no había llegado el momento de establecer una auténtica interlocución con el régimen cubano para intentar que el ya mencionado proceso de reforma, pacífico, ordenado y negociado entre todos los cubanos, pueda iniciarse, contando con la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional y, en particular, con los EE. UU., la OEA y la UE, y dentro de esta última, con el país que todos los europeos reconocen como el que tiene el mejor conocimiento de la situación en Cuba; es decir, España”.

La auténtica interlocución con el régimen cubano

Lo más sorprendente de la revelación del embajador de España en Costa Rica, Arturo Reig, indicando que Washington y Madrid están considerando la eliminación de la “Posición Común” de la Unión Europea, es que en ningún momento el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ni su Secretario de Estado Adjunto para Latinoamérica, Arturo Valenzuela, han mencionado que entre Madrid y Washington se haya estado discutiendo o se haya llegado a un consenso para descartar la “Posición Común”, como plantea el embajador. Estamos seguros de que el embajador Reig no ha inventado lo que ha escrito, tiene que haber sido informado oficialmente por Madrid o se lo comunicaron a título personal.

Otro aspecto que no deja de ser un tanto enigmático es que el embajador define a la nueva relación que propone España, como “una autentica interlocución” con el castrismo. Lo que el embajador Reig define como auténtico, parece ser diferente al dialogo “profundo”, forma en que ha definido Moratinos la relación entre Madrid y La Habana durante los siete años de gobierno socialista de España.

En cuanto a la “Posición Común”, Moratinos argumenta que ésta impone al gobierno de Cuba condiciones para mejorar sus relaciones. Según él, ese condicionamiento no funciona, lo que tendrá éxito es un acuerdo por el cual “jurídicamente”, el gobierno castrista se compromete con la Unión Europea a mejorar la situación de los derechos humanos en Cuba. Todo esto parece haberlo sacado Moratinos, como un mago de un sombrero, y pretende venderlo como la última y brillante creación de la política exterior española respecto a Cuba.

En todo caso, este “nuevo” acuerdo con el que España pretende que se sustituya la “Posición Común” de la Unión Europea, no puede pasar por alto la clausula de respeto a los derechos humanos que rige las relaciones de la Unión Europea con todos los demás países desde 1996.

Todo lo anterior nos obliga a algunas observaciones:

1) ¿Por qué razón el “dialogo profundo” que ha llevado a cabo el gobierno del Partido Socialista Obrero Español durante años con la tiranía castrista no fue efectivo y ahora se espera que una interlocución auténtica lo sea? ¿Acaso un juego semántico hará la diferencia?

2) ¿Cómo se va a alcanzar un acuerdo jurídicamente vinculante entre la Unión Europea y un régimen tiránico en Cuba, que se ha negado por medio siglo a negociar absolutamente nada que tenga que ver con sus sistema político interno?

3) ¿Por qué España, que es la que propone una auténtica interlocución y ese acuerdo jurídico con el castrismo, no demuestra con hechos que su relación bilateral con la tiranía ha traído beneficios en el mejoramiento de los derechos humanos del pueblo cubano?

El gobierno español no puede dar respuesta lógica ni persuasiva a estos cuestionamientos.

Por el contrario, mientras el Presidente Rodríguez Zapatero dice que con Cuba hay que tener una política exigente, su Ministro de Relaciones y su embajador en Costa Rica hablan otro idioma. La realidad de las relaciones entre el castrismo y el gobierno español no parecen ser tan promisorias.

Por meses la tiranía ha retenido arbitrariamente la repatriación de cientos de millones de dólares de ganancias de empresas españolas en Cuba y recientemente, no permitió el ingreso a Cuba de un parlamentario socialista que viajando con su esposa, llegaron de vacaciones a la isla.

Ante la inconsistencia de la posición del gobierno socialista de España y ante la oposición de países miembros de la Unión Europea y del Partido Popular español a cambiar la “Posición Común” respecto a Cuba, el gobierno de Rodríguez Zapatero trata de salvar la cara diciendo que sí lo sigue pretendiendo, pero que ahora no es una prioridad, como lo fue hasta hace poco tiempo.

Obama y Zapatero parecen tener más de una coincidencia en su visión del mundo y en su enfoque hacia Cuba. Mientras Zapatero se equivocó y creyó que podía llegar a un acuerdo con los terroristas de la ETA, Obama creyó que él podía llegar a un acuerdo con el castrismo, un régimen que su propio gobierno tiene en la lista de promotores del terrorismo.

Ambos presidentes coincidieron con Hugo Chávez que había que devolverle la presidencia a Zelaya en Honduras, pasando por alto que Zelaya había violado la constitución hondureña y que era un estrecho aliado del autócrata venezolano Hugo Chávez y del dictador Fidel Castro.

Como hemos documentado, la coincidencia respecto a Cuba también parece ir más allá de lo que conocemos. Washington no solo se ha servido del gobierno español como intermediario ante la tiranía castrista, sino que ha discutido secretamente con Madrid un cambio de la política de la Unión Europea respecto a Cuba.

Como para España en sus relaciones con Cuba, la prioridad son los negocios por encima del respeto a los derechos humanos, esta asociación entre Obama y Zapatero sobre cómo tratar con el castrismo es en extremo preocupante. A los intereses comerciales españoles les sirve una dictadura en Cuba, en lugar de un estado de derecho donde las empresas españolas no podrían explotar a los trabajadores cubanos como lo hacen en el presente. A los intereses comerciales estadounidenses les será igualmente útil un trato con el castrismo.

La política de “pasos y conciliación” de Obama ha fracasado y en lugar de aliarse con Madrid para insistir en ese error con otro nombre, el gobierno de Obama debía poner las cartas sobre la mesa, admitir su equivocación y reformular una nueva estrategia hacia Cuba. La cortina de humo diciendo que la cuestión de Cuba hay que tomarla con calma es síntoma de desconcierto o confabulación.

Pretenden dejar a Cuba en el limbo o esperan las condiciones para pactar con el castrismo.

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[1] Impulsada en 1996 por el ex presidente del Gobierno español José María Aznar, la "posición común" de la UE condicionaba la normalización de relaciones con Cuba a los avances que debía dar el régimen comunista hacia la democracia, la liberación de todos los presos políticos y la mejora de los derechos humanos.

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