martes, octubre 06, 2009

El difícil tango de Obama en La Habana/ Antonio Arencibia

El difícil tango de Obama en La Habana
Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank

En el sur de la Florida, los principales medios en español aún siguen dedicados a la evaluación del concierto de Juanes, y como consecuencia, los cubanos residentes en esa área se entretienen con chismes y chistes sobre algunos artistas que participaron en el espectáculo habanero. Cuando casi estaba agotado ese tema, Miami presta su atención a la idea descabellada de una futura sucesión dinástica en Cuba en la persona del Coronel Alejandro Castro Espín.

Inscrito con el nombre de guerra de su inefable tío, Castro Espín nació cuando ya eran Comandantes los “compañeros de lucha” de su padre, que hoy copan la mayoría de los puestos del Buró Político. Otro grupo de oficiales alcanzó grados de general en las guerras de África. El único hijo varón de Raúl Castro estuvo en Angola, donde se dice que perdió un ojo en un accidente.

En contraste con lo que estableciera Fidel Castro desde el inicio de su dictadura unipersonal, actualmente los medios del régimen reportan la presencia de la nueva “primera familia” del país. Así, a principios de este año Prensa Latina y la Televisión Cubana cubrieron la presentación del libro de Alejandro Castro, Imperio del terror, en la Feria del Libro de La Habana.

El coronel también ha aparecido detrás de su padre en fotos de la reunión de abril del Consejo de Defensa Nacional, aunque hay que decir que tiene mucha menor presencia en los medios gubernamentales que su hermana Mariela.

Quizás por nuestra idiosincrasia, los hijos-de-papá no han tenido mucha suerte en asuntos del poder en la historia de la Isla. Para poner un ejemplo reciente, el barbudo “Fidelito” sabe demasiado bien que el parecido con su padre enfermo lo relega –junto a su tío Ramón- al museo de curiosidades para visitantes extranjeros.

El poder de un dúo

A pesar de la cantidad de absurdos acumulados por cincuenta años de castrismo, hay que decir que la élite y el propio Fidel Castro están conscientes de que la línea sucesoria no se mide por el ADN sino por la participación personal en acciones de guerra o subversión. Por eso en Granma aparecieron Raúl Castro y Ramiro Valdés, vestidos con guayabera blanca, saludando al embajador chino en el 60 aniversario de la Revolución de Mao.

El duo “Raúl-Ramiro” se consolida como la cara visible de la actual jefatura de la nación, porque son lo que queda de la alianza original de los tres Comandantes de la Revolución con el general-sucesor, tras la crisis de gobernabilidad de julio del 2006. Tras la reciente muerte de Juan Almeida, ellos dos, junto a Fidel Castro, son los únicos que arrastran la historia desde el asalto al Cuartel Moncada en 1953, la prisión en Isla de Pinos, el exilio en México, el viaje en el yate Granma, la lucha guerrillera, y medio siglo en el poder.

La muerte y la vejez han ido clareando las filas de los históricos del régimen como protagonistas principales, y no hay una verdadera sucesión generacional, solo la delegación de funciones a cambio de una lealtad ciega.

El tenebroso fundador del MININT apoya al general-presidente, cuando lo califica de “Cancerbero de la Revolución”, o vulgariza sus planes de ahorro y aumento de producción diciendo a la población que no pueden “esperar que papá Estado venga a resolverles [los problemas] y como los pichones: abre la boca que aquí tienes tu comidita”.

Este tipo de discurso torpe no se le permite a nadie más que a Ramiro Valdés, y demuestra que la línea del duo principal cuenta en estos momentos con la aprobación de Fidel Castro.

¿Cuál línea? –preguntarán los lectores: en esencia, la de mantenerse en el poder, estimular algo la ruinosa economía, cuidarse que los ajustes económicos no alteren demasiado la sociedad. Es mezclar en pequeñas dosis el populismo con cierto sentido de funcionalidad, mientras se espera sacar todo lo más que se pueda de las relaciones con la nueva administración norteamericana.

El tango no se baila sin pareja

Los poderes que deciden en La Habana saben que la jugada de Obama respecto a Cuba es en serio, y tienen que tenerla en cuenta. El 13 de abril pasado, el Presidente autorizó mediante un memorandum al Secretario de Comercio la exportación a la Isla de computadoras, monitores, impresoras, teléfonos celulares y satelitales, tarjetas de memorias, cámaras fotográficas y de video digitales, entre otros equipos de intercambio de informacion y comunicación interpersonal.

Por eso respondieron con la Instrucción No.1 de la Aduana General de la República de Cuba, que establece para algunos de esos y otros equipos y piezas la lista de impuestos, pagaderos en CUC, que exceden el precio original promedio de cada uno de esos artículos en el mercado mundial: como no pueden cerrar la entrada de nueva tecnología informática y de comunicación para particulares, la gravan fuertemente e incrementan el control de su uso.

El listado aduanero no incluye los teléfonos autorizados ni los dispositivos para captar señales satelitales de televisión. Por una parte, se están estudiando posibles acuerdos sobre características y limitaciones a esos servicios, y cómo va a ser el reparto de ganancias entre las empresas norteamericanas de telecomunicaciones, radio y televisión, y las del régimen.

Por otra parte, se están analizando cuidadosamente los informes de los asesores del Ministro Ramiro Valdés sobre la efectividad de sus colegas chinos en métodos de control técnico y policial sobre esos instrumentos de comunicación.

Hay una verdadera expectativa a ambas orillas del estrecho de la Florida por el alcance de los cambios a los que está dispuesto Barak Obama. Pero, como dice el dicho por estas tierras: It takes two to tango (se necesitan dos para bailar el tango) y eso se aplica tanto a la relación constructiva como al enfrentamiento.

Para los castristas lo peor sería que a la nueva administración norteamericana dejara de interesarle mejorar las relaciones. Como Cuba no ocupa un lugar importante en la lista de asuntos estratégicos que tiene que atender el presidente de Estados Unidos, La Habana está obligada a salirse del manido discurso de que el embargo tiene que levantarlo unilateralmente.

Ese planteamiento es un absurdo político, ya que el origen del embargo fue la nacionalización de propiedades norteamericanas sin indemnización. Pero, además, es erróneo, porque coloca la decisión del levantamiento en manos del Ejecutivo, cuando está regulado por varias leyes. El pasado 17 de septiembre, en respuesta a solitud de información por parte de tres congresistas, el GAO (Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno), presentó un extenso informe sobre los posibles cambios presidenciales o congresionales al embargo norteamericano a Cuba.

Los límites de la apertura obamista

El informe del GAO señala que la discreción presidencial para seguir aliviando las restricciones del embargo se limitan a:

  • Autorizar viajes a Cuba a periodistas por su cuenta, investigadores profesionales, profesionales a reuniones de su gremio, y a estudiantes y empleados de instituciones academicas que participen en actividades educacionales.
  • Autorizar un mayor incremento en los gastos diarios permitidos a los viajeros en visitas familiares.
  • Autorizar un incremento en los envíos familiares mayor que los $3,000 que actualmente pueden llevar los que viajan a Cuba.
  • Autorizar otro incremento en los envíos vinculados a gastos de emigración para los ciudadanos cubanos que viajen a Estados Unidos, siempre que reflejen “costos razonables”.
  • Ampliar la lista de artículos autorizados para enviar en paquetes de regalos a Cuba.
  • Ampliar el valor de los paquetes de regalos.
  • Autorizar, bajo una licencia general, la entrada a puertos de Estados Unidos de buques que hayan cargado o descargado en puertos de Cuba en los últimos 180 días.

Cualquier otra medida del Ejecutivo de suspender o terminar el embargo está restringida, a no ser que ocurran cambios políticos en Cuba y el Presidente declare que hay un gobierno de transición o un gobierno en el poder electo democráticamente. En su ausencia, los únicos cambios posibles serían la modificación congresional de las leyes del embargo vigente.

¿Qué música quiere La Habana que le toquen?

La pregunta que se hacen muchos es si verdaderamente el régimen está interesado en seguir utilizando el mantenimiento del embargo como justificación del atraso y la penuria nacional, o si apuesta al restablecimiento de relaciones con Estados Unidos.

Sobre el tema hay tela por donde cortar. Por un lado se han dado y se siguen dando pasos para la creación en el Mariel de un moderno puerto de contenedores Después del compromiso brasileño de aportar cientos de millones para las obras de infraestructura y vias de acceso a ese puerto, ocurre la declaración del canciller de los Emiratos Arabes Unidos sobre el “interés de su Gobierno en participar en la inversión”.

Ricardo Cabrisas, vice primer ministro cubano, explicó al Jeque visitante que se trata de una obra priorizada “dada su posición geográfica”. Como señalara Cubanálisis el pasado mes de agosto en Tres Años de Raulismo (III parte, final), el Mariel es uno de los tres grandes proyectos económicos priorizados por el gobierno de Raúl Castro. Por eso, la frase de Cabrisas solo tiene sentido con vistas a la reanudación del comercio con el vecino del Norte

Sobre el tema se han tejido muchas conjeturas, entre las cuales se destaca la de hacer del Mariel el centro de re-exportación de producciones chinas a Estados Unidos, pero el Código de Regulaciones Federales de Estados Unidos (CFR 515.204) establece la prohibición de importación de:

(1) bienes de origen cubano,

(2) bienes localizados en o transferidos a través de Cuba, o

(3) bienes elaborados o derivados total o en parte de cualquier artículo que se cultive, produzca o manufacture en Cuba, excepto si se autorizara específicamente por el Secretario del Tesoro.

Las razones de la jugada de apertura de Nixon respecto a China comunista en los años setenta se enmarcaron en el enfrentamiento chino-soviético y en el apetito de los empresarios norteamericanos ante las posibilidades de producción y consumo de esa enorme nación.

Aunque actualmente hay una gran interdependencia económica entre ambos países, no es suficiente para que Estados Unidos autorice simplemente la reexportación china desde Cuba. Para empezar a transitar el camino del comercio bilateral, el régimen tiene que responder en serio a los gestos de Obama.

La visita a Cuba durante seis días de la Subsecretaria de Estado Adjunta de Estados Unidos para América Latina, Bisa Williams, se inscribe en los gestos del nuevo presidente. Llegó para discutir temas migratorios y del servicio de correos, pero, a diferencia de los visitantes europeos, la funcionaria se entrevistó con disidentes, almorzó con ellos, y les invitó a una recepción donde les presentó al nuevo equipo encargado de la Oficina de Intereses Norteamericana en La Habana.

Pocos días después, la representación diplomática estadounidense invitó a su sede a unos doscientos artistas qur gozan del beneplácito del régimen. Aunque el pretexto fue cultural (la presentación de la funcionaria encargada de esa esfera en la misión), la recepción marcó una apertura doble.

El régimen, por su parte, autorizó la asistencia de los músicos y pintores oficialistas, con lo que quita la connotación de “espías” y “mercenarios” a los contactos de cubanos con representantes norteamericanos.

La decisión de la SINA de excluir a los disidentes de esa recepción es precisamente para no asustar demasiado a los artistas. Washington está fomentando así la normalización del intercambio de visitas de artistas.

Estamos en un momento de ensayo del baile. Todavía las partes no se han puesto de acuerdo en la música a tocar, y por eso pueden haber pisotones al mover los pies. Pero hay cierta disposición para bailar.

Obama, que ha demostrado no temerle a los desafíos en el gran tablero mundial, ya ha hecho jugadas atrevidas, y con Cuba se ha propuesto un ritmo de pequeños pasos en respuesta a otros: esa es la coreografía, falta la música.

Mientras tanto, a pesar de que no se debate lo suficiente el tema, en Miami está surgiendo un ambiente favorable a la cooperación con el pueblo cubano. Es lo que Alejandro Armengol llama, “un nuevo anticastrismo [que] admite el diálogo con Cuba, que no es sinónimo de complicidad con La Habana”. [El artículo de Armengol se reproduce en la sección “Cuba en la prensa mundial”]

Una señal importante en ese sentido es cuando la Fundación Nacional Cubano Americana reitera la línea de su fundador, Jorge Más Canosa, de no temerle al debate y al diálogo con el régimen, si se liberan los presos políticos y se sienta también la oposición interna en la hipotética mesa de discusiones.

Esa sería la música más adecuada para un gran baile de Obama.


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