Emilio Ichikawa
Siguiendo inercialmente la esquelorrea o epistofilia nacional, un grupo de letrados ha publicado en el portal anti-terrorista Cubadebate una “Carta de los amigos a Padura”.
Para los manipuladores de la prensa internacional que tratan de
inventar a Padura como heterodoxo, disidente y opositor, les recuerdo
que Cubadebate es el sitio donde Fidel Castro publica sus “Reflexiones”.
Siguiendo otra inercia, esta vez bíblica, pinoviejera y
post-moncadista, dicha “Carta de los amigos a Padura” la firman 12… que
se califican a sí mismos como Padura’s “compañeros de letras”,
“amigos”, “generación”.
La carta no felicita de gratis y deja constancia de que agradece al
premio de Padura el haberles “honrado”. Es decir, llamar la atención
sobre su existencia, haberles exaltado y puesto en agraciada y
expectante evidencia.
¿Por qué tiene un premio otorgado a un individuo, a un “autor”, que
servir de honra a un colectivo? Pues, quizás, porque ese colectivo (a
diferencia de Padura) carece de:
1-Premios propios que le honren.
2- Poder institucional que le posicione.
3-Libros publicados.
4-Viajes que lo promuevan fuera de la provincia cubana de ultramar.
5-Vida arriesgada para forjar sobre ella la fama, luego el mito y finalmente la leyenda.
Paso a considerar el quinteto de hipotéticos escamoteos:
1-Si este colectivo siente que adquiere “honra” gracias al premio de
Padura, la verdad es que se trata de un sentir muy singular ya que entre
los 12 hay gente que si algo no le ha faltado son los premios. Algunos
de ellos escriben precisamente para ganar premios. En cuya diana
curiosamente casi siempre dan.
Pongamos, por ejemplo, el caso de Reinaldo Montero; probablemente más
premiado que el propio Padura. Por lo bajito, Montero ha ganado el
Premio “Fray Luis de León” (2007); Premio “Alejo Carpentier” de novela
(2005); Premio “Juan Rulfo” (1996); Premio “Castilla–La Mancha” (1992);
Premio Benalmádena (1988); Premio “Casa de las Américas”, (1986); Premio
Nacional de la Crítica (2009), (2006), (2002) y 1997; Premio “Italo
Calvino” (1996); Premio “Caimán Barbudo” (1985); Premio “David”… entre
muchos otros.
Otro ejemplo, Senel Paz. Como Montero, Paz (el nuestro) ha ganado un
alud de galardones. Incluso a diferencia de Montero (que sí fue, hasta
donde le conocí, un “sacerdote de la literatura”, rango con que también
han querido premiar descaradamente a Padura), Paz ha recibido múltiples
condecoraciones de instancias gubernamentales, como la Distinción por la
Cultura Nacional y la Medalla Alejo Carpentier.
En fin, que si los 12 necesitan “honra” ajena, por falta de premios no es.
2-Entonces, si no es por carencia de premios, ¿no será por desprotección institucional?
De ningún modo. Varios de los 12 firmantes son burócratas con
muchísimo poder dentro de la cultura cubana de la isla. El poder de
incluir o excluir de antologías, como hace Marlyn Bobes; o el poder de
publicar o no en La Gaceta de Cuba, órgano oficial de la UNEAC,
en manos de Norberto Codina. El tradicionalismo en esta publicación es
tan notable, que en una reciente visita a Pinar del Río el periódico Guerrillero, órgano oficial del Partido Comunista en esa provincia, tuvo la ocurrencia de hacerle esta observación a Codina: “Bastaría con saberlo director casi vitalicio de La Gaceta de Cuba,
esa revista orgullo nacional, donde convergen los más eruditos
intelectuales del país y el exterior en diferentes temáticas, siempre
bajo la lupa inquisitiva de quien la dirige…”.
Y por supuesto hay autoritarismo dinástico (doping genético) porque
entre los 12 firmantes se encuentran, ya en el límite posterior de la
“generación”, los funcionarios Jorge Fornet, hijo de Ambrosio Fornet, y
Laidi Fernández de Juan, hija de Roberto Fernández Retamar y Adelaida de
Juan.
3-Pero, ¿y si el suertudo énfasis que el premio de Padura ha puesto
sobre esa “generación” se debe a que los 12 han sido preteridos y no han
podido publicar sus textos en Patria Cuba. Error: si algo hay
escandaloso no es la poquedad sino la graforrea édita que exhibe la
docenita de firmantes.
4-¿Y si es que los “compañeros de letras” de Padura no viajan,
impidiéndoseles mercadear su cuota de honra en el extranjero? Tampoco,
porque la mayoría de ellos no se baja de los aviones.
5-¿Se debe entonces a la falta de “negativismo”, riesgo y encanto en
sus biografías? Efectivamente. Si exceptuamos a Margarita Mateo, cuya
vida y obra está llena de fascinantes atrevimientos y precios pagados,
los demás muestran existencias demasiado certeras, poco erráticas y por
lo mismo carentes de interés. Es cierto que nunca han apoyado una
dictadura, pero tampoco han apoyado una democracia. Son, en el mejor de
los casos, escritores de oficio, notarios de su banal existencia que
plasman en sus libros semi-realistas sin vuelo para adentrarse en la
ficción. De cualquier otra cosa los podrá salvar, honrándoles, el premio
de Padura; pero nada los librará de la intrascendencia y sobre todo del
bochorno de morir viejos, buenos y sanos.
-IMAGEN: Por Amilkar: jr
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