www.voanews.com |
Dos opositores fueron candidatos a delegados municipales (concejales)
en las elecciones en Cuba. Perdieron: uno en cuarto lugar entre cuatro
candidatos, el otro segundo entre tres.
Esa noticia tendrá
diferentes lecturas, dependiendo de diversos factores, entre ellos el
fanatismo de quien informe, la posición política defendida, o las
intenciones que se persigan; y el hecho en sí mismo en un país normal no
pasaría de anécdota de barrio.
Sin embargo, Cuba no es un país
normal, y poquísimas veces en casi cuarenta años de “elecciones”
castristas hubo candidatos opositores. Algunos dicen que esto no debió
intentarse, porque legitima al régimen: cómo si no hubiera sido
legitimado en la Cumbre de Panamá, para hablar de un caso reciente. Y
aunque no sea la misma situación, ¿no se aprendió nada cuando la
oposición a Hugo Chávez no participó en las parlamentarias de 2005 y
regaló la Asamblea Nacional al teniente-coronel? Otros dijeron que los
candidatos opositores “eran del G-2”, que los utilizaba para imagen
internacional de “tolerancia y apertura”; castrismo al revés: atacando
como el régimen, que llama “mercenarios” a quienes odia. Y otros
consideran positivo haber participado aunque no hayan ganado: al menos
se hicieron conocer y dieron un sentido diferente a la farsa electoral
de mitad del mandato de diputados nacionales.
Que existan
opositores en elecciones no es noticia en un país, pero Cuba es una
finca. No existe separación de poderes, el gobierno establece las leyes
que desee, y cuando no le convienen las viola impunemente o las elimina,
con silencio cómplice de la prensa oficialista, escándalo vocinglero de
la morralla social vestida de “pueblo enardecido”, e iluminados
opinando y criticando desde torres de marfil.
Que dos opositores,
en circunscripciones alejadas una de la otra, fueran aprobados por los
votantes para aspirar a delegado, agrietó la farsa “democrática” del
régimen, que supone que en cada asamblea de barrio para seleccionar
candidatos, el Partido Comunista y el Comité de Defensa de la Revolución
garanticen que solo se postulen los afines al régimen. Quien niegue eso
no ha vivido en Cuba, es mentiroso compulsivo, o ambas cosas.
La
ley prohíbe propaganda electoral, y las biografías de los candidatos se
exponen a los votantes de la circunscripción. Pero las redactan
incondicionales de la dictadura, que consideran apropiado escribir en la
del candidato opositor, sin su consentimiento y mintiendo alevosamente,
que pertenece a un “grupúsculo contrarrevolucionario”. Sin embargo,
cuando los candidatos son militantes del partido o la juventud
comunista, deberían escribir que pertenecen al partido responsable de
más de medio siglo de fracaso en Cuba y que se atribuye a sí mismo el
“papel rector” de la sociedad. Pero algo así nunca se leerá en las
biografías que se muestran a los votantes.
Aunque la propaganda
esté prohibida, existió claramente, discriminatoria e ilegal. En las
circunscripciones con candidatos opositores, personeros del Partido
Comunista y del Comité de Defensa visitaron a los vecinos para
“recomendarles” no votar por el “contrarrevolucionario”. No tuvo la
seguridad del estado que participar abiertamente: designan militantes
del PCC y miembros del CDR para ese trabajo sucio.
Hubo quejas de
dificultades de algunos para participar como observadores en el conteo
de votos; otras informaciones dicen que se respiró un ambiente de
tensión en los colegios electorales con candidatos opositores; pero por
ese camino no hay periodismo serio: “se respiraba un ambiente”, sin
demostrarlo, no puede convencer a muchos.
Según las informaciones
oficiales, un opositor obtuvo 233 votos y otro 189, de acuerdo a las
cifras finales. No ganaron, como aceptaron de inmediato; tales cifras
serían ridículas en elecciones abiertamente libres y limpias, que no es
lo que ocurre en la Cuba de los Castro, y por ello son significativas;
porque más de “cuatro gatos” apoyaron a los opositores: exactamente 422
personas en las dos circunscripciones. Y no importan los millones de
votos que se atribuya la dictadura. A pesar de presiones y miedos, que
de antemano se sabía que estarían presentes, la monolítica unidad en
apoyo al poder revolucionario quedó en lo que realmente es: pura
propaganda comunista. La nerviosa celebración oficialista tras el conteo
de votos en esas dos circunscripciones, al borde del mitin de repudio,
dejó ver claramente el temor del régimen.
No tiene sentido
criticar desde el exilio a quienes hacen algo en la Isla. Aunque
participar en estos procesos no sea el único medio legítimo de enfrentar
la dictadura, toda estrategia cívica a favor del pueblo es bienvenida
en la lucha por la democracia y el Estado de Derecho en Cuba. Podría
discutirse hasta la nausea si la oposición logró una victoria
participando, o si fue derrotada al no conseguir un candidato electo. La
respuesta debería estar entre esos dos extremos.
Aun si estos
resultados fueran solamente una pica en Flandes o del lobo un pelo, el
lobo sabe, aunque lo calle, que cubanos valientes le arrancaron ese
pelo.
Y ni ha sido, ni es, ni será el único.
No hay comentarios:
Publicar un comentario