martes, marzo 31, 2015

La prostitución en Cuba (I)

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En la Unidad policial de Alamar, en La Habana, el padrastro de una menor de catorce años ha sido acusado por su ex mujer al descubrir una relación con el que en algún momento fue su pareja y ayudó al desarrollo de su hija, en ese entonces una niña.
Años después, con las visitas a la casa de este “padrastro”, que se consideraba con derechos de padre sobre la menor, descubrió el amor que ésta le tenía. Los policías interrogaron a las partes, comprobando entonces que era cierto, solo que la menor se declaraba profundamente enamorada del que fue su “Papi”, que en ningún momento él se le ofreció, ni siquiera se le había insinuado alguna vez.
Pero ella comenzó a observarlo por la manera que vestía –porque tenía familiares en el extranjero– pero sobre todo le llamaba la atención un teléfono celular táctil de última generación y soñaba que algún día él le regalaría.
A sus catorce años ya ofrecía su cuerpo recién de mujer, y abrió su virginidad a este hombre que le llevaba veintiséis años de diferencia, que apenas se notaba cuando enseñaba el celular o los tenis de marca que ninguno de los jóvenes de su generación podía ofrecer.
Finalmente, la Policía determinó que si fueran a encarcelar a cada hombre que se deja seducir por una menor, no alcanzarían las cárceles, las mismas que hoy ya están saturadas; que mientras no ocurriera violación, era permisible. Y lo liberaron.
“Eso es normal”, le dijo el oficial que mantuvo la investigación.  “He tenido casos peores de hasta doce años, en plena relación con hombres maduros”.
El que fuera el padrastro suspiró aliviado.
“Todas las noches detenemos niñas practicando la prostitución con la anuencia de los padres”, continuó diciendo el oficial, que le extendió la mano antes de despedirlo.
“Es que no es para menos –le dijo mirando el celular en la mano del padrastro– con un hierro así cualquiera cae de regalo.

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