www.miscelaneasdecuba.net |
En la Unidad policial de Alamar, en La Habana, el padrastro de una
menor de catorce años ha sido acusado por su ex mujer al descubrir una
relación con el que en algún momento fue su pareja y ayudó al desarrollo
de su hija, en ese entonces una niña.
Años después, con las visitas a la casa de este “padrastro”, que se
consideraba con derechos de padre sobre la menor, descubrió el amor que
ésta le tenía. Los policías interrogaron a las partes, comprobando
entonces que era cierto, solo que la menor se declaraba profundamente
enamorada del que fue su “Papi”, que en ningún momento él se le ofreció,
ni siquiera se le había insinuado alguna vez.
Pero ella comenzó a observarlo por la manera que vestía –porque tenía
familiares en el extranjero– pero sobre todo le llamaba la atención un
teléfono celular táctil de última generación y soñaba que algún día él
le regalaría.
A sus catorce años ya ofrecía su cuerpo recién de mujer, y abrió su
virginidad a este hombre que le llevaba veintiséis años de diferencia,
que apenas se notaba cuando enseñaba el celular o los tenis de marca que
ninguno de los jóvenes de su generación podía ofrecer.
Finalmente, la Policía determinó que si fueran a encarcelar a cada
hombre que se deja seducir por una menor, no alcanzarían las cárceles,
las mismas que hoy ya están saturadas; que mientras no ocurriera
violación, era permisible. Y lo liberaron.
“Eso es normal”, le dijo el oficial que mantuvo la investigación.
“He tenido casos peores de hasta doce años, en plena relación con
hombres maduros”.
El que fuera el padrastro suspiró aliviado.
“Todas las noches detenemos niñas practicando la prostitución con la
anuencia de los padres”, continuó diciendo el oficial, que le extendió
la mano antes de despedirlo.
“Es que no es para menos –le dijo mirando el celular en la mano del padrastro– con un hierro así cualquiera cae de regalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario