Murillo, Ortega, Correa, Fidel, Patino y Evo |
Carlos Sánchez Berzaín
MIAMI.- En los últimos quince años,
el Gobierno totalitario de Cuba ha pasado de ser una aislada y miserable
dictadura al foco de atención de la región, convirtiéndose en actor
real en las relaciones internacionales y en temas de política interna de
los países de la región. La dictadura castrista tiene el control
directo en por lo menos cinco países, tiene influencia y ha subordinado
por razones ideológicas y hasta sentimentales a varios gobiernos, e
influye en los otros gobiernos por una mezcla de temor y pragmatismo.
América Latina está liderada o controlada por la dictadura castrista.
El origen de este fenómeno de la
dictadura cubana -que agonizaba en el período especial- fue el proyecto
político de Hugo Chávez y Fidel Castro, en principio de sobrevivencia y
asistencia recíproca. Chávez necesitaba mantenerse en el poder y Castro
necesitaba comida y petróleo. De la atención de esas necesidades
básicas pasaron al desarrollo del soñado expansionismo comunista en las
Américas, aquel que fracasó por la vía guerrillera y subversiva en los
años sesenta y setenta.
Mientras el Sistema Interamericano se
dedicaba a la democracia en la región con la aprobación de la Carta
Democrática Interamericana en septiembre de 2001, el proyecto del dinero
venezolano y la subversión castrista, iniciaban su expansión con el
objetivo de controlar América Latina. El discurso antisistema,
antipartidista, antiimperialista, populista, la crisis económica al
empezar el nuevo milenio, la operación de los servicios especiales
cubanos, la generación y administración de la violencia, y el dinero sin
límite, fueron los fundamentos del sofisma llamado hoy “socialismo del
siglo XXI”.
La estrategia castrista en el siglo
XXI es la de usar los mecanismos de la democracia misma, sus
oportunidades y debilidades para la toma del poder por parte de
operadores locales incondicionales. Aseguraron Venezuela donde se puso
en marcha la creación de una “nueva institucionalidad” que “legalice” el
control total de poder y la permanencia indefinida en el Gobierno del
aliado esencial Hugo Chávez. Al mismo tiempo, ejecutaban acciones de
desestabilización de gobiernos y sistemas en los países más vulnerables
de la región.
Tomaron Ecuador, Bolivia, Nicaragua,
que sumados a la misma Cuba y Venezuela, constituyen el bloque central
del proyecto. Sustituyeron la institucionalidad democrática por la
dictatorial mediante la suplantación constitucional y la represión
judicializada, con muertos, presos y exiliados políticos. Con millones
de dólares, préstamos, equipamiento, publicidad y prebenda con recursos
provenientes de las arcas venezolanas, además de extraordinarios precios
de las materias primas, viabilizaron la aventura “electoralizada”.
Con petróleo venezolano alinearon a
los países del Caribe, acumularon votos y, ante la confusión de la
región, designaron en la Organización de Estados Americanos (OEA) un
secretario general subordinado y obsecuente, para incapacitar a la OEA
desde adentro, debilitarla y servirse de ella, como lo prueban los
hechos.
Pasaron por La Habana a los
presidentes y jefes de Gobierno del sistema interamericano, como por un
oráculo, y la dictadura logró que la OEA le ofreciera el retorno pleno a
Cuba, para maniobrar con la indiferencia. Crearon mecanismos
sustitutivos de la OEA, como UNASUR, donde igualaron al dictador como
“presidente” entre los gobernantes de las democracias de la región.
Hicieron de La Habana la puerta de entrada a América Latina para Irán,
China, Rusia, Corea del Norte y otros aliados antiimperialistas.
La realidad objetiva muestra que hoy
no hay políticos más influyentes sobre los gobiernos de América Latina
que los dictadores Castro. Por ejemplo, el castrismo es anfitrión de
las conversaciones de paz entre las FARC y Colombia(¡?). En las
posesiones de presidentes democráticos, el dictador es la figura
principal. Con la normalización de relaciones con Estados Unidos
-bendición papal incluida- la Unión Europea se apresura en el mismo
camino. La dictadura antiimperialista muestra que ha construido el
“imperialismo castrista”.
La Séptima Cumbre de las Américas
será el 10 y 11 de abril en Panamá y su tema central es la foto del
presidente de la democracia mas importante del mundo y el jefe de la
dictadura más antigua del hemisferio. Parece el momento de mayor
triunfo del castrismo, pero es al mismo tiempo, el que marcará el
principio de su final inevitable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario