En el contexto de las negociaciones para restablecer las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, Raúl Castro insiste en que la soberanía cubana hay que respetarla,
y que ni Washington ni nadie puede inmiscuirse en los asuntos internos
de la Isla y pretender modificar el sistema político imperante.
Eso suena muy justo, que un gobierno pida respeto a la soberanía
nacional de su país. Pero resulta que el régimen del que hablamos es
precisamente el que más ha intervenido y sigue interviniendo política y
militarmente en los asuntos internos de las naciones de América Latina,
y el que menos respeta la soberanía nacional de país alguno.
Jamás hubo en el hemisferio, tras la independencia de España y
Portugal, tanto intervencionismo flagrante por parte de nación alguna
como el protagonizado por el castrismo, cuyo segundo jefe siempre fue
el ahora dictador nominal desde 2011, el General de cuatro estrellas (no
ganadas) que hoy reclama el respeto de los demás.
¿Con qué moral habla Raúl Castro de no inmiscuirse en los asuntos
internos de Cuba cuando hoy es La Habana la que de hecho dirige el
gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, donde tiene destacados a unos
100.000 cubanos que son funcionarios gubernamentales claves, incluyendo
generales, coroneles y oficiales de contrainteligencia que son los que
trazan la estrategia represiva y de supervivencia del autoritarismo
chavista?
Cuantitativamente, la Cuba de los Castro ha sido más violatoria de la
soberanía y la dignidad nacional en la región que Estados Unidos, que
tiene una conocida historia de intervenciones en Centroamérica y el
Caribe. Lo que pasa es que eso no lo dicen la mayoría de los libros de
historia en las escuelas y universidades latinoamericanas, los mismos en
los que el Che Guevara figura como una leyenda del romanticismo
revolucionario y no como el hombre que siendo el tercero en la
jerarquía castrista se fue con combatientes cubanos a Bolivia para
incendiar toda Latinoamérica e imponer el totalitarismo comunista desde
el Río Grande a la Patagonia.
Entrenados en Cuba
Durante décadas, el régimen copresidido por Raúl Castro entrenó,
financió, organizó, armó y en buena medida dirigió grupos guerrilleros
que provocaron cruentas guerras o realizaron atentados sangrientos en 14
países latinoamericanos.
Recordemos a los Tupamaros en Uruguay; los Montoneros y el ERP en
Argentina; las FARC, el M-19 y el ELN en Colombia; las FALN y el MIR en
Venezuela; Sendero Luminoso y el MIR en Perú; las FAR y el EGP en
Guatemala; el FSLN en Nicaragua; y el FMLN en EL Salvador, para citar
algunas de los más conocidas. En Guatemala y El Salvador esas guerras
devastadoras, alentadas y apoyadas por ambos Castro, dejaron un saldo de
275.000 muertos.
También hubo guerrillas rurales o urbanas de cubanos o directamente
conectadas con Cuba en Chile, Brasil, Bolivia, Panamá, Honduras y
República Dominicana. Y no hay que olvidar la intervención en la isla de
Granada, donde de hecho los Castro dirigieron el gobierno de Maurice
Bishop en los años 80.
Fueron oficiales cubanos bajo las órdenes de Raúl Castro, ministro de
las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) desde 1959 a 2008, quienes
entrenaron militarmente, o armaron, a casi todos esos guerrilleros,
cubanos y extranjeros, que desestabilizaron a países soberanos, muchos
de ellos con gobernantes democráticamente elegidos.
Cientos de miles de cubanos fueron enviados por los Castro, además, a
combatir en Africa y Medio Oriente (Argelia, el Congo, Siria, Etiopía y
Angola), donde miles de ellos murieron.
Segundo "hombre fuerte"
Tan tempranamente como en febrero de 1959, un mes y medio después de
entrar en La Habana, Fidel Castro impuso ya como segundo al mando de
Cuba a su hermano menor, al nombrarlo jefe de la Comandancia General de
las FAR. Todos en Cuba esperaban que ese cargo fuese para el comandante
Camilo Cienfuegos, el héroe más destacado en la guerra contra la
dictadura de Batista, y no Raúl, quien realmente combatió muy poco en
las montañas orientales.
Al crearse las ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas) en
1962, luego el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURSC) en
1963, y en 1965 el Partido Comunista, Fidel impuso a su hermano como su
sucesor vitalicio en el Partido Comunista, el Estado y el Gobierno.
Desde entonces éste fue sembrado como "número dos" en los congresos
partidistas y en el Consejo de Estado.
El ahora primer "hombre fuerte" de la Isla fue uno de los creadores
en La Habana de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia,
África y América Latina (OSPAAAL), brazo político castrista para
fomentar la revolución y la subversión política a nivel mundial, con la
consigna enunciada por el Che Guevara de crear "dos, tres, muchos
Vietnam", que constituyó un intento por rescatar la "revolución
permanente" de León Trotsky, tan irresponsable como ilusoria.
La guerrilla del Che fue aniquilada, pero los Castro continuaron con
su estrategia de llevar la lucha armada a nivel continental como "única
vía para lograr la liberación de los pueblos" e imponer el castrismo en
todas partes. Se dispararon las guerrillas rurales y urbanas, los
atentados, y los asaltos a bancos para obtener fondos para la
revolución.
Agentes cubanos del Ministerio del Interior de Cuba, con el concurso
de "voluntarios" izquierdistas de otros países, asesinaron a varios
militares que participaron en la captura y ejecución del Che en Bolivia.
El presidente boliviano, general René Barrientos, pereció carbonizado
en un misterioso accidente de helicóptero, 18 meses después de ordenar
ejecutar a Guevara. El coronel Jorge Centeno Anaya, jefe del Ejército
boliviano cuando el Che fue capturado, murió en un atentado en París. El
coronel Roberto Quintanilla, jefe de inteligencia del Ministerio del
Interior boliviano cuando la captura del Che, fue asesinado en Hamburgo
en 1971. El capitán Gary Prado Salmón, que comandó las tropas que
capturaron al Che, fue baleado y quedó paralítico.
Otro atentado relacionado —directa o indirectamente— con Raúl Castro
se hizo muy famoso. En septiembre de 1980 un comando guerrillero
argentino del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP, castrista),
encabezado por Enrique Gorriarán Merlo, con fusiles y un lanzacohetes,
mató al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle en Asunción,
Paraguay. Con anterioridad a ese atentado, Gorriarán Merlo admitió en
Argentina que él, como jefe del ERP, y muchos de sus compañeros de
armas, habían recibido entrenamiento militar en Cuba.
En la Isla, Raúl Castro comparte con su hermano la responsabilidad
por las miles de muertes y el sufrimiento causado durante 56 años, los
atropellos y la violación de los derechos humanos. En el plano
internacional, es corresponsable de la violación de la soberanía
nacional de muchos países de Latinoamérica, con un saldo de ríos de
sangre.
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