Las corroñosas aves sobrevuelan el legendario hotel. Fotos TDC |
LA HABANA, Cuba. — Precisamente por estos días que el gobierno cubano
espera a través de un concurso organizado por la fundación suiza New7
Wonders Cities, que La Habana se convierta en una de las trece Ciudades
Maravillas del Mundo, las auras tiñosas están alebrestadas, como si
anduvieran de fiesta. No quieren perder su protagonismo en el paisaje
capitalino.
En medio de una ciudad que atraviesa los años más críticos, medio en
ruinas y sucia, nuestras auras tiñosas se agrupan en grandes números, y
sobrevuelan el último piso del emblemático Hotel Habana Libre.
Hace días una foto captó más de veinte. Volaban en silencio, tanto en
el crepúsculo matinal, como al caer la tarde. El excelente olfato de
estas aves seguramente le dicen que allí, en lo más alto del hotel,
donde está el Cabaret Turquino y el Salón Panamericano Sierra Maestra
-desde donde se puede apreciar el espléndido paisaje del Caribe-,
encuentran la carroña que ellas necesitan para vivir y volar.
No podríamos decir si se trata de un nuevo mal presagio, o si en
bandadas, es que llegaron para quedarse aquel 1ro de enero de 1990,
cuando Fidel Castro anunció el fatídico ¨Período Especial en tiempos de
Paz¨, se agudizó mucho más el racionamiento de alimentos y La Habana se
convertía en la capital más sucia de Cuba, según informó hace un par de
años el periódico Granma.
Las auras tiñosas han hecho del Hotel Habana Libre su casa |
Estas aves carroñeras abandonaron bosques, orillas de ríos y campos
de marabú, para ser parte activa de nuestro entorno, dueñas absolutas y
huéspedes permanentes de los pisos superiores de los edificios más
importantes de La Habana.
Su larga trayectoria es conocida por todos. Tiene más de catorce
años. En ese tiempo han permutado en muchas ocasiones de edificios. Se
les vio durante mucho tiempo cuando albergaban el interior de la cúpula
del Capitolio Nacional, o en las azoteas de numerosos rascacielos del
Vedado. Actualmente, tienen su casa en el último piso del Hotel Habana
Libre.
Las primeras historias macabras que se le conocen ocurrieron en el
Edificio Focsa, considerado en su momento el más alto de Cuba y
construido en 1956. Este inmueble, una de las Siete Maravillas de la
Ingeniería Civil Cubana, fue concebido para viviendas de los empleados
de la cadena de radio y televisión CMQ. Ya en la Revolución de Fidel
Castro, por falta de mantenimiento, el Focsa se transformó en el hábitat
de estas aves. Dejaban sus huevos y alimentos podridos en balcones y
baños y se les veía volar bajo por los largos corredores del inmueble,
para cuidar de sus crías.
En los últimos años, numerosos periodistas de blogs independientes y
escritores cubanos se han referido a estos personajes carroñeros,
convertidos ya en un símbolo real y perpetuo de nuestra capital
habanera, donde falta la verdadera medicina. Como dijera nuestro
apóstol José Martí: La verdadera medicina no es la cura, sino la que precave: la higiene es la verdadera medicina.
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