De nuevo la Junta Editorial del “The New York-Castro Times” ha
publicado otro editorial dominical, y ya son seis, en inglés y español,
defendiendo posiciones del castrismo. Nunca antes ese periódico había
insistido tanto en un mismo tema a través de editoriales. ¡Ni cuando la
guerra de Vietnam!
Reitero que el periódico tiene todo el derecho
del mundo a publicar lo que considere oportuno. Sin embargo, resulta
patético que, con la intención de defender lo que defiende, recurra a
lenguaje político pobre y poco creativo, de libelos oficialistas
habaneros, y que a estas alturas del siglo 21 utilice categorías
tercermundistas de la guerra fría.
La publicación resulta ahora,
en el tema cubano, tan aburrida como las intervenciones de los
castristas habituales por estos foros, cuyos comentarios, además de
insulsos, muestran incultura generalizada, desfase histórico y
dogmatismo del más rancio estalinismo. La única ventaja del diario sobre
tales comentaristas-sicarios verbales al servicio del régimen cubano, y
es algo, es que al menos en gramática y ortografía es superior a las
huestes de respuesta rápida digital en la sección de comentarios.
El
más reciente editorial del “The New York-Castro Times” aborda “el
programa que incentiva la migración de personal médico durante
asignaciones oficiales”. Comenzando por el título, “La fuga de cerebros en Cuba, cortesía de EEUU”,
tal si fuera texto de la Conferencia Tricontinental de los años sesenta
del siglo pasado, utiliza jerigonza anacrónica en tiempos de
globalización, tipo Las venas abiertas de América Latina, ese
decadente panfleto que adoran los durísimos de las izquierdas de nuestro
continente, del cual su mismo autor dijo que “No sería capaz de leerlo
de nuevo. Caería desmayado”… “Para mí, esa prosa de la izquierda
tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al
hospital”… “intentó ser una obra de economía política, solo que yo no
tenía la formación necesaria.”
Cuarenta y tres años después de la
publicación de esa madre de todos los panfletos, que tanto impresionó a
Hugo Chávez, vuelve el diario neoyorquino con lo de robo de cerebros.
¿Robo de cerebros en tiempos de globalización? ¿Robo de cerebros cuando
ni el gobierno de Cuba ni los corruptos caudillos latinoamericanos
garantizan a sus élites universitarias condiciones para ejercer sus
profesiones ni remuneraciones adecuadas por hacerlo, mientras las nomenklaturas y las oligarquías del continente se enriquecen a manos llenas sobre las necesidades de sus pueblos?
¿Cómo
debería llamarse la acción de prohibir a talentosos cubanos ejercer
actividades profesionales porque simplemente tienen opiniones diferentes
a las del gobierno? ¿O cuando impide el acceso a estudios superiores de
determinadas carreras a jóvenes con creencias religiosas o considerados
“no confiables” según los cánones de la camarilla? Y que no vengan
ahora los sicarios del régimen a decir que ya eso no sucede. Durante
decenas de años ocurrió sin que la prensa “seria” del continente lo
condenara.
Aunque, realmente, a eso que hace la dictadura cubana
no se le debería llamar robo de cerebros, porque no lo es, sino
secuestro de cerebros, que sí lo es. Ya ven, aquí tienen los durísimos
de la izquierda latinoamericana una nueva categoría con la cual
escandalizar estrepitosamente, tirar pedradas y vandalizar McDonald’s en
sus múltiples actividades “antiimperialistas”: secuestro de cerebros.
¡Ah!
Pero ni “The New York-Castro Times” ni la izquierda carnicera hablan
del secuestro de cerebros de los cubanos de a pie, sino del robo de
cerebros del que son víctimas los angelicales gobernantes cubanos, que
después de pagar a “sus” médicos entre 20 y 30 dólares mensuales durante
por lo menos dos décadas, aumentaron recientemente sus salarios a 60
dólares mensuales. Según las cifras del diario neoyorquino, tomadas del
servicio de inmigración de Estados Unidos, fueron “robados” 11 cerebros
en 2006, 781 en 2007, 293 en 2008, 519 en 2009, 548 en 2010, 384 en
2011, 681 en 2012, 995 en 2013, 1.278 en 2014.
Lo cual, añado yo,
hace un total de 5.490 cerebros “robados” en esos nueve años fiscales
por el programa que demoniza “The New York-Castro Times”. Menos de los
tres mil anuales mencionados por alguna prensa de Miami, aunque esas
exageraciones ya van siendo parte del folklore. Después de la llamada
reforma migratoria del régimen tales “robos” aumentaron: algo más del
41% de los declarados se produjeron en 2013 y 2014.
Habrá que
seguir esperando para saber hasta donde llegará “The New York-Castro
Times” en su cruzada a favor del régimen. No pienso perder mi tiempo
buscando chicos malos en New York o diciendo que el señor Ernesto
Londoño, recién sumado a la Junta Editorial del periódico, sea
“culpable” de tal ofensiva. Si acaso, él sería un Luca Brasi a cargo de
la ejecución de órdenes de El Padrino, pues nadie, como alegre
cuentapropista, puede publicar seis editoriales sobre lo que le de la
gana, ni siquiera uno, sin aprobación de la Junta Editorial. Y, de paso,
me pregunto si Ernesto Londoño, con tal nombre y apellido, será también
obra del “robo de cerebros”, o si eso para The New York Times solamente vale cuando son cubanos escapando del paraíso revolucionario de los Castro.
Por
lo pronto, hay algo que no debemos pasar por alto: además de Fidel
Castro, todos, absolutamente todos los órganos de prensa del régimen
cubano, publicaciones subordinadas y las que simplemente fotocopian y
actúan como sus propagandistas en todo el mundo, y todos los jenízaros
periodísticos que defienden la tiranía en todo y por todo en todas
partes, alaban generosamente la “objetividad” y “sentido común” de “The
New York-Castro Times” con estos editoriales.
Lo cual ya, de por sí, aunque ellos no digan nada más, a los cubanos decentes nos debería decir mucho.
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