Fidel Castro fue nombrado uno de los dirigentes más ricos según la revista Forbes en 2006
y él lo desmintió. En aquel entonces aseguró públicamente que su sueldo
eran 900 pesos cubanos -poco más de 26 euros al mes- mientras que la
revista aseguró que su fortuna ascendía a los 900 millones de dólares,
siendo el séptimo mandatario más rico del mundo.
A pesar de que él siempre haya negado las afirmaciones de la revista, ahora, un libro, 'La vida oculta de Fidel Castro', desenmascara al líder de la revolución cubana,
quien predica con el comunismo pero no sigue con el ejemplo. Mientras
su pueblo vive sumido en la pobreza, el Comandante disfruta de una vida
llena de excentricidades millonarias.
Cerca de 20 mansiones, tres yates, una isla privada, su propia
fábrica de yogures, puros y wisky, su propia vaca para beber leche,
salas de cine, gimnasio, bolera, helicóptero y cotos de caza son algunas
de las propiedades que posee el Comandante cubano y que ahora han sido
desveladas por uno de sus exescoltas, Juan Reinaldo Sánchez.
“Cayo Piedra -la isla privada de Castro- son dos
islas, unidas por un puente de 215 metros, en la que en la mayor de
ellas se encuentra la casa de Castro y en la otra la mansión de los
invitados, además de una casa para los cocineros,mecánicos,
electricistas y una decena de soldados”, explica Sánchez, quien asegura
haber estado en el enclave caribeño “centenares de veces”. Según relata
el que fuera miembro de la seguridad del Comandante durante casi dos
décadas, sólo el círculo más próximo al dictador conoce la isla. Entre
las personas cercanas a Castro no figuran sus hermanos -a excepción de
Raúl, el actual cabeza de Gobierno cubano- o sus sobrinos, pero sí
escritores como Gabriel García Márquez, quien disfrutó en varias
ocasiones de la arena blanca de las playas de Cayo Piedra, del agua
cristalina que la rodea y de la fauna marina que hay allí.
García Marquéz también ha sido uno de los pocos afortunados que ha
podido surcar las aguas del Caribe en el yate Aquarama II, una
embarcación de casi 30 metros de largo que tiene capacidad para alojar a
12 personas y está construido con maderas de Angola, que “nada tiene
que envidiar a los que atracan en Saint Tropez o en las Bahamas”.
Cuando Castro sale a navegar en el yate, muchas veces lo hace para
practicar pesca subacúatica, una de sus pasiones, que luego, junto con
algunas tortugas marinas -algunas miden un metro-, estarán destinadas a
“acabar en el plato de Fidel”.
Otro de los aspectos que llama la atención en el libro es la obsesión
de Castro con su salud. De este modo, y según relata el
exguardaespaldas, “dos miembros de la escolta personal del Comandante
poseen su mismo grupo sanguíneo para que, en caso de que empeorar de
repente su salud, se le pudieran hacer de inmediato transfusiones”.
Según cuenta el libro, hasta cuando Castrro sale a practicar
submarinismo en las aguas del Caribe, dos barcos escoltan su yate, y uno
de ellos, es un “completo hospital flotante”, para que se pueda operar
de urgencia al líder de la revolución cubana y posee además sala de
rayos X y dentista. Según este exmiembro de seguridad, exiliado desde
2008 en Miami, la obsesión del dictador por su salud viene de lejos. “En
el año 83 le diagnosticaron cáncer de intestino y comenzó a perder
mucha sangre por el recto, por lo que le tenían que hacer transfusiones
constantemente. Fue entonces cuando tomó la medida de que dos de sus
guardaespaldas tuvieran su mismo grupo sanguíneo”, explica y matiza que
el exjefe de gobierno pertenece al grupo A. Estas donaciones eran motivo
de orgullo para los escoltas, aunque los “afortunados no decían nada
pero se les veía el orgullo en la cara”.
Otra de las excentricidades que da muestra del tren de vida
capitalista que lleva el mandatario cubano es que posee su propia marca
de leche. “El bebe leche de 'F5', su vaca, y cada
miembro de su familia posee también una vaca de la que bebe leche. Cada
uno tiene la suya en función de la acidez o cremosidad que les guste”,
explica. Según relata el libro, esta obsesión comenzó en los años 70,
cuando entonces el presidente de Cuba tenía un affaire con la
guerrillera Cecilia Sánchez, quien era su secretaria personal. Ella
vivía en un edificio de cuatro plantas reservado para ella en el centro
de La Habana y la última planta estaba destinada para Fidel, donde tenía
piscina, gimnasio y bolera y donde mandó subir con una grúa una de las
vacas, para tener leche para desayunar.
El resto de las comidas de los Castro también son propias de restaurante. Según relata el libro, la mujer de Fidel, Dalia Soto del Valle,
elabora cada noche un menú con las tres comidas del día siguiente para
cada uno de los miembros de la familia en función de sus gustos. “Las
comidas de Fidel son frugales y suelen consistir en una sopa de pescado o
de marisco. Come langosta y pescado fresco. Le gusta el cordero y tiene
su propia fábrica de quesos y yogures. Dispone de cocinero y asistente,
y un mayordomo que la sirve la mesa. Cuando vas a su casa piensas que
estás en otro país, en casa de un millonario", explica en el libro.
Según Sánchez, la vida pública de Castro, la que él relata en sus
apariciones públicas, es “mentira”. Tanto es así que según este
exmiembro de la seguridad del dictador, los cubanos no supieron de la
existencia de la mujer del líder comunista, Dalia Soto del Valle, hasta
el año 2000, mientras que la pareja había contraído matrimonio en 1961 y
ya tenía cinco hijos en común. Sin embargo, la vida de Fidel no sólo es
ocultada al pueblo cubano, sino también a su propia familia. Así, según
relata el libro los hijos de Raúl -hermano de Fidel- no supieron de la
existencia de sus primos hasta alcanzar la mayoría de edad, y eso que
vivían a tan solo unos metros los unos de los otros.
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