Alicia García recuerda vívidamente su rescate en el mar hace 20 años
durante el éxodo masivo de balseros que salieron de Cuba, un dramático
suceso que cambio la vida de miles de personas y las relaciones entre La
Habana y Washington, reporta Reuters.
"No pensamos que lo lograríamos. Oramos y nos pusimos en las manos de
Dios", dijo García al contar su terrible experiencia de seis días junto
a otras cinco personas, aferradas a una balsa hecha con cámaras de
camiones y cuerdas.
Las salidas ilegales por vía marítima desde Cuba están nuevamente en
alza y funcionarios estadounidenses sostienen que alrededor de 2.000
inmigrantes han sido interceptados por la Guardia Costera de Estados
Unidos en los últimos 12 meses. Es la cifra más alta en seis años.
Muchos más están pasando sin que nadie lo advierta, partiendo desde
la parte occidental de la Isla a bordo de endebles embarcaciones de
fabricación casera, en una arriesgada apuesta para cruzar el Caribe
hacia Honduras, con la esperanza de finalmente cruzar la frontera entre
México y Estados Unidos.
A fines de agosto, 17 cubanos fueron rescatados por la Armada de
México tras casi un mes en el mar y 20 días sin comer. Los detalles no
están del todo claros, pero más de una decena de personas puede haber
fallecido por deshidratación, con los sobrevivientes viéndose obligados a
lanzar los cuerpos al mar.
La ciudad de Manzanillo, donde residían la mayoría de las víctimas,
llevó a cabo una misa en una iglesia católica el viernes por la noche.
"Mi esposa, ella no se atreve a decirme lo que realmente ocurrió. Es
demasiado terrible", dijo José Caballero, esposo de una de las
sobrevivientes.
Caballero viajó en diciembre desde Cuba siguiendo una ruta similar y actualmente vive en Texas.
Según las últimas cifras de Estados Unidos, más de 14.000 cubanos han
cruzado la frontera suroeste de Estados Unidos ilegalmente desde el 1
de octubre, casi el triple respecto al número registrado hace cuatro
años.
Las reformas económicas del Gobierno cubano no han logrado mejorar
las condiciones de vida para la mayoría de los cubanos que siguen en la
Isla.
"Salimos de Cuba porque no hay trabajo o los elementos básicos para
vivir", dijo Ángel, un excapitán de un barco de pesca que llegó la
semana pasada a Honduras en una embarcación rústica junto a otras 11
personas, luego de una travesía de dos semanas a través de las Islas
Caimán.
El bote fue construido clandestinamente e incluyó partes de un motor
de automóvil, una hélice y láminas de aluminio selladas con resina,
explicó.
"No era muy diferente en 1994", recordó García, excepto por el hecho
de que aquella vez Cuba levantó las restricciones y dio luz verde a las
personas que quisieran saltar al mar en balsas.
En el verano de ese año, entre el 12 de agosto y el 13 de septiembre,
unos 31.000 cubanos fueron detenidos en el mar por los buques
estadounidenses.
Fue el mayor éxodo desde el de 1980 a través del puerto del Mariel,
cuando unos 120.000 cubanos llegaron a las costas de Florida, a borde de
naves con cubano-estadounidenses que fueron a buscar a sus familiares a
La Habana.
La crisis de los balseros de 1994 llevó a un importante cambio en la
política migratoria estadounidense hacia Cuba, y a un acuerdo bilateral
mediante el que Washington se comprometió a conceder 20.000 visas a los
cubanos al año.
Como resultado de ese acuerdo, desde 1995 más de 600.000 cubanos han
emigrado a Estados Unidos, el mayor flujo desde la revolución que llevó a
Fidel Castro al poder en 1959.
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