Tomado de Cartas Desde Cuba
¿Quién manda en Cuba?
Carlos Alonso Zaldívar (CAZ). En Cuba no manda Fidel. El día
que Fidel se vistió de chándal lanzó un mensaje al mundo diciendo “yo he
dejado de mandar”. Ese mensaje lo entendieron los cubanos. Fidel sin
verde olivo no era el comandante en jefe. Lo curioso es que muy pocos en
el resto del mundo se dieran cuenta. Ahora manda Raúl con su grupo de
fieles, que lo son por lealtad y porque su edad y/o falta de relaciones
externas les impide tener una agenda propia. Raúl ha creado un grupo de
leales que además no tienen capacidad de hacer otra política diferente a
la suya. Díaz Canell puede mandar mañana, según vayan las cosas.
– PE. ¿Qué pretende Raúl?
CAZ. Cambiar Cuba sin perder el control. Su problema no es
“cambiar”, su problema es “mantener el control del cambio”. Lo que no
quiere Raúl es que en Cuba ocurra algo similar a lo que pasó en la Unión
Soviética. Evitará eso a cualquier precio. Raúl aborda los cambios y
Fidel, simplemente estando vivo, les da una legitimidad que Raúl por sí
solo no posee.
– PE. ¿Está cambiando la política de EE UU respecto a Cuba?
CAZ. Sí. Netamente. Después de 50 años están aceptando (tácitamente)
que prolongar una guerra fría local con Cuba les resulta
contraproducente. Recientemente ha habido tres manifestaciones notables
en este sentido. La primera, una carta de 44 firmantes, entre ellos
Negroponte, dirigida a Barack Obama, indicándole que se requiere un
cambio de política hacia Cuba. La segunda, una visita a Cuba del
presidente la Cámara de Comercio de EE UU para hablar de relaciones
económicas. Y, tercera, una filtración, no casual, de un capítulo de las
memorias de Hillary Clinton en el que dice a Obama que la política
seguida hasta ahora juega claramente a favor de los Castro. Pronto habrá
más… Ahora bien, ¿levantará EE UU el bloqueo? La respuesta es que si
Raúl necesita tiempo, EE UU también. Raúl tiene grandes problemas que
resolver y de difícil solución. El ejecutivo de EE UU no puede cambiar
gran parte de la política hacia Cuba porque depende del Congreso. Los
dos necesitan tiempo.
– PE. ¿Qué actitud mantienen hoy otros países respecto a Cuba?
CAZ. La Posición Común de la UE respecto a Cuba siempre fue poco
común y, además, no ha logrado nada por ser una política unilateralmente
impuesta a Cuba. Esto ya lo sabía EE UU. Cuba ha sido capaz de resistir
sus presiones más potentes y era evidente que no se iban a doblegar
ante un papel hecho por los europeos en cuatro días. Ahora la UE ha
empezado a negociar con Cuba un acuerdo bilateral de cooperación
política y económica, como los que tiene con una gran cantidad de
países. Esto terminará eliminando la Posición Común que solo existe para
Cuba, que no creo que sea ni remotamente el gobierno más abyecto del
mundo.
La geopolítica latinoamericana empuja en la dirección de liberalizar
Cuba en términos económicos y políticos. Esto es importante porque
ejerce mucha más influencia que cualquier declaración de cualquier país
occidental. Brasil entiende que puede y le interesa ser un socio
importante en Cuba (está invirtiendo en el Mariel y haciendo otras
muchas cosas). México ha entendido que no debe perder influencia en
Cuba, como le ocurrió en ciertos periodos. Colombia negocia su más grave
problema, el de la paz, en La Habana… Podríamos seguir con la lista. Un
país especial es Venezuela que mantiene con Cuba una relación intensa.
Hay una parte conocida: Cuba recibe de Venezuela algo que necesita, el
petróleo de cada día; y Venezuela recibe algo que necesita, médicos,
maestros y algo que acepta, apoyos a sus instituciones militares y
servicios de inteligencia. Pero además Venezuela –al margen del juicio
que le merezca a cada uno la evolución de ese país– tiene elecciones.
Para un cubano es difícil de comprender que su país se entienda tanto
con otro que tiene elecciones con pluralismo mientras en el suyo no las
hay. De este modo, incluso Venezuela juega a favor de la apertura
política de Cuba.
En resumen, si hace 10 años España no se hablaba con el gobierno
cubano, hoy nos hablamos. Si EE UU promovía un cambio radical amenazando
la paz cubana, hoy parece empieza a adoptar una posición coadyuvante a
un cambio pacífico. La UE –creo que más por seguimiento a EE UU. que por
iniciativa propia, pues a la UE le importa muy poco Cuba– está
moviéndose en la misma dirección. Latinoamérica está ejerciendo una
influencia liberalizadora en Cuba y, como debe ser, lo hace respetando
su soberanía (la pasada reunión cumbre de la Celac en La Habana fue una
expresión manifiesta de respaldo a la política de Raúl Castro). También
hay otras cosas, China y Rusia seguirán ganando posiciones en Cuba
mientras EE UU y la UE no cambien más su política. Hagamos cuentas y
veamos si los planteamientos de España tenían o no sentido.
– PE. ¿De qué manera lo que suceda en Venezuela puede afectar a los cambios en Cuba?
CAZ. Inventarse un escenario no me parece muy útil, pero pongamos una
referencia. Una posibilidad, venga como venga, es que Cuba se quede sin
su suministro de 100.000 barriles de petróleo diarios de Venezuela.
Cuba lleva mucho tiempo tratando de cubrir esa eventualidad. En los
momentos críticos siempre ha sabido encontrar alguien que le apoye. Es
una gran habilidad de su política exterior. Por otro lado, Cuba puede
influir en el proceso venezolano. Los servicios de inteligencia cubanos
opinan que si las autoridades de Venezuela no son capaces de atajar la
inseguridad ciudadana que azota a su país y cortar cualquier implicación
oficial con el narcotráfico, tendrán un problema serio a medio plazo.
Cuba sabe mantener la seguridad ciudadana y cortó drásticamente los
intentos del narcotráfico de asentarse en la Isla. La Habana puede
ejercer más influencia en Venezuela que otros con malas maneras.
– PE. ¿Quién trabaja dentro de Cuba a favor de un cambio pacífico?
CAZ. El gran problema del cambio en Cuba era el paso desde “con Fidel
a sin Fidel”. La retirada de Fidel planteaba incertidumbres. Muchos
especulan si manda más Fidel o Raúl, yo creo que los dos hermanos han
resuelto la incertidumbre con ingenio. Fidel respalda los cambios que ha
emprendido su hermano, y así les da una legitimidad ante los sectores
más reacios del cambio. Los dos hermanos han encontrado una solución en
tándem.
La Iglesia Católica, que no es cualquier cosa, trabaja por el cambio
pacífico que desea la mayoría de los cubanos porque está próxima a
muchas comunidades populares de la Isla (si bien no tanto como las
comunidades españolas presentes en las 19 provincias). De aquí viene una
confluencia entre la Iglesia Católica y la diplomacia española: los dos
tocamos el fondo de la sociedad cubana. Solo lo hacen más, claro está,
los comités de defensa de la revolución. El análisis del cardenal Jaime
Ortega siempre ha sido muy similar al de España. La iglesia se entendió
siempre con Fidel. Cuando entró Raúl la iglesia tuvo miedo, porque el
entendimiento con Fidel era muy personal. Hoy está claro que con Raúl
también se entiende. Esto contribuye y empuja el cambio pacífico.
También trabajan a favor del cambio pacífico unas generaciones de
cubanos bien formados que no pueden poner en valor su capacitación
porque el sistema cubano no funciona. Los jóvenes estudian con afán
porque saben que la formación es su único recurso. Luego se deprimen
cuando comprueban que lo que van a poder hacer en la Isla está tres o
cuatro grados por debajo de su capacitación. Eso es terrible. Tanto que
muchos emigran.
Nadie dentro de la Isla organiza un cambio violento. El último que lo
intentó fue Eloy Gutiérrez Menoyo, cubano y español, ya muerto, que
tuvo su propia guerrilla en el Escambray mientras Fidel la tenía en
Sierra Maestra. Entonces se entendió con Fidel y luego se desentendió y
volvió a la guerrilla. Lo metieron en la cárcel, salió, se exilió en
Miami y, al cabo de un tiempo, volvió a Cuba sin documentación y montó
su partido, Cambio Cubano, que era la oposición más moderada. Desde
entonces, nadie se ha levantado contra Fidel. La realidad es que quien
no soporta el régimen, prefiere el exilio al enfrentamiento. Y eso,
guste o no, contribuye a que el cambio pueda ser pacífico.
– PE. ¿Qué fuerzas se resisten o temen un cambio aunque sea pacífico?
CAZ. Hay seis millones de cubanos no activos (de una población total
cercana a los 12 millones) que viven de la protección social (en forma
de pensiones, servicios y productos subvencionados). El 68 por cien del
presupuesto cubano es gasto social. Sabiendo como viven, nada resulta
más natural que el temor de estas personas a que ese gasto se reduzca o,
no digamos, desaparezca. Esto genera una fuerza de resistencia al
cambio. Hay otros cuatro millones de activos trabajando directamente
para el Estado cuyo más que escaso salario se complementa con productos
subvencionados. Entre estos empleos, hay muchos redundantes llamados a
desaparecer. También esto produce temores comprensibles.
También hay resistencias ideológicas y políticas en el Partido
Comunista, incluso en algún sector del ejército o de la Policía Nacional
Revolucionaria. Pero la auténtica resistencia que explica el ritmo
lento de las reformas procede de la dificultad de hacer el país más
productivo sin lanzar a la indigencia a millones de personas. Ese es el
problema de fondo que tienen que resolver Raúl y su gente. Una terapia
de choque aplicada a Cuba destruiría el país para una o dos
generaciones.
– PE. ¿Qué cambios se están produciendo?
CAZ. La más dura crítica a los resultados de la Revolución Cubana es
que después de 50 años, los cubanos que cumplen la ley no pueden vivir
dignamente. Es una crítica demoledora. Lo diré más claro: para
subsistir, los cubanos tienen que robar. Fidel lo reconoció en un
discurso en la Universidad de La Habana. ¿Ha cambiado esto? Está
cambiando. Hoy unos 500.000 cubanos son “cuentapropistas”, lo que
significa que sus ingresos no dependen del Estado. En mis años de
embajador eran unos 100.000. El número de cubanos que pueden vivir sin
depender del Estado, me parece el indicador que mejor mide los cambios
que se están produciendo en Cuba. 500.000 representa el 12 por cien de
la población activa (4,5 millones de personas).
Otros cambios importantes son que hoy los cubanos tienen libertad
para salir del país; pueden ir a los hoteles donde van los turistas
(nada ofendía más la dignidad de los cubanos que en su país no pudieran
ir al hotel al que iban los extranjeros). Hay una nueva ley de inversión
extranjera, hay cambios en la agricultura y en otros sectores. Pero,
cualquier cambio crea nuevos problemas, y de esto se habla poco.
–PE. ¿Se refiere a la posibilidad de una brecha social en Cuba que pueda dar origen a un conflicto interno?
CAZ. No tengo una respuesta a esta pregunta aunque es importante.
Cuba ha vivido medio siglo en igualdad –impuesta si se quiere– y nunca
ha experimentado tensiones sociales serias, pero ahora pueden surgir.
Voy a poner un ejemplo extremo. Los mejores jugadores de béisbol cubanos
–que son muy buenos y cobran nada– llevan años escapándose a las ligas
americanas que les pagan mucho. Ahora pueden hacerlo legalmente. Dos de
ellos hoy están jugando en Japón y ganan 1,2 millones de dólares por
temporada (el Estado cubano se queda con el 20 por cien). En un grado
menor también tienen ingresos muy superiores a la media bailarines que
trabajan fuera, escritores y pintores que venden en Europa y EE UU. Me
refiero a artistas que viven o pasan temporadas en la Isla. Aunque a
escala menor, los médicos y otros profesionales cubanos que
temporalmente trabajan en Venezuela, en Brasil y en otros países,
también tienen ingresos superiores a los del cubano de a pie. Paso a
paso. otro tanto empieza a pasar con los cuentapropistas. Esta
diferenciación económica es algo nuevo que va a generar tensiones
sociales difíciles de administrar.
Otro problema es que el cuentapropismo no alcanza, ni de lejos, a
absorber la reducción de empleos en entidades públicas. Una solución
potencial a esto está en la agricultura. Resolvería además problemas
presupuestarios, porque Cuba importa el 80 por cien de la comida que
consume. En la agricultura se han introducido cambios pero hasta ahora
la producción agrícola no despega. Ha mejorado el abastecimiento
alimenticio pero con subida de precios. Si la agricultura despegara los
precios bajarían. La dificultad está en que un sector de la economía
difícilmente se moderniza si la modernización no alcanza a todos los
sectores. En el sector agrícola trabajan 1,3 millones de cubanos, pero,
hay que decirlo todo: a los cubanos no les gusta el campo. En Cuba la
revolución industrial empezó antes que en España (mejor dicho, que en el
resto de resto de España). La iniciaron los británicos cuando
invadieron La Habana en 1762 industrializando la producción de azúcar.
El primer tren y el primer teléfono que tuvo España estuvieron en Cuba.
Cuba tiene una tradición industrial y el cubano es urbanita. No
obstante, volver a crear una agricultura productiva me parece un camino
obligado para resolver los problemas de Cuba.
– PE. ¿Hay algo que funcione bien en Cuba?
CAZ. Un ejemplo notable es el tabaco, que le proporciona a Cuba un
ingreso anual de unos 500 millones de dólares. Se gestiona con la
combinación de una compañía nacional cubana que tiene acusadas
particularidades –como la notable autonomía de unos agricultores que son
artistas de la hoja de tabaco–, y una compañía privada extranjera
(durante muchos años española) que comercializa los puros. Muchos
grandes empresarios españoles han pasado por Cuba, y casi todos
vinculados al tabaco (César Alierta, Antonio Vázquez, Pablo Isla…). Cuba
ya está consiguiendo que los chinos empiecen a fumar puros y si eso
continúa… puede resultar mejor que el petróleo.
¡Claro que se pueden hacer bien las cosas en Cuba! Otro ejemplo menos
simpático que el tabaco es el MININ, ministerio del Interior, que
funciona muy bien… quizá funciona demasiado. En Cuba las cosas pueden
funcionar, y la prédica política más efectiva consiste en lograr que las
cosas funcionen. Los hoteles españoles que dan empleo a cubanos y
servicios a extranjeros, lo han logrado. Ese es el discurso más potente
sobre la posibilidad y necesidad de transformar Cuba.
– PE. ¿Tiene potencial de crecimiento Cuba?
CAZ. Mucho y, si le van saliendo bien las cosas, sorprenderá. Hagamos
un balance de Cuba con sus activos y pasivos. Entre los activos está
que son pocos habitantes muy cohesionados como sociedad; muy bien
educados, hay un millón de titulados superiores y medio millón de
estudiantes universitarios; la mujer está presente en el trabajo en
todos los niveles, la población está sana y la esperanza de vida es
alta… Conseguir algo así cuesta generaciones, pues bien, Cuba ya lo
tiene en un grado superior a la mayoría de los países latinoamericanos.
Cuando se leen informes sociales y económicos de esos países, resulta
que lo que necesitan es formación, cualificación, sanidad…, lo que Cuba
ya tiene.
Entre los pasivos destacaría la hemorragia de jóvenes cualificados
que se van. Año tras año salen 20.000 jóvenes con visas de EE UU, (lo
que muestra que a Washington no le interesa una crisis abierta en Cuba,
aunque no lo diga). Sumando visados de otros países y salidas
irregulares, deben ser unos 40.000 los que se van cada año. Siendo yo
embajador, en el consulado de La Habana se celebraban cada año unos
4.000 matrimonios, más o menos como en Madrid o Barcelona. La gran
mayoría de esos matrimonios se traducen en visados. Estos datos para un
país que tiene ya una demografía negativa, son un grave problema. El
esfuerzo histórico para crear generaciones formadas que luego se van
–algunos legalmente y otros jugándose la vida– cuestiona el sistema. Y
ellos lo saben mejor que nosotros.
Otro pasivo: un sistema económico disparatado. No intenten entender
en qué medida es socialista o capitalista, nadie lo sabe. Es un agregado
incoherente de ocurrencias. Hay cosas que funcionan (pocas) y cosas que
no funcionan (muchas), eso sí lo saben los cubanos. En su evolución ha
tenido prioridad la distribución sobre la producción y, cuando no ha
habido más remedio que producir, ha prevalecido encontrar apoyos
extranjeros (Rusia, Venezuela…) y pedir sacrificios a la población (en
las zafras o en el “periodo especial”), antes que proponerse generar una
producción nacional eficiente. El balance es que han creado unos
activos muy valiosos y unos pasivos venenosos.
¿Qué hacer? –que diría Lenin–. Mi respuesta es conservar los activos,
que cuesta generaciones crear, y liquidar los pasivos, lo que puede
hacerse en años con leyes y decretos. Para eso hay que crear un clima
social y político que permita aplicar esas leyes y decretos, sean sobre
inversión extranjera, unificación de la moneda, medidas para dar mayor
espacio al mercado…, sin fracturar gravemente a la sociedad cubana.
Gobernar bien Cuba significa llevar sin traumas excesivos a cerca de 12
millones de cubanos desde lo que hoy son a lo mucho más que pueden ser
mañana.
– PE. ¿Qué papel está desempeñando el ejército en el proceso de cambio?
CAZ. Por su prestigio y el poder que tiene es un árbitro de hecho.
Ese prestigio le viene de que no se ha visto involucrado en operaciones
represivas contra la población. Eso es algo que nunca ha hecho y sabe
que hacerlo podría dividirlo y debilitaría la seguridad exterior del
país, lo que sería aprovechado por algún mal vecino. El prestigio
también le viene de su participación en guerras como la de Angola. Casi
nadie comentó en Europa que en el funeral de Nelson Mandela habló Raúl
Castro y no lo hizo ningún europeo. Suráfrica, Angola, Namibia, le deben
mucho a los cubanos. ¿Qué nos deben a los europeos y a EE UU? Volviendo
a lo que estamos, veo más probable que el ejército respalde un programa
de reformas que no sean demasiado traumáticas y menos probable que
arriesgue su prestigio implicándose en la represión social.
– PE. ¿Y cuál es hoy el papel de la oposición? ¿Podría canalizar el descontento existente?
CAZ. La oposición clásica no, porque no trabaja con campesinos,
obreros, estudiantes. No trata de organizar a los sectores descontentos
de la sociedad, sino que se dedica a exportar crítica política contra el
régimen para generar fuera presiones más contundentes contra él. Por
eso sus campos de actividad son las embajadas y agencias de prensa, y no
los centros de trabajo o de estudio. Ese tipo de oposición vive de
subvenciones de programas promovidos por los anticastristas de Miami y
no puede canalizar el descontento interno. De hecho, se está
desvaneciendo; Oswaldo Payá, su representante con más talla moral, ha
muerto. Y además ha aparecido una nueva oposición que ha eclipsado a la
vieja. Se llama Yoani Sánchez. Ella no acepta lo que acabo de decir,
pero lo ha hecho.
Yoani tiene otro estilo, dice, “nuestro Dow Jones es el precio de la
costilla de cerdo” y, efectivamente, ese es el camino. Asegura que no
hace política sino ciudadanos. Eso es apostar por los cubanos, la mejor
política. Es lo contrario de lo que hace la oposición clásica, apostar
por países extranjeros. Es natural que los planteamientos de Yoani
tengan mucho más alcance, pero está en una posición vulnerable. Si el
gobierno respeta el nuevo medio digital que ha creado, “14 y Medio”,
indicará que Raúl es capaz de coexistir con una oposición razonable.
Desde luego, la oposición que encarna Yoani Sánchez es más capaz de
conectar con la sociedad cubana.
– PE. ¿Qué dinámica está dirigiendo los cambios actuales?
CAZ. Toda la política cubana se mueve en un triángulo de tensiones.
La tensión entre mantener el sistema económico actual y abrir la
economía a la iniciativa privada. La tensión entre mantener el sistema
de partido único y ampliar las libertades. La tensión entre salvaguardar
la soberanía o fiar el futuro de Cuba al patronazgo de EE UU u otros
países. El orden de prioridades hoy es: la soberanía ante todo; la
economía hay que cambiarla; de la política, ya hablaremos. Lo digo para
que se entienda que en Cuba el tema de la soberanía es clave. –
-PE. Y en este esquema, ¿dónde quedan los derechos humanos?
Al gobierno cubano no se le puede doblar el brazo en el tema de
derechos humanos por las malas. No lo ha logrado EE UU durante medio
siglo pese a haber recurrido a todo tipo de tácticas. Eso no quiere
decir que no se puedan lograr pequeñas cosas importantes. España ha
sacado presos, se han firmado convenios de derechos humanos (que, es
cierto, siguen a espera de ratificación), hoy se puede acceder a las
cárceles, se podría lograr que la Cruz Roja regresara a Cuba e hiciera
un papel importante… Hay una vía por la que se puede avanzar a pequeños
pasos, siempre que de verdad se busque una mejora real de los derechos
humanos y no usar sus vulneraciones como metralla contra el sistema.
Solo España ha avanzado por esa vía. Ningún otro país europeo ha
liberado presos políticos cubanos. También lo ha hecho EE UU gracias a
Jesse Jackson y Jimmy Carter.
Y otra idea esencial sobre esta cuestión: la política cubana de
derechos humanos es un reflejo especular de la política de EE UU hacia
Cuba. Si EE UU da patadas a Cuba, Cuba responde con patadas en el
trasero de la disidencia. Eso significa que la variable decisiva del
comportamiento de Cuba en materia de derechos humanos la tiene EE UU. De
aquí que limitar la política hacia Cuba a los derechos humanos sea un
error, pues entonces tu política la marca EE UU. Eso es lo que implica
la Posición Común de la UE. Claro que, si es eso lo que deseas, no es un
error.
No hay comentarios:
Publicar un comentario