sábado, septiembre 27, 2014

El miedo al choteo y la injusticia de una sanción a los creadores de los aromas socialistas “Ernesto” y “Hugo”

Que el Consejo de Ministros de Cuba se haya reunido en la noche de un viernes para hacer una Declaración acerca de los perfumes “Hugo” y “Ernesto” es todavía más ridículo que la idea de producirlos.
Pero además de ridículo es peligroso. Entre otras cosas por el mensaje de fragilidad que envía en medio de un mundo virtual. La Declaración del Consejo de Ministros muestra que el gobierno de Raúl Castro es chantajeable, manipulable, trajinable. Si no por la oposición o la invasión extranjera, al menos por “el qué dirán”.
Por añadidura, es injusto sancionar a un funcionario comunista que en el peor de los casos (en el mejor se trataría de un homenaje sincero) lo que deseaba era congratular y anotarse un punto con la elite doctrinaria-militar, para poder conservar su puesto en la estructura de la Cuba raulista.
En verdad, existen pocas acciones más desacralizadoras de la imagen del Che Guevara que la de sus descendientes haciendo turismo por todo el mundo en calidad de vendedores ambulantes de una mercancía barata concretada en películas, conferencias y emociones actuadas sobre “Ese lindo futuro que tanto añoraba papá”.
Los cubanos no enmiendan errores por pragmatismo o humildad sino por soberbia y temor al ridículo. Al papelazo. Para borrar hasta la misma posibilidad de haberlos cometido y obtener licencia para cometer otros errores más desastrosos todavía. Más honorable que “rectificar errores” (o “tendencias negativas” en el perfumar) es persistir en los mismos y arrastrarlos como una prueba de que cualquiera es falible.

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