Fulton Armstrong, ex analista de la CIA y ex asistente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, actualmente profesor de la American University en Washington. |
Por Mauricio Claver-Carone*
Esta mañana, la agencia Associated Press (AP) lanzó el tercer capítulo
de su colaboración con el ex analista de la CIA y ex empleado del
Senado, Fulton Armstrong, sobre la manera de desprestigiar a los
programas de democracia en Cuba de la Agencia para el Desarrollo
Internacional de Estados Unidos (USAID).
Los programas de democracia de USAID en todo el mundo, ya sea en
Irán, Siria, Bielorrusia o Cuba, tienen como objetivo fomentar y apoyar
la sociedad civil independiente en sociedades cerradas. (Lea la
declaración de USAID aquí.)
Estados Unidos nunca debe pedir disculpas por ayudar a las víctimas
de las dictaduras brutales alrededor del mundo. Por el contrario, es
emblemático de los mejores momentos de nuestra nación en el siglo XX, a
partir de la Segunda Guerra Mundial y durante la Guerra Fría.
Sin embargo, por alguna razón, en el caso de Cuba, el apoyo a la
sociedad civil independiente ha disgustado mucho a Armstrong, y ahora a
AP. En cambio, está abogó
para que Estados Unidos colaborara con el régimen de Castro y
(absurdamente) le diera autoridad discrecional sobre los programas de la
USAID sobre Cuba.
Con Ana Belén Montes
Armstrong tiene una larga historia
de trabajar internamente contra la política de Estados Unidos hacia
Cuba. Durante su tiempo en la CIA, Armstrong fue autor, junto con su ex
colega en la Agencia de Inteligencia de Defensa, Ana Belén Montes, de un
informe muy citado de 1998, que argumentó que Cuba ya no representaba
una amenaza para la seguridad de Estados Unidos. Irónicamente, sólo tres
años más tarde (en el 2001), Montes fue identificada como una espía
cubana, detenida y condenada, y ahora está cumpliendo una setencia de 25
años en una prisión federal.
Como miembro del personal de la Comisión de Relaciones Exteriores del
Senado, Armstrong se opuso fervientemente a cualquier proyecto que
promoviera la libertad para el pueblo cubano, ya fuese a través de los
programas de democracia de la USAID, Radio y TV Martí, o una simple
resolución del Senado para pedir la liberación de los presos políticos.
Lo que al régimen de Castro le disgusta, lo mismo ocurre con Fulton
Armstrong.
Su estrategia (y ahora de la AP) en el caso de los programas de
democracia de la USAID es simple: utilizar pequeños hechos y regurgitar
los términos “encubierta”, “cambio de régimen” y “soberanía” una y otra
vez.
El primer capítulo
de la colaboración AP-Armstrong intentó retratar al contratista
estadounidense (y rehén del régimen de Castro) Alan Gross como una
especie de “super-espía” que pasó de contrabando los sistemas de
comunicación altamente sofisticados en Cuba.
(Después de todo, si Alan Gross es un “espía”, entonces podría ser intercambiado por otros espías. ¿De acuerdo?)
Denunciando el Zunzuneo
Por supuesto, el hecho es que Alan Gross fue a Cuba para ayudar a la
comunidad judía a tener acceso sin restricciones a la internet. Nada más
y nada menos. Por otra parte, había declarado toda la tecnología que
llevaba con él a la Aduana General de Cuba.
El segundo capítulo
de la colaboración AP-Armstrong intentó retratar a un popular programa
diseñado para proporcionar a los cubanos el acceso no detectado a una
plataforma de medios sociales al estilo de Twitter (“Zunzuneo”) como un
complot para derrocar al régimen de Castro.
El hecho es que el programa de Twitter cubano (“Zunzuneo”)
simplemente trató de proporcionar a los cubanos programas similares como
lo hacen en otras sociedades cerradas, con acceso a una plataforma de
medios sociales que les permitieran intercambiar todo tipo de contenido
sin censura.
El capítulo de hoy de la colaboración AP-Armstrong afirma que la
USAID envió jóvenes latinoamericanos para reclutar jóvenes cubanos con
el propósito de derrocar al régimen de Castro.
Jóvenes insatisfechos
También buscaba resaltar un reciente punto favorito (de la
propaganda) de que los jóvenes cubanos pueden estar insatisfechos y
marginados para hablar, pero que están a favor de Castro. Con ese fin,
la AP envió a su propia periodista en Cuba, con vínculos conocidos con
el régimen, a “encontrar” a uno de los jóvenes cubanos que fue
“manipulado” por los extranjeros.
El hecho es que el programa de la USAID simplemente buscó apoyar los
diferentes proyectos sociales y campañas de activistas jóvenes en Cuba,
independientes del régimen de Castro. En este caso, el apoyo fue
proporcionado por sus pares latinoamericanos.
Téngase en cuenta que cada capítulo de esta colaboración ha sido
escrito por el mismo equipo de reporteros de AP y todos ellos se apoyan
en información que data de 2009-2011, cuando Armstrong se encontraba
todavía en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Tal vez en su próximo capítulo, el AP puede investigar cómo recuperar la objetividad en la presentación de reportes sobre Cuba.
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*Director ejecutivo de Cuba Democracy Advocates y editor del sitio digital Capitol Hill Cubans. Este artículo se publica en CaféFuerte con el consentimiento expreso de su autor.
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