martes, agosto 05, 2014

A veinte años de la crisis de los balseros. El éxodo imparable

cubanalisis
Armando Navarro Vega
La emigración, manejada hábilmente de manera controlada y discrecional por el régimen, se ha utilizado con regularidad histórica para:
  • aliviar las tensiones internas a modo de válvula de escape generacional (1965, 1980, 1994 y más allá)
  • depurar disidencias,
  • convertir en rehenes a los familiares de los emigrados y a los propios emigrados con la concesión del permiso de salida (o ahora del pasaporte, a partir de enero de 2013) y con el “permiso de entrada” al país después del año 1978 (un salvoconducto a cambio de silencio)
  • justificar la enajenación de la población cubana respecto de la propiedad personal, de los recursos productivos y de la actividad económica,
  • “sembrar” opositores en el exterior y dividir al exilio,
  • garantizar una fuente creciente en cantidad e importancia de ingresos a través de las remesas de los emigrados, de inversiones en el exterior y/o de actividades ilícitas o francamente delictivas, como los casos mas recientes de estafa al Medicare en la Florida,[1]
  • fortalecer las tareas de inteligencia o contrainteligencia y, en los últimos años,
  • facilitar la labor de los testaferros diseminados por el mundo que contribuyen a la supervivencia del régimen en las actuales circunstancias, y que trabajan para garantizar la metamorfosis de la clase dirigente, de los miembros de las instituciones represivas y de los “hijos de papá” en el empresariado de un futuro régimen neocastrista sin “Castros”, neofascista y populista, indigenista y tercermundista al estilo del “Socialismo del Siglo XXI”, afincado en un “estado-empresa” centralizado con trabajadores en régimen de semiesclavitud como en China, o de corte mafioso monopolista como en Rusia.
La actual versión oficial del gobierno de Cuba (diferente a la ofrecida hasta hace menos de diez años, que resaltaba el carácter político de la emigración cubana) a la que se unen la prensa occidental afín, los partidos políticos cómplices y la izquierda diletante y reaccionaria, pretenden igualar las causas, los motivos y las formas de la emigración desde Cuba, con los procesos migratorios que han tenido y tienen lugar en el resto del mundo, y “denuncian los privilegios” con los que han contado los cubanos emigrados a los Estados Unidos, único factor que explica en su opinión el éxito relativo de la comunidad cubana frente a otras minorías y grupos que allí residen. Pero evidentemente no se trata de las mismas circunstancias.

En primer lugar, los cubanos no huyen del capitalismo salvaje. Huyen, supuestamente, del paraíso socialista y de las “conquistas de la revolución”, algo que los fundamentalistas y corifeos del régimen no pueden soportar ni perdonar.
El éxodo del Mariel fue un episodio más, aunque sin duda muy significativo, dentro de una larga y dolorosa lista que recorre más de medio siglo. Entre 1990 y 1994, ocurrieron una serie de incidentes que dan cuenta del grado de desesperación de los cubanos por salir de la isla en pleno Período Especial (así como del enconamiento del régimen por impedirlo) que incluyó desde la ocupación de embajadas hasta el secuestro de embarcaciones, y que obtuvo como respuesta los crímenes perpetrados por el régimen en Cojímar, la represión de la protesta ciudadana de Regla, y la masacre del remolcador “13 de Marzo”. El amago de revuelta popular en agosto de 1994 conocido como “el Maleconazo”, culminó con la increíble imagen de más de 38,000 personas arrojándose semidesnudos al mar en precarias y rudimentarias balsas, en lo que se denominó “la Crisis de los Balseros”.
En el verano de 1990 unas cincuenta personas penetraron en las sedes diplomáticas de Checoslovaquia, Bélgica, Canadá, Italia, Suiza y España radicadas en La Habana, generando la llamada “crisis de las embajadas”.
Tres años después, en septiembre de 1993, cuatro mujeres, seis hombres y un niño entraron pacíficamente en la embajada mexicana con el pretexto de realizar trámites migratorios, y se negaron a salir después. Entre mayo y junio de 1994, otras ciento cincuenta personas ocuparon el Consulado de Chile y las legaciones de Bélgica y Alemania.

El 1 de julio de 1993 se aproximó a las costas del conocido pueblo marino de Cojímar (escenario de la novela “El Viejo y el Mar”, de Ernest Hemingway) una embarcación procedente de los Estados Unidos, tripulada por un ciudadano norteamericano y un cubano residente en Miami que había abandonado clandestinamente el país hacía escasamente un año, y cuyo objetivo era recoger a sus familiares y a otras personas para llevarlos consigo a territorio estadounidense.
Los guarda fronteras abrieron fuego tanto desde el mar como desde tierra sobre la embarcación y sobre las personas que trataban de alcanzarla nadando desde la costa, hiriendo a una decena y asesinando a tres jóvenes de 16, 19 y 26 años. Ello provocó una revuelta local en la que participaron cientos de personas que fueron testigos presenciales del crimen, y que fue reprimida rápida y enérgicamente.
El 13 de 0ctubre de 1993, un grupo de ocho jóvenes intentaron abandonar el país en una balsa por algún punto comprendido entre las playas de Bacuranao y Tarará, al este de La Habana. Fueron sorprendidos mientras se trasladaban en un camión hacia la costa, y se dispersaron intentando huir de la persecución policial por tierra. Uno de ellos, el joven de 23 años Luis Quevedo Remolina fue el último en entregarse sin ofrecer resistencia. Los guardias, al parecer enfurecidos por el esfuerzo que habían tenido que desplegar, lo molieron a golpes y el joven murió. Oficialmente dijeron que había muerto instantáneamente de un disparo durante la huída.
Su madre, Esther Remolina, declaró en un testimonio grabado por el activista por los derechos humanos Ladislao Velázquez, que perdió el conocimiento cuando le entregaron el cuerpo de su hijo. Le habían aplastado los testículos, fracturado la mandíbula, destrozado la boca, machacado el estómago y fracturado varios huesos, pero no había ningún agujero de bala.
La noticia del asesinato se regó como la pólvora entre sus vecinos del poblado de Regla, situado en la Bahía de la Habana, y el entierro del joven se convirtió en una manifestación de repulsa popular por el crimen cometido. El féretro fue conducido por la muchedumbre hasta la estación de policía local al grito de “esbirros y asesinos.” Decenas de personas fueron golpeadas por las “Brigadas de Respuesta Rápida” y detenidas. El hermano de Luis fue condenado a prisión, y la madre fue acosada para que modificara sus declaraciones vertidas a la prensa internacional.
El año 1994 prometía ser muy movido en materia de emigración. La medida de la importancia del tema para el gobierno quedaba reflejada con la celebración el día 22 de abril del simposio “La Nación y la Emigración”, en el que participaron unos 200 exiliados “moderados”, que sostuvieron un encuentro personal con el Comandante. Parece repetirse un patrón con algunas semejanzas entre este encuentro, y la reunión con los representantes de la comunidad cubana en el exterior en 1980, antes de producirse el éxodo del Mariel.
El 4 de junio llegó a Key West una draga procedente del puerto de Mariel con 61 ocupantes, que fue perseguida y tiroteada durante algunas horas por las unidades guarda fronteras cubanas, reportándose varios heridos.
El 17 de junio llega también a la Florida el remolcador “Mar Azul” con 72 cubanos a bordo. Cerca de la costa norteamericana, recibe protección de un barco de la marina estadounidense contra el asedio al que estaba siendo sometido por parte de las lanchas del régimen, cuyos tripulantes son arrestados al regresar a la isla acusados de “cobardía ante un guarda costas yanqui”.
Aprovechando el buen tiempo, las salidas clandestinas se multiplican. Solo en el mes de junio se reporta la llegada a los Estados Unidos de 1,173 balseros en lo que parece prefigurarse como el preludio de una crisis migratoria de grandes dimensiones.
El 13 de julio de 1994, un grupo integrado por 23 niños, 30 mujeres y 19 hombres se embarcaron en el viejo remolcador “13 de Marzo” con la complicidad de su patrón, y pusieron proa hacia los Estados Unidos. En ese momento no lo sabían, pero estaban condenados a servir de escarmiento para evitar la repetición de este tipo de sucesos.
Según el testimonio de un superviviente, Jorge Alberto Hernández Ávila,[2] la persecución comenzó de inmediato, y en su opinión la pudieron ver las personas que pudiesen estar a esas horas de la madrugada (poco antes de las 03:00) en el Malecón habanero.
En la operación participaron tres remolcadores más nuevos, provistos de mangueras y de potentes bombas para extinguir incendios que se abastecían directamente del mar, y que en esta ocasión dirigirían sus poderosos chorros para barrer personas de la cubierta del “13 de Marzo”. A escasa distancia se mantendría supervisando el crimen una unidad de superficie de la Marina de Guerra Revolucionaria.
Uno de los remolcadores que intervino en la persecución interceptó a la nave, provocando un primer choque apenas a la salida del puerto, y comenzó el bombardeo de agua. Las embestidas desde distintos ángulos se sucederían a partir de ese momento, durante algo más de una hora de navegación, hasta llegar a un punto a unas siete millas de la costa, aún en aguas territoriales cubanas y a salvo de miradas indiscretas.
La tarea se llevó a cabo con eficacia. Las madres levantaban en brazos a sus hijos para mostrarlos e indicar sin lugar a dudas que había niños a bordo, y solo conseguían ser arrojadas violentamente junto con ellos al mar. Varias mujeres y niños se resguardaron en el interior del buque, sin saber que estaban entrando a su propia tumba.
Entonces sobrevino el desenlace. El oficial al mando de la embarcación “Polagro 5” ordenó embestir al “13 de Marzo” por la popa, y este comenzó a hundirse. Mientras, las otras embarcaciones navegaban alrededor en círculos para crear turbulencias y facilitar el ahogamiento de los supervivientes. Lejos de prestar ayuda a los náufragos se retiraron después unos cientos de metros, para dar paso al guarda costas, y finalmente regresaron a la costa.
Otro sobrecogedor relato es el de María Victoria García Suárez.[3] Ella logró escapar con vida de aquel infierno, pero perdió a su esposo, a su hijo de 10 años, a su hermano, a tres tíos y a dos sobrinos. He aquí un fragmento:
“Comienzan a tirar chorros de agua y nos empujan duro por el costado. Trato de cubrir con mi cuerpo el del niño. Escucho los gritos de una mujer aterrorizada: ¡Mi hijo, mi hijo...! Parece como si un chorro de esos le arranca el niño de entre los brazos… Apuntan los chorros sobre mí y casi quedo desnuda… Me viraba de un lado para otro y le servía de escudo… apretado contra mi pecho me decía bajito: ¡Ay mamita, que es esto... Dios mío sálvanos...!
 
Yo estaba de espaldas a la popa, y el niño me advierte: ¡Cuidado mamá, viene pa' arriba de nosotros! Trato de protegerme apretándome contra el niño y el palo… se monta encima y parte el barco por atrás, poco faltó para que me exprimiera contra el palo. El niño grita temblando y lloroso: Nos rendimos, nos rendimos...
 
Nuestro barco se hundía y yo desesperada no hallaba que hacer. Cogí al niño y lo cargué… Le dije: Papi, sal del corralito y encarámate sobre mí. Ahora abraza tus piernecitas por mi cintura y sujétate de mi cuello con tus bracitos... apriétame fuerte y no me sueltes... coge aire bastante y cierra tu boquita… Si mamá, fueron sus últimas palabras con una vocecita que casi no se oía. Poco a poco fuimos bajando hasta que el mar nos traga completos. No sé cuando bajé ni como subí. No se si morí o volví a vivir. Parece que moví rápido las piernas y salimos a flote por dos veces. El niño seguía abrazado como dormido. Entonces lo llamo: Joanmi, Joanmi, pero no me respondía. Había perdido todas sus fuerzas por el agua tragada, estaba como desmadejadito… Me mantengo a flote moviendo rápido las piernas. Miro alrededor y me aguanto de un bulto flotante; parecía una balsa, pero era Rosa ya muerta. Recuerdo sus gritos de locura durante los ataques… Entonces descubro una caja flotando con un grupo de personas encaramadas. Trato de alcanzarla con el niño a cuestas y empujando a Rosa. Me acerco a la distancia del brazo. Algunos me tienden los suyos para acortar el tramo; pero al soltarme de Rosa para agarrarme de la gente, lo hago con tanta fuerza y desespero que todos me vinieron encima. Entre éstos y los de atrás que me agarraban las piernas para salvarse también, se desprende el niño y se me va. Grité desesperada: ¡Cójanme al niño, auxilio se me ahoga! Pero nada, todo fue inútil. Se perdió ante mis ojos, y lo más triste, no tenía fuerzas para nadar solito, había tragado mucha agua…”
Finalmente, fueron asesinados diez niños de edades comprendidas entre los cinco meses y los doce años; dieciocho jóvenes entre los diecisiete y los treinta y cinco años, y nueve adultos, el mayor de cincuenta y un años. En total treinta y siete víctimas. Los responsables de esas muertes nunca han sido juzgados.[4]
Este crimen no fue el primero de similares características. El 6 de julio de 1980, en pleno éxodo del Mariel, la embarcación de recreo “XX Aniversario” que ofrecía paseos por el Río Canímar, en la provincia de Matanzas, fue secuestrada con una pistola por dos hermanos, Sergio y Silvio Águila, reclutas del Servicio Militar, y por un tercer joven de apenas 15 años, Roberto Calveiro. En el interior de la nave viajaba un custodio que intentó con su arma detener el secuestro, y Sergio le disparó hiriéndole en el pecho.
Existen versiones contradictorias acerca de lo que ocurrió y de cómo ocurrió. Unos dicen que el herido fue evacuado en un bote, otros dicen que murió en ese momento o con posterioridad. No se sabe tampoco si en el interior de la embarcación viajaban otras personas que pudiesen estar complotadas con los asaltantes. Al parecer pudieran viajar ese día unos 70 pasajeros a bordo, entre ellos muchas mujeres y niños, teniendo en cuenta que los hechos ocurren en pleno período vacacional.
El entonces Primer Secretario del PCC en la provincia, Julián Rizo Álvarez, dio la orden de impedir a toda costa que el secuestro tuviese éxito. Dicen que Rizo Álvarez estaba histérico. Dos unidades de guardafronteras abrieron fuego sobre la nave, y se envió una draga arenera que chocó contra el “XX Aniversario”, provocando su hundimiento. Solo se recuperaron diez cadáveres y once supervivientes.
Nunca se sabrá a ciencia cierta cuántas balsas u otro tipo de embarcaciones empleadas por miles de cubanos desesperados han sido tiroteadas por las Tropas Guarda Fronteras a lo largo de todo el período revolucionario, provocando la muerte de sus ocupantes. Seres humanos que solo querían irse de su país.
En julio de 1994 continúan las salidas ilegales. Otros 1,010 balseros logran su propósito, y se producen nuevos secuestros de embarcaciones. El día 25 llegan a Estados Unidos 78 personas a bordo de un barco pesquero, y el día 26 otro grupo secuestra la lancha que cubre habitualmente el trayecto entre La Habana y el pueblo de Regla, cruzando la bahía. Aunque es perseguida, no llega a ser abordada.
Los días 3 y 4 de agosto se producen, respectivamente, el secuestro de la lancha que conecta La Habana con el pueblo de Casablanca, y nuevamente se intenta el robo de la lancha de Regla, en el que muere un policía. Esta última se queda sin combustible a casi 30 millas, y todos sus ocupantes son apresados.
  
El 5 de agosto de 1994 una creciente masa de jóvenes comenzó a congregarse frente a los atracaderos de las lanchas que cubren el trayecto entre el litoral habanero y los vecinos pueblos de Casablanca y Regla, al otro lado de la bahía, guiados por el rumor de que nuevamente algunas embarcaciones iban a ser conducidas a los Estados Unidos. Lo que en un principio era un intento individual de escapar, se fue convirtiendo en una manifestación de protesta con visos de revuelta popular, que se conoció después como “el Maleconazo” porque tuvo lugar fundamentalmente en la zona del Malecón habanero.
No dudo de la autenticidad y de la indignación de los manifestantes (conozco personalmente a varios participantes) pero nunca he estado muy seguro de la espontaneidad de aquella manifestación. Las consecuencias ulteriores recuerdan sospechosamente al modus operandi del Mariel, y el escenario en que se desarrolló es demasiado perfecto desde el punto de vista operativo para reprimir una revuelta.
El epicentro se desplaza (como guiado por el flautista de Hamelin) por la Avenida del Puerto desde el punto inicial hasta una zona restringida y muy bien localizada, un tramo de calzada de apenas un kilómetro de largo y 25 metros de ancho, alejada de cualquier centro estratégico desde el punto de vista económico o político; limitada al norte por el mar, con amplios accesos en los extremos (el Paseo del Prado al este, la calle Belascoaín y el propio Malecón al oeste) controlados rápidamente por las tropas del MININT según se puede ver en Internet en las imágenes filmadas; con otra arteria de cuatro carriles justo al centro (la calle Galeano) que facilita una intervención directa en cuña, y otra de similares características en paralelo (la calle San Lázaro) que permite el desplazamiento de los dispositivos antidisturbios y de las fuerzas de choque; con suficientes salidas a lo largo de todo el tramo a través de calles transversales más estrechas, que permiten la huída e impiden que se produzca el efecto de acorralamiento de la masa. Ya hace muchos años que no creo en las casualidades.
Muchos residentes en la propia capital, alejados del escenario de los hechos, no se enteraron hasta varias horas después cuando ya todo estaba controlado. Lo sé porque así me lo han contado. Lo que algunos comparan ahora (en mi opinión desproporcionadamente) con las revueltas del mundo árabe, se convirtió en una demostración de fuerza del régimen, donde la represión la llevó a cabo “el pueblo revolucionario enardecido” representado por las huestes del Contingente Blas Roca Calderío, armadas con cadenas, cabillas, y tubos, con el “apoyo” de las fuerzas del MININT.
Ello le permitió al Comandante salir a “tomar la calle” en plan chulo, haciendo gala de una “guapería barata” como se diría en Cuba, reclamando para sí las piedras que habían lanzado los manifestantes (ya dispersos o detenidos) desde la absoluta seguridad de que ello no ocurriría de ninguna manera, y acompañado además de una nutrida representación de las Tropas Especiales.
Apenas un día después, Fidel Castro anunció que ninguna institución armada impediría la salida del país de todo aquel que quisiera irse. Inmediatamente comenzó la construcción de balsas rústicas con toda clase de materiales que reuniesen una condición imprescindible: la flotabilidad. Eso incluía desde barriles de petróleo vacíos y sellados, láminas de poliuretano o puertas de madera, hasta las típicas cámaras de camión o de tractor infladas, y recubiertas con redes de pesca o similares para poder unir varias entre si.
Sin ninguna experiencia y sin recursos, algunos de aquellos artefactos se deshacían en pedazos apenas tocar el agua, para suerte de los improvisados argonautas que los habían construido. Otros sin embargo fueron víctimas de la fragilidad de sus embarcaciones en medio de la travesía, y si no tuvieron la dicha de ser recogidos por un guarda costas norteamericano o auxiliados por otros balseros, murieron ahogados o devorados por los tiburones. De la misma forma que se vivieron ejemplares actos de solidaridad humana, también se dieron casos de abordajes, en una trágica y frenética lucha por la vida.
Es sobrecogedora la imagen de una balsa vacía y semi deshecha, flotando a la deriva en medio del océano, o arribando sola a las costas de la Florida, conducida por las mismas corrientes que debieron llevar también a sus desdichados ocupantes hasta allí.[5] Solo en agosto de aquel año, según estimaciones, unas 27,000 personas emprendieron el viaje, de los cuales tuvieron éxito 21,300, a las que se unirían en septiembre otras 11,061. Según los datos oficiales proporcionados por la Guardia Costera,[6] en todo el año fiscal de 1994 (entre el 1 de octubre de 1993 y el 30 de septiembre de 1994) fueron interceptados en el mar 38,560 cubanos. Algunos cálculos estiman la cifra de fallecidos durante la crisis de los balseros entre 3,000 y 5,000 personas.
Aquel verano se organizó un floreciente negocio en torno a la construcción y avituallamiento de las balsas. Se vendía a precio de oro cualquier elemento necesario para su construcción, depósitos para el agua, o incluso comida. Se llegaron a canjear automóviles y motos por una embarcación, y también se vendían los puestos en una de ellas para resarcir a los promotores de los gastos incurridos, o con la intención de dejar algo de dinero a la familia que quedaba en Cuba.
 
Poco más de una semana después del inicio del éxodo, el 15 de agosto, el presidente Clinton da la orden de desviar a los balseros recogidos hacia la Base Naval de Guantánamo y hacia Panamá, y de concentrarlos en unos campamentos de acogida en tiendas de campaña, con las condiciones de vida mínimas indispensables. En esa situación se vieron 21,000 refugiados en el primer caso, y 8,000 en el segundo.
En la base de Guantánamo se encontraron además con otras decenas de miles de inmigrantes haitianos, lo que complicaba aún más la situación. Allí estuvieron la mayoría de ellos por más de un año hasta que su situación legal quedó definida, después de una dura batalla protagonizada por un grupo de abogados cubanoamericanos.
El 25 de agosto de 1994 el gobierno de Estados Unidos aceptó sostener conversaciones sobre el tema migratorio con el gobierno cubano, las cuales se produjeron entre el 1 y el 9 de septiembre, accediendo el primero a conceder 20,000 visados anualmente a los cubanos que quisiesen emigrar. La aplicación posterior de esos acuerdos ha sido otro campo de batalla propagandístico del régimen, en el que ambas partes se han acusado mutuamente de no cumplir con lo acordado.
Finalmente, el 13 de septiembre se dio por concluido el período de gracia concedido por las autoridades de la isla para la fuga de los balseros, y los guardacostas norteamericanos comenzaron a devolver a través del puerto de Cabañas, en la provincia de Pinar del Río, a aquellos que eran interceptados.
Unos meses después, en mayo de 1995, Clinton finaliza la acogida que durante 34 años habían tenido los cubanos que se hicieran a la mar para escapar de la isla, iniciándose la polémica “política de pies secos, pies mojados”, mediante la cual solo los cubanos que logren llegar a tierra firme podrán acogerse al estatus de refugiado. No obstante, entre ese año y en lo que va del actual 2012, según las citadas estadísticas del servicio de Guarda Costas de los Estados Unidos, han sido interceptados 23,189 cubanos.
Según los últimos datos disponibles de la Oficina del Censo norteamericano, la población de origen cubano ascendía en 2010 a 1’785,547 residentes, ocupando el tercer lugar entre los hispanos, muy por detrás de mexicanos y puertorriqueños. Comparada con la cifra registrada en el año 2000 (1’241,685) en 10 años se ha producido un aumento en términos relativos de un 43,8% equivalente a 543,862 personas, lo que arroja una media anual de 54,386 nuevos residentes.
A este cifra habría que añadir un número indeterminado de cubanos que habiendo entrado a territorio norteamericano procedentes de un tercer país, aún no “han dado la cara” en espera de poder demostrar de alguna manera que llevan un año en Estados Unidos para poder acogerse a la Ley de Ajuste. En el período analizado se naturalizaron 168,000 como estadounidenses.
En la actualidad, y desde mediados de la década de 2000, el mayor número de cubanos que accede irregularmente a territorio norteamericano lo hace a través de la frontera con México. Según Diario de Cuba (27-12-2011) 46,965 cubanos pidieron refugio en los puestos fronterizos entre 2005 y 2010. En México, según los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (INEGI) en 2010 había 12,108 cubanos residentes, cifra que casi duplica los 6,647 que aparecían registrados en el año 2000.
A pesar de la cercanía geográfica, esta cifra es muy inferior a los 109,185 residentes de origen cubano que reporta España en 2011, de los cuales 52,265 estamos naturalizados. Ello significa multiplicar por 3,5 veces la cantidad de residentes que había en el año 1998 (31,223) En Cuba se han acogido o esperan acogerse a la nacionalidad española unos 150,000 hijos y/o nietos de españoles. Ello no significa necesariamente que su destino final sea España. De hecho la llegada de nuevos inmigrantes procedentes de la isla se ha ralentizado desde 2005. Un pasaporte español les proporciona movilidad, incluso para llegar a los Estados Unidos a través de otro país.
Los cubanos acceden a México fundamentalmente y de manera irregular a través de terceros países. Uno de los principales trampolines desde el que se produce el salto es Ecuador, desde que el 20 de junio de 2008 entrara en vigor una norma que eliminaba la necesidad de solicitar visas de turistas para entrar al país, pudiendo permanecer en él por un tiempo de 90 días.
Según el diario ecuatoriano “elcomercio.com” (28-03-12) en los últimos cinco años han entrado en Ecuador 106,371 cubanos hasta febrero de 2012. Dicha cantidad supera el número de habitantes de capitales de provincia como Lago Agrio, Tulcán, Guaranda o Coca. También, que se sepa, han abandonado Ecuador en el mismo período 97,923 cubanos, no sin antes haber sufrido (por más o menos tiempo y con mayor o menor rigor) tratos vejatorios o discriminatorios, y extorsiones económicas.
El sufrimiento de esos cubanos es un lucrativo negocio. Según el citado diario, el traslado ilegal desde Cuba hasta los Estados Unidos vía Ecuador tiene un coste que oscila entre los $6,000 y los $9,000 según la ruta y los medios de transporte empleados.
La extorsión comienza en el mismo aeropuerto de Quito. Un hombre contó que él y otros 15 cubanos fueron separados de la fila de pasajeros en la Aduana y llevados a otro sitio, donde un agente se les acercó y les dijo “que si no pagaban 300 dólares, que se olvidaran de entrar en Ecuador”.
Los gobiernos de Panamá y Colombia han denunciado la inestabilidad que provoca esta situación en la zona, dado que ambos países se convierten en corredores de este tráfico de cubanos.
El diario digital “cubaencuentro.com” (09-11-12) da cuenta de la llegada de 2,500 cubanos a Panamá en lo que va de año, “muchos de los cuales lo hacen enfrentándose a la selva del Darién, recibiendo picadas de animales y soportando las inclemencias de la zona”.
El periplo por tierra que describe el artículo suele ser el siguiente. Ya desde Cuba salen con una guía escrita de todos los pasos que deben seguir, a quién llamar y a dónde dirigirse. Una vez en Quito y llegado el momento, han de tomar un autobús que los lleva a Medellín, con la advertencia de que “deben tener consigo 20 dólares y algunos pesos colombianos, por si son detenidos por unidades de la policía”. Aquí nuevamente disponen de nombres y números de personas a las que tienen que localizar una vez burlada la seguridad.
 
En Colombia, les cobran 350 dólares por persona a cambio de comida, hospedaje y ayuda para cruzar a pie durante varios días la selva del Darién (límite natural entre América del Sur y América Central, situada al norte de los departamentos del Chocó y Antioquia) en dirección a Panamá, enfrentándose a todos los peligros que dicha travesía entraña, incluido el encuentro con miembros de la narcoguerrilla de las FARC. Según la guía que deben seguir, si ello ocurre han de entregarle a los guerrilleros 100 dólares, o de lo contrario los devuelven a Colombia.[7]
Ya en Panamá, deben entregarse en el primer puesto fronterizo que encuentren en La Miel. Luego de los trámites iniciales y una estancia de varios días en un albergue para inmigrantes ilegales, se les entrega un salvoconducto o permiso temporal, con el compromiso de reportarse cada 15 días.
Durante el tiempo que están en Darién transitan libremente, porque este movimiento irregular no está penado en Panamá. Incluso agradecen el trato que reciben, diferente a los demás países por los que pasan. Desde Darién se comunican con sus familiares. Algunos ya tienen comprado un boleto de avión para trasladarse a Ciudad de Panamá. En cualquier caso, aún les aguarda otro tortuoso camino hasta los Estados Unidos, también plagado de nuevos peligros y extorsiones.
Costa Rica ha denunciado que se está produciendo una llegada masiva de cubanos en su viaje desde Ecuador hacia territorio norteamericano. Son frecuentes en la prensa escrita las noticias de detenciones de decenas de cubanos en la frontera sur de este país con Panamá. Una vez allí optan por solicitar refugio, que es la figura de protección internacional que se adapta a sus condiciones.
La migración constituye un fenómeno mundialmente muy extendido que responde a causas y tendencias generales y particulares. Pero en el caso de Cuba, si me preguntaran cuál creo que es la característica distintiva, diría que los cubanos no emigran, más bien huyen de su país.
¿Cuántos cubanos están viviendo fuera de Cuba? Las estadísticas oficiales dadas a conocer en el Anuario Demográfico de Cuba 2011, editado por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información, son engañosas e insuficientes en tanto ofrecen un “saldo migratorio,”[8] pero no indican el número de personas que emigran. La serie presentada comienza en 1963, cuando ya se habían ido del país unos 200,000 cubanos entre el año 1959 y octubre de 1962. La suma de los resultados expuestos arroja un saldo final negativo de 1’250,313.
La diferencia solo entre ese número y el total de cubanos residentes según los últimos datos en Estados Unidos, es de medio millón. La otra gran pregunta a continuación es la siguiente: ¿quién ha emigrado hacia Cuba después de la revolución, por cuánto tiempo y en qué cantidad como para compensar las fugas? Los chilenos que llegaron con el golpe de estado de Pinochet se fueron en tropel. Tampoco ha sido fácil para un extranjero después de la revolución fijar su residencia en la isla, y si no que le pregunten a los saharauis. Ello tampoco era fácil para los “hermanos” del Campo Socialista en su momento.
¿A dónde van los cubanos? Pues a dónde puedan. Los Estados Unidos han sido un destino preferente, pero hay cubanos en todas las latitudes y longitudes del planeta, en toda Latinoamérica, en Canadá, en Europa, en África, en Asia y en el medio oriente. En países como República Dominicana, cuyos habitantes se juegan también la vida en el Canal de la Mona en las “yolas” (que no dejan de ser embarcaciones reales) tratando de llegar a Puerto Rico, hay una colonia creciente de cubanos que, pese a todo, viven allí mejor que en su país.
Las cifras reales de la emigración son también un secreto de estado, porque la emigración en Cuba ha tenido y sigue teniendo, ahora bajo nuevas formas, un carácter eminentemente político.
Lo que determina dicho carácter no es el posicionamiento político o la motivación personal de quién decide emigrar, ni las vías y procedimientos (que comparten en definitiva con otros emigrantes del Caribe y de todo el mundo) sino la forma en la que el gobierno ha considerado a la emigración y a los emigrantes, calificándoles durante años como traidores a la Patria y a la revolución, y ahora camuflándoles bajo la etiqueta de emigrantes económicos, víctimas de la crisis internacional y el bloqueo, que el imperialismo y la mafia de Miami quieren presentar como damnificados del socialismo, y rentabilizarlos políticamente a través de la propaganda. Pero el hecho diferencial, objetivo e innegable que determina la emigración desde Cuba, es la dictadura que padece la nación.
¿Por qué razones cientos de miles o millones de cubanos han preferido pasar un calvario como el descrito en este y en otros capítulos precedentes, para “ganarse el derecho” a vivir desterrados de su país desde hace medio siglo?
¿Quién separó a la familia, impidiéndole a unos entrar y a otros salir?
¿Qué responsabilidad tiene la clase dirigente cubana en la catástrofe económica del país, y en el mantenimiento de la misma?
¿Por qué miles de personas han enfrentado una más que probable muerte en el mar o la cárcel, antes que una vida sin esperanzas en Cuba?
¿De verdad la izquierda retroprogresista, con su habitual desprecio mal disimulado, considera a los emigrantes tan tontos o tan frívolos como para arriesgar sus vidas sólo por un espejismo, por las baratijas de la sociedad de consumo?
Tal vez los juzgan según su imagen y semejanza, con la misma ligereza y frivolidad con las que suelen juzgar a los inmigrantes que llegan a Europa procedentes de África.
Para el estado y el gobierno cubano, la solicitud de salida del país de un ciudadano ha sido (y lo sigue siendo) un acto hostil, una traición, un cuestionamiento a la superioridad moral del sistema y a sus supuestos logros; una desafección, una forma de disidencia, de hecho la única tolerada de cierta manera durante décadas, y por la que ahora hay que pagar un peaje, un impuesto revolucionario en dólares o en euros.
Los costes personales y familiares de la decisión de emigrar fueron durante años inasumibles para muchos, sobre todo si finalmente no se producía la salida. Porque una vez declarada la intención de emigrar, las consecuencias laborales y personales para cualquiera en caso de no conseguirlo fueron terribles, convirtiéndose en un estigma que le acompañaría toda su vida.
Por ello la emigración también ha constituido un mecanismo de identificación, selección y eliminación por la vía del destierro de aquellos que, por los motivos que sean, están más dispuestos a enfrentarse al gobierno aunque sea en retirada, y que poseen por tanto un mayor potencial para convertirse en opositores activos si se dieran las condiciones.
La emigración no puede ser un “derecho”. Ya sea a través de un permiso de salida o de entrada, a través de la concesión discrecional y/o “habilitación” de un pasaporte, se mantiene el control sobre la libertad de movimientos de las personas.
La supresión de los derechos es un requisito para la existencia y el funcionamiento efectivo de la estructura represiva del régimen, una condición necesaria para que se produzca la aceptación resignada de la pobreza crónica y de la carencia de expectativas, el llamado “síndrome de indefensión adquirida”. De ahí que la emigración controlada haya sido una constante, una característica sistémica propia de todos los países socialistas.
La supuesta flexibilización que trae la entrada en vigor en enero de 2013 del Decreto Ley No. 302 de 16 de octubre de 2012 en materia migratoria, que modifica la Ley 1312 de 20 de septiembre de 1976, mantiene en lo fundamental la discrecionalidad en cuanto a la autorización a viajar, en tanto establece unos criterios (difusos o muy claros, según se mire) para expedir un pasaporte, y mantiene (ahora ampliado a un plazo de 24 meses) una autorización para que un ciudadano cubano permanezca fuera de su país antes de ser considerado un “emigrado”, con todas las implicaciones que ello trae aparejadas.
Ya no es necesario el permiso de salida ni una “carta de invitación” para salir al extranjero, solo se requiere el pasaporte actualizado y el visado del país de destino. PERO no se expedirá el pasaporte, entre otras causas más o menos comunes:
  • “cuando razones de Defensa y Seguridad Nacional así lo aconsejen”;
  • por “carecer de la autorización establecida, en virtud de las normas dirigidas a preservar la fuerza de trabajo calificada para el desarrollo económico, social y científico técnico del país, así como para la seguridad y protección de la información oficial”, y/o
 
  • “cuando por razones de interés público lo determinen las autoridades facultadas”.
 
Este último apartado, referido al “interés público determinado por las autoridades facultadas”, me recuerda las jocosas explicaciones que suele darme un querido amigo para no hacer algo. Siempre comienza asegurando que tiene “diez buenas razones” para argumentar su negativa, pero que hay una que en cuanto me la diga despejará cualquier duda al respecto, y convertirá en algo irrelevante a las otras nueve: porque no le da la gana.
El conocimiento sigue secuestrado por decreto, concretamente el número 306 de 11 de octubre de 2012 “Sobre el tratamiento hacia los cuadros, profesionales y atletas que requieren autorización para viajar al exterior”, que expresa lo siguiente:
ARTÍCULO 1.- Son sujetos del tratamiento regulado en este Decreto los comprendidos en las categorías siguientes:
 
a) Cuadros categorizados como directivos superiores y directivos en los aparatos centrales de los órganos, organismos, entidades nacionales, consejos de la Administración y organizaciones superiores de dirección empresarial, así como los directivos y ejecutivos que se desempeñan en actividades vitales para el desarrollo económico, social y científico-técnico del país y en cargos con facultades decisorias sobre los recursos financieros y materiales;
 
b) graduados de la educación superior que realizan actividades vitales para el desarrollo económico, social y científico-técnico del país en los programas estratégicos, proyectos de investigación y servicios de salud;
 
c) técnicos de nivel medio especializados que realizan actividades vitales para mantener los servicios de salud y la actividad científico-técnica;
 
d) atletas de alto rendimiento, técnicos y entrenadores vitales para el movimiento deportivo cubano.
 
ARTÍCULO 2.- El tratamiento a los sujetos que se refieren en el artículo anterior es el siguiente:
 
a) Los comprendidos en los incisos a), b) y d) pueden ser autorizados, previo análisis de cada caso, a viajar al exterior por asuntos particulares. Cuando la solicitud es para residir en el exterior, son autorizados en un plazo que no exceda de cinco años naturales, desde la fecha en que se solicita. Durante este plazo se realiza el entrenamiento del relevo en la actividad vital de que se trate, en los casos que corresponda.
 
b) Los comprendidos en el inciso c) reciben similar tratamiento a lo establecido en el numeral anterior. Cuando la solicitud es para residir en el exterior, se autorizan en un plazo que no exceda de los tres años naturales, desde la fecha en que se solicita.
 
Para los sujetos comprendidos en el Artículo 1, la desvinculación del trabajo no exonera del cumplimiento de los plazos establecidos para que se autorice la solicitud de residir en el exterior.
Los graduados universitarios cuya actividad se considere vital para el desarrollo económico, social y científico técnico (¿cuáles no lo son?) y los técnicos de nivel medio especializados que realizan actividades vitales para mantener los servicios de salud y la actividad científico-técnica, requieren ser “autorizados” para viajar por “asuntos personales”, y quien le autorice puede pensárselo durante cinco años en un caso, y tres en el otro. Da igual si posee un “vínculo laboral” o no en el momento de la solicitud ¿No quedamos en que se trataba de personas que realizaban una actividad vital? ¿Por qué se aplica entonces ese criterio al que está desvinculado laboralmente?
Por último, el régimen se reserva el derecho de no autorizar a viajar a cualquier ciudadano “cuando razones de Defensa y Seguridad Nacional así lo aconsejen”. Si alguien tiene dudas sobre a qué se refiere este punto cuando alude a los conceptos “Defensa” y “Seguridad Nacional”, le remito a la lectura del Artículo No. 3 de la Constitución, que establece el “carácter irrevocable del socialismo”, y al Artículo No. 5, que consagra al “Partido Comunista como la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
Todo lo que atente de alguna manera contra el socialismo y el partido único, es válido para no permitir la salida a cualquier ciudadano. Y tampoco la entrada. Las mismas razones también se esgrimen para mantener o conceder la “habilitación” discrecional del pasaporte para los cubanos residentes en el extranjero que deseen visitar el país por tres meses, “prorrogables” previo pago, o para solicitar la readmisión como residente permanente en el territorio nacional para aquellos que salieron por “salida definitiva”, algo que tampoco se prodiga mucho.
Basta con la expresión pública de una opinión contraria (verdaderamente contraria, porque hay un tipo de crítica “Light” como la que ejerce el “exilio moderado” o cierta disidencia interna, que no solo está permitida sino que se estimula de cara al exterior) para ver seriamente comprometida la posibilidad de salir o de entrar a Cuba.
Luego, la libertad para emigrar y para regresar al país está limitada por criterios políticos e instrumentales, sin ningún género de dudas, que van más allá del reconocimiento y la “vindicación” oficial que se hace de esta hecho, en virtud de la confrontación con los Estados Unidos.
El control sobre el movimiento de las personas cobra además, en las actuales circunstancias, una especial importancia desde el punto de vista económico. El “Invasor”, periódico de la provincia de Ciego de Ávila, publicó el 28 de agosto de 2012 una entrevista realizada por Sayli Sosa Barceló al director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de la Habana, Antonio Ajá Díaz, que revela la verdadera razón que está detrás de la supuesta flexibilización migratoria, más allá de la intención cosmética para contentar a los “buscadores de cambios”:
 
“Realmente Cuba está en la capacidad, por la fortaleza del proyecto cubano, no obstante los problemas económicos que tenemos, de introducir modificaciones sustanciales en un grupo de restricciones que, de hecho, ya se han empezado a materializar. La modificación del estatus de la propiedad de las viviendas[9] y de los vehículos, por ejemplo, tiene un impacto directo en las reglamentaciones de emigración. Creo que hay otros cambios que pueden implementarse, que motiven a una migración circular, una mayor temporalidad de la emigración, a un retorno estudiado, pensado, porque el tema del retorno es complejo.
 
"Cuba debe apostar por la circularidad y temporalidad de la persona, sin que ello signifique una salida definitiva, para aprovechar las potencialidades de su población joven, profesional, como lo hacen otros países y ese es el caso de China y Viet Nam. Sin ser ingenuos políticamente, se puede pensar en esos términos”.
 
“Circularidad” y “temporalidad” de la emigración en una población secuestrada. Esa es la nueva apuesta. Las palabras pronunciadas en 1955 por Fidel Castro ante los cubanos exiliados en Palm Garden, Nueva York, citadas en los epígrafes iniciales de este libro, resuenan como una diabólica burla fraguada con casi 60 años de antelación. Ahora si que se va a resolver el problema del desempleo dejando vacío al país, manteniendo al régimen con unas remesas que servirán tanto para aliviar las carencias de la población, como para fomentar pequeños negocios en el corto plazo, mientras la casta dirigente completa su particular “acumulación originaria de capital” en parte gracias a esos mismos recursos. La sangría demográfica está al servicio de la construcción del neocastrismo. Es la quintaesencia del escarnio.

Notas
[1] No se ha probado la implicación directa del gobierno cubano en este fraude millonario, pero no deja de ser muy llamativo que según indicó en su momento el director general del departamento de Salud y Servicios Humanos, de los 10 fugitivos más buscados 7 eran cubanos. Más sospechoso aún es que se sabe que 26 acusados han regresado a residir en Cuba. El más conocido es Eduardo Moreno, acusado de cobrar dos millones de dólares de las ayudas gubernamentales, y que al parecer tiene ahora en La Habana un negocio de Dj para clubes, bodas y otros eventos. Datos extraídos de Estafadores al medicare hayan refugio en Cuba” Balance Cubano, julio 17, 2011
[2] “Sobreviviente de la Masacre relata el Hundimiento del 13 de Marzo”.- debatecuba.blogspot.es  
[3] “Testimonio de una madre sobreviviente al hundimiento del remolcador 13 de Marzo”.- memorialcubano.org
[4] La Comisión Interamericana de Derechos Humanos elaboró un informe que recoge las alegaciones del gobierno cubano y de los testigos, que fue remitido a las partes y publicado en el Informe Anual a la Asamblea General de la OEA de conformidad con los artículos 53 (3) y (4) de su Reglamento, toda vez que el Estado cubano no cumplió con las recomendaciones ni dio respuesta al Informe Confidencial Nº 16/96 de fecha 3 de mayo de 1996. Víctimas del Barco Remolcador "13 de marzo" vs. Cuba, Caso 11.436, Informe No. 47/96, Inter-Am. C.H.R., OEA/Ser.L/V/II.95 Doc. 7 rev. en 127 (1997)
[5] El rango superior estimado de víctimas en dicha travesía desde principios de la revolución hasta el año 2005 según Truth Recovery Archive on Cuba (Archivo para la Recuperación de la Memoria en Cuba) citando estudios realizados por el Instituto Oceanográfico de la Universidad de Miami e informes de la Guardia Costera de los Estados Unidos, es de 77,845 muertes.
[6] United States Coast Guard. Alien Migrant Interdiction Statistics.- http://www.uscg.mil/hq/cg5/cg531/AMIO/FlowStats/FY.asp
[7] Es muy extraño que este lucrativo negocio no esté bajo el control de las FARC, teniendo en cuenta la experiencia que posee en el tráfico de personas, y las relaciones que mantiene con el régimen cubano. En definitiva, según afirman funcionarios panameños, las sendas utilizadas por los que guían a los grupos de cubanos son las mismas que utilizan los narcos y la guerrilla.
[8] Capítulo VI.- Migraciones, Tabla VI.2 Saldo migratorio externo por sexo y tasa de saldo migratorio externo. Años 1963-2011
[9] En el tercer por cuanto del Decreto Ley 302 se declara derogado la Ley No. 989 de 5 de diciembre de 1961, que disponía la nacionalización mediante confiscación a favor del Estado cubano de los bienes, derechos y acciones de los que se ausentan definitivamente del territorio nacional, en virtud de que sus regulaciones se encuentran incorporadas a la legislación especial correspondiente. Ello significa que los que emigran pueden conservar sus propiedades o venderlas. Este es el cambio más significativo que se ha producido con diferencia.

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