Por tal que nadie olvide su irrelevancia actual, Fidel Castro recurre
a cualquier cosa. Desde creer que tiene la solución mágica para
alimentar al mundo hasta justificar un genocidio “execrable” para
agradecer la condonación de una deuda impagable.
He utilizado la
palabra “execrable”, la misma que utilizó Fidel Castro en octubre de
1976, entonces con absoluta razón, para calificar el criminal atentado
contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación sobre el mar Caribe, que costó
la vida a 73 personas. Execrable derribar en pleno vuelo un avión de
Cubana de Aviación en 1976. Execrable hacerlo en 2011 con un avión de
Malaysia Airlines, que costó la vida a 298 personas. Execrable derribar
en 1983 al vuelo 007 de Korean Airlines sobre la Unión Soviética, donde
murieron 269 personas. Execrable colocar la bomba que en 1988 derribó el
vuelo 103 de Pan American sobre Escocia y provocó la muerte de 270
personas.
No puede ser “execrable” en unos casos sí y otros no.
Los “revolucionarios” que hablen de dialéctica. Yo hablo de absoluta
desvergüenza. No hay terroristas buenos y terroristas malos. Hay
terroristas, genocidas, asesinos, criminales. Así de sencillo.
¿Cómo
explicar la declaración de Fidel Castro de que el avión fue derribado
“mientras volaba sobre el territorio de Ucrania, por la ruta bajo el
control del gobierno belicista del rey del chocolate, Petro Poroshenko”?
Lo de siempre: pretende desacreditar al adversario al llamarle “el rey
del chocolate”. ¿Y Fidel Castro qué es? ¿El rey del marabú o el rey de
la moringa?
Todavía se cree que él es “Cuba”. Cuando aun se
investiga la tragedia, tuvo la procacidad de escribir: “Cuba (…) no
puede dejar de expresar su repudio por la acción de semejante gobierno
antirruso, antiucraniano y proimperialista”.
Sin salir de Punto
Cero, solamente con noticias y papeles, sabe más que investigadores
sobre el terreno y los más sofisticados sistemas de inteligencia de los
países más desarrollados. Y acusa directamente a Ucrania, sin la más
mínima evidencia. Dice lo que ni Putin ni sus “rebeldes” en territorio
ucraniano se han atrevido a decir.
En medio de su delirio, salta
al conflicto israelí-palestino, acusa a Israel y a Obama, y proclama:
“conozco que un combatiente dispuesto a morir puede defender hasta las
ruinas de un edificio mientras tenga su fusil, como demostraron los
heroicos defensores de Stalingrado”. Lo conocerá porque lo ha leído o ha
visto imágenes, porque su actuación personal como combatiente nunca fue
precisamente así, sino todo lo contrario.
Y falsifica
históricamente al referirse a los palestinos: “Deseo solo hacer constar
mi solidaridad con el heroico pueblo que defiende el último jirón de lo
que fue su patria durante miles de años”. Falso. El “pueblo palestino” y
la “patria palestina” los inventó en 1967 el terrorista y corrupto
Yasser Arafat. ¿Y los judíos qué? ¿Está al corriente Fidel Castro que el
calendario judío va por el año 5.774? ¿Está al tanto que al comenzar la
era cristiana ya los judíos contabilizaban 3.760 años de historia, sin
que un solo “palestino” hubiera aparecido por algún lugar? ¿Que cuándo
comenzó la expansión árabe por el mundo hace catorce siglos el
calendario judío marcaba el año 4.392?
Sé perfectamente que este
artículo recibirá virulentos ataques, más de los habituales. Además de
los miserables al servicio del régimen, que a falta de argumentos
intentan descaracterizar a quien escribe y expresa sus ideas en un país
libre, se sumarán aquellos infelices, no pocos, que aunque no vivan en
Cuba llevan en su alma un pequeñito Fidel Castro y les duele que señalen
alguna veleidad del invencible comandante de los mil fracasos, al que
identifican y confunden con “Cuba”, “los cubanos”, “la patria”, “el
pueblo”, “la revolución”, y “el socialismo”.
Pretenderán también,
como siempre, desviar los comentarios a temas que no tengan nada que ver
con lo que se analiza: es su estilo, especializados en denigrar y
acusar, odiar y envidiar, incapaces de crear riquezas, proponer ideas
nuevas, resolver problemas, mostrar logros. Siempre tan repetitivos,
sosos y aburridos como un discurso de Machado Ventura.
Curiosamente,
nunca un “revolucionario” ha logrado ser “rey del chocolate” ni de nada
positivo. Siempre reyes absolutos de la bobería, la mentira, la idiotez
y la desvergüenza.
Condenemos la execrable provocación insólita.
No la que pretende Fidel Castro acusando al democráticamente electo
presidente de Ucrania, sin disponer de una sola prueba, de ser culpable
del derribo de un avión civil sobre territorio ucraniano.
Condenemos
inequívocamente el execrable intento de mentir para justificar a
genocidas y criminales y defender mezquinos intereses de dictaduras sin
futuro.
Que es lo que está haciendo Fidel Castro en este asunto.
Una conducta verdaderamente execrable.
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