lunes, julio 07, 2014

Emilio Ichikawa » CUBA: Cambios en el cambio de régimen

A las 6:22 de la tarde del 31 de julio del año 2006 Fidel Castro hizo seis Delego con carácter provisional mis funciones como…que mostraron el inicio de un traspaso de poder hacia Raúl Castro que se consumó el 24 de febrero de 2008, con la proclamación oficial de este como Presidente de Cuba por la sesión constitutiva de la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
En su discurso de aceptación ese mismo día, entre llamados a la “unidad” y al respeto de la “institucionalidad”, Raúl Castro apostaba por iniciar un proceso de “desregulación” que comúnmente hemos llamado, por economía del lenguaje, “reformas raulistas”.
Un proceso “desregulador” bismarkiano, lanzado desde arriba como programa de gobierno, podía interpretarse justificadamente como un proceso de “cambios en Cuba” desde cualquiera de las definiciones de partida que se tuviera del fidelismo: Dictadura, sistema totalitario, democracia atípica, tiranía, comunismo, caudillismo, etc.   
El estrenado Presidente Raúl Castro dijo entonces frases como En diciembre hablé del exceso de prohibiciones y regulaciones, y en las próximas semanas comenzaremos a eliminar las más sencillas. Curiosamente, como texto, es una reivindicación de “derecha” que puede suscribir el Tea Party.
Por supuesto, los anuncios de cambios y la posibilidad de reformas desreguladoras no dejaron de despertar recelos y escepticismo, ya que el propio Raúl Castro insertaba en sus anuncios frases desalentadoras como esta: “La supresión de otras regulaciones, aunque a algunos pueda parecer sencillo, tomará más tiempo debido a que requieren un estudio integral y cambios en determinadas normativas jurídicas, además de que influyen en algunas de ellas las medidas establecidas contra nuestro país por las sucesivas administraciones norteamericanas.”
Más que sobre la liberalización de la economía, hubo sospechas sobre la reforma migratoria, que efectivamente fue más tardía. En fin de cuenta la introducción del capitalismo en un contexto comunista tenía antecedentes en la historia del bolchevismo en el poder y de la propia Revolución Cubana; donde constaba, con mucha certeza, que podía ser reversible.
En el 2008 la campaña crítica hacia las llamadas reformas o cambios en Cuba estuvo dirigida, creo que correctamente, a crear dudas sobre la capacidad e incluso la honestidad de Raúl Castro acerca de dichas reformas. Sirvió para eso el levantamiento del pasado radical del hermano menor, a quien se considera el verdadero anti-capitalista, antinorteamericano y comunista del Movimiento 26 de Julio. ¿Cómo iba a ser Raúl Castro, precisamente él, quien avalara un proceso de acumulación originaria del capital en el Primer Territorio Libre de América? (Es los dos sentidos del título).
Se trataba de una situación de libro de texto: Raúl Castro estaría impedido por definición de hacer reformas y permitir la acumulación de bienes entre una parte de la población, porque eso sería una bomba de tiempo contra el comunismo austero. El que empieza ganando mil dólares quiere ganar 10 mil, luego cien mil y más tarde millones. Y un millonario en una sociedad comunista es el más contundente de los disensos.
Ahí están todavía a mano, en la memoria, los “viejos” pero cercanos proyectos de creación y estímulo de micro empresas y micro créditos para quitar “pausa” y revertir la reforma raulista contra sus propios gestores.
Sin embargo, al cabo de más de seis años hemos podido asistir al parto y exhibición en sociedad de un sector empresarial relativamente exitoso (en términos cubanos). Un grupo “proto clasista” que acumula inmuebles, viaja por el mundo, colecciona arte, abre cuentas bancarias, rueda autos o carros cómodos, cena fuera de casa varias veces a la semana, conoce y bebe vinos de marca, practica deportes exóticos, etc.
No sería exacto calificarles como kiosqueros, timbiricheros o meroliqueros. Son propietarios de medios de producción y servicios (el capital lo hacen básicamente en la esfera de la circulación) y empleadores de mano de obra. Lo mismo camareros, choferes, mucamas, que informáticos recién graduados en la UCI.
Pero ese sector empresarial exitoso, “triunfador” en el escenario de las reformas raulistas, no ha evolucionado políticamente según lo previsto. Lejos de ser un grupo tendiente a socavar los pilares de la sociedad comunista, su misma racionalidad económica lo ha llevado a concluir que en vez de contestar el status quo, es preferible adaptarse a él.
No busca desplazar al funcionario comunista, sino establecer relaciones y pactos con él.
A diferencia de los magnates de Boris Eltsin que pretendieron hacerse con el poder político del Partido; el empresario de las reformas raulistas se conforma con que el funcionariado le ampare.
Aunque se les ha visto desfilar en la Plaza de la Revolución el 1ro de Mayo, un ejemplo más reciente lo da el periodista  Antonio Raúl Oliva Leyva en un artículo publicado el jueves 3 de julio (2014) en Periódico 26
 Resulta que los “portadores de capitalismo” del negocio de la renta de inmueble en Las Tunas, lejos de conspirar contra el establishment comunista, participan en plenos de la CTC, se sindicalizan y hasta intercambian regularmente con el Secretario Provincial del Partido Comunista.
¿Qué consiguen a cambio? Uno de los entrevistados por Periódico 26 lo dice claramente: se han eliminado conflictos con Vivienda e Inmigración”.
Ojo con la precisión de este singular pragmatismo: “Vivienda” e “Inmigración”, las dos oficinas esenciales para quien desea desarrollar un negocio de hotelería o renta habitacional en Cuba.
En resumen: Todo parece indicar que el nuevo empresario cubano, emergente de las reformas raulistas, no va a contribuir de momento a la consumación de un cambio de régimen en la isla.
¿Significa esto que la introducción de formas de capitalismo en Cuba no generó al sujeto o actor que potencialmente pueda servir para cargarse a la Revolución Cubana, al “continuismo”, el castrismo o como se le quiera llamar?
De ningún modo. Ese sujeto de cambio de régimen está efectivamente en la empresa capitalista emergente… Solo que no se trata del dueño, del pequeño o mediano empresario-propietario, sino de sus empleados o sus desahuciados.
Es decir, el sujeto de cambio de régimen que aporta la reforma raulista no es el “triunfador” sino la “víctima” de la reforma, el “escachao”, el desplazado en la competencia o desactivado por el gardeo fiscal de la ONAT.
Por eso no es raro encontrar que los mismos defensores del naciente empresario capitalista cubano de hace seis años, se reciclen ahora como defensores de la mayoría menos beneficiada; o perjudicada. De “los pobres”, que es el socionazgo que erotiza a la retórica cubana.
Este proceso obliga a un ajuste propagandístico en la definición del rol de Raúl Castro dentro de su propia reforma. Si Raúl Castro fue vendido hace 6 años como el enemigo de la clase empresarial capitalista emergente en Cuba, ahora deberá ser redefinido como su cómplice.
Es decir: Habría que trabajar la imagen de Raúl Castro y el “nuevo rico” cubano como los grandes explotadores, e intentar tirarle “las masas” encima.
¿Puede esto tumbar o cambiar el régimen castrista? No necesariamente. Pero sin dudas podría provocar el vuelo de eso que el empresario Carlos Saladrigas llamó en su conferencia del 28 de junio (2014) en FIU los “cisnes negros”: unos acontecimientos incontrolados, que precipiten una serie de efectos que puedan conducir (al costo que sea) al objetivo deseado.
EXCURSO sobre la Iglesia Católica: Ha transcurrido un lustro. Los estudiantes de cursillos de economía y administración de negocios promovidos por el Centro Cultural Félix Varela de la Arquidiócesis de La Habana, por la Universidad de Murcia, la Universidad de La Habana, etc., se han graduado. Supongamos que no solo se han graduado, sino que hasta han triunfado en los negocios que ellos mismos han creado o asesorado.
Como señalé anteriormente, ese éxito lejos de provocar un “cambiazo” en la estructura de poder en Cuba la ha consolidado. Digo “cambiazo” porque otros cambios de menor nivel y expectativa, efectivamente se han producido.
No caben dudas que los invitados de la Arquidiócesis de La Habana con el pretexto del “grupo para-editorial” Espacio Laical jugaron un papel en todo este proceso. Un proceso que dio lo que podía dar y ahora cierra. La Iglesia Católica estaba condenada a realizar la misma  apreciación que la gran mayoría de los observadores. Fue elitista, pensó que los empresarios capitalistas eran el elemento democratizador o aperturista de la política cubana, cuando en verdad se trataba del trabajador de fila y el “lumpen” asociado a la nueva economía de mercado.
La Iglesia Católica, que durante casi una década apostó por contribuir a los cambios en Cuba a través de académicos, escritores, disidentes de lujo, empresarios cubanoamericanos, etc., sabe que ahora el proceso es más de base, más humilde y popular. Ya no necesita laicos sacando Maestrías y Doctorados sino activistas sensibles en los barrios, en los campos, en las ciudadelas de oriente. Su desvelo dejan de ser los viajes a Cuba para ocuparse mejor de las viejas en Cuba.
El llamado “truene” a los antiguos comisionados de Espacio Laical no fue obra de Caridad Diego, de José Ramón Balaguer, o del Cardenal: Fue un menester de la época histórica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario