Roberto Álvarez Quiñones
En Cuba, los hermanos Castro no quieren libertad económica para sus
ciudadanos, sino edificar una nueva burguesía cívico-militar que
trascienda la partida biológica de ellos dos. Ya se gesta la futura
aristocracia postcomunista integrada por los familiares de ambos
hermanos, y de los generales, coroneles, y los máximos jerarcas de la
nomenklatura. Ellos van conformando paulatinamente un entramado mafioso
de mercado, al estilo postsoviético, aunque con mucho mayor protagonismo
militar.
Por eso se entrenan como gerentes de las únicas industrias y actividades que son rentables, o que podrían llegar a serlo, casi todas ya manejadas por el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR).
Un adelanto del futuro de los militares en Cuba es el Grupo Corporativo GAE, perteneciente al MINFAR y al Ministerio del Interior. El GAE opera restaurantes, hoteles, instalaciones turísticas, transporte aéreo, marítimo y terrestre, más de 300 tiendas recaudadoras de divisas (las “shopping”) y otros muchos establecimientos. Tiene tentáculos bancarios por todo el mundo y emplea en la Isla a miles de trabajadores. Lo peor es que el GAE no rinde cuentas a nadie y sus ingresos no van directamente al presupuesto nacional, sino que primeramente pasan por un limbo financiero que es “ordeñado” de forma secreta por la Junta Militar (de 17 miembros) y el generalato.
Estos empresarios que en el futuro próximo pasarán de “proletarios” a propietarios, serían quienes más se beneficiarían si Barack Obama decidiese burlar al Congreso de Estados Unidos y autorizar el envío de capitales a la isla.
Por eso se entrenan como gerentes de las únicas industrias y actividades que son rentables, o que podrían llegar a serlo, casi todas ya manejadas por el Ministerio de las Fuerzas Armadas (MINFAR).
Un adelanto del futuro de los militares en Cuba es el Grupo Corporativo GAE, perteneciente al MINFAR y al Ministerio del Interior. El GAE opera restaurantes, hoteles, instalaciones turísticas, transporte aéreo, marítimo y terrestre, más de 300 tiendas recaudadoras de divisas (las “shopping”) y otros muchos establecimientos. Tiene tentáculos bancarios por todo el mundo y emplea en la Isla a miles de trabajadores. Lo peor es que el GAE no rinde cuentas a nadie y sus ingresos no van directamente al presupuesto nacional, sino que primeramente pasan por un limbo financiero que es “ordeñado” de forma secreta por la Junta Militar (de 17 miembros) y el generalato.
Estos empresarios que en el futuro próximo pasarán de “proletarios” a propietarios, serían quienes más se beneficiarían si Barack Obama decidiese burlar al Congreso de Estados Unidos y autorizar el envío de capitales a la isla.
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