Por Silvio Rodríguez.
Estoy aquí en Chile (donde según medios locales ha solicitado asilo,
Nota del Editor) muy ansioso porque lleguen las 9 para irme a Ojalá a
seguir mezclando y poniendo voces a Amoríos (no es el Ojalá de La
Habana, es otro Ojalá que tengo aquí, con la misma gente que el de
allá). No sólo me traje Ojalá. Me traje a mi familia, mi casa, mis tres
perros, mi gato y mi cotorra.
Me traje mis
calles y mis árboles, mis pájaros, mis vecinos, las cabras que pastan
en el solar de enfrene, las gallinas que comen de lo que pica el pollo
por los alrededores. Me traje La Habana, San Antonio, Jibacoa, Holguín,
Nicaro (sé que si agarro la central llego allá). Me traje a los 5, a la
preocupación de Tony por un nido de palomas que sólo ve en el instante
en que pasa por cierto lugar.
Me
traje la Revolución cubana. Prepárate Chile, que vamos a empezar de
abajo hacia arriba, con una canción dedicada a Miguel Enriquez y otra al
Che Guevara. Por ahí nos pasaremos a la otra Patagonia y rumbo norte.
Hasta la Bahía de Hudson no paramos. Cuando menos lo esperen los convido
a comer arroz frito en en Nuevayol.
(Tomado del blog Segunda Cita
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