Reuters
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Cuba sigue con lupa la crónica situación política y económica de Venezuela. Tanto el régimen comunista como los ciudadanos que malviven con apenas catorce euros de salario medio al mes y
continúan sin recuperar el poder adquisitivo perdido con el fin de los
subsidios soviéticos. Motivos de preocupación no les faltan cuando las reformas de Raúl Castro no
acaban de levantar la deprimida economía y más del 40% del intercambio
comercial de la isla está vinculado al aliado venezolano, del que depende más del 20% del PIB cubano, según estimaciones de economistas independientes consultados por ABC.
Dos décadas después de la caída de la Unión Soviética y de
las terribles consecuencias para la economía cubana, la posible pérdida
del suministro de más de 100.000 barriles de petróleo diarios en
condiciones muy ventajosas y de la contratación de miles de
profesionales cubanos, es tema de conversación en las colas del
transporte o en los desabastecidos comercios. En un escenario de «creciente descontento popular»,
según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional,
los cubanos cada vez se callan menos, pese al temor a las represalias y
la escasa información que reciben de su Gobierno.
«Puede ser peor que tras la caída de la URSS porque Cuba no tiene reservas»
Partiendo también de las estadísticas oficiales, el economista cubano Pavel Vidal —exanalista
del Banco Central de Cuba y hoy profesor de la Pontificia Universidad
Javierana de Cali— estimó en 9.000 millones de dólares anuales (6.500
millones de euros) los ingresos de Cuba por la exportación de servicios
profesionales (médicos, maestros, técnicos...) a diferentes países, más
de 7.000 millones de dólares (5.000 millones de euros) procedentes de
Venezuela. De los 50.000 médicos y personal sanitario cubanos repartidos
por una cincuentena de países, 30.000 trabajan en Venezuela, según
datos publicados por «Granma» y Afp.
Por último, los economistas venezolanos José Guerra y Alexander Guerrero
cifran en 8.000 millones de dólares anuales (5.800 millones de euros)
el valor de los «subsidios» a la isla en petróleo y contratos (4.500
millones de dólares por el crudo y 3.500 por los servicios
profesionales).
Los cubanos temen que se produzca otro «periodo especial»
como ocurrió tras la desaparición de la URSS. Pero hay discrepancias
sobre si las consecuencias serán tan nefastas. Los más pesimistas
sostienen que Cuba es «aún más pobre» que en 1991 y no tiene reservas (financieras, fiscales, salarios, maquinaria...). Los menos pesimistas apuntan que la economía está más diversificada y que ahora la isla produce el 50% del crudo que precisa.
Vuelta a los apagones
«Puede haber una crisis mayor que en la época en que se
perdieron los subsidios soviéticos porque el país está totalmente
descapitalizado. Las infraestructuras y las industrias están destruidas,
no hay repuestos como entonces. Vendrían los apagones y faltaría todo
lo esencial para la población», vaticina desde La Habana la
exdiplomática y periodista Miriam Leiva.
Pavel Vidal pronostica cuatro años de recesión, «con una
caída del PIB de entre el 4 y el 8%, mientras que hace dos décadas fue
de más del 30%». El experto cubano cree que «el impacto macroeconómico
no será tan duro, lo difícil vendrá con el ajuste porque hay muchas
menos reservas, sobre todo de salarios, con los que se pagó la crisis de los 90; muchas familias viven en una situación límite». Carmelo Mesa-Lago prevé «una crisis severa, pero no tanto como en la década de los noventa, porque el comercio con la Unión Soviética era del 72% frente al 43% con Venezuela».
Para evitar la bancarrota, el menor de los Castro ha puesto mucho empeño en atraer el capital con la nueva Ley de Inversión Extranjera. Con sus restricciones. Como ocurre en Cuba desde hace más de medio siglo.
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