Crece en el seno de los Estados Unidos el
llamado a la eliminación del embargo a Cuba. Personalidades de ambos partidos y
ahora también líderes religiosos norteamericanos se unen al coro de las mismas
voces de siempre. Antiguos integrantes de un gobierno que, como el de Bill
Clinton, firmaron la ley Helms-Burton hoy piden que el presidente Obama que, con órdenes
ejecutivas, viole el embargo. “Es tiempo”, dicen.
Tiempo de tolerar el abuso.
Ayer la prensa independiente cubana reportaba
la detención de más de 40 Damas de Blanco,
sólo porque iban a realizar un “te
literario”. ¡Tamaño desafío a un gobierno totalitario! Pero estas voces
que se
unen a la tolerancia sólo hablan tímidamente de libertades civiles,
derechos humanos. Impulsan el supertimbiriche ciudadano. Tienden la
mano al diálogo cuando la contraparte golpea, secuestra, prohíbe un
tímido “te
literario”, bloquea la aparición de un diario digital que unas pocas voces han
creado desde un piso 14, o expulsa a un alumno de una universidad cubana después
de revisar, sin orden judicial, su correo electrónico.
¿Qué ha pasado en Estados Unidos para que esto
acontezca?
Nada, y todo.
Cuba dejó de ser una prioridad. O lo
contrario, se convirtió en la prioridad para acercarse a los gobiernos
populistas de Latinoamérica. Un gobierno débil en la Casa Blanca. Un mundo donde
la moneda norteamericana, aún cuando es el papel que circula en los mercados,
dejó de imprimirse en Washington, y la economía adquirió un rostro asiático.
Una Europa en crisis que ya no respalda a su socio americano. Un mundo en
crisis que nos vuelve a tratar como indios con levita, como decía Martí. ¡Políticos
Z!
Oportunismos isleños también, de los embargados.
Muchos de los que hoy aplauden el
levantamiento del embargo en la isla le guiñan el ojo a la oportunidad de
convertirse en futuros empresarios, de cualquier cosa, bajo la relamida
posibilidad del levantamiento del embargo.
Un “hombre nuevo”, el único logro de la revolución
castrista. Cínico, egoísta, material hasta la médula, que sólo calcula qué
puede llevarse al bolsillo mientras le importa un rábano la dirección política y
los derechos civiles de sus conciudadanos. Algunos, incluso, hablan la neo
lengua de los derechos para calentar los motores mediáticos con vías al
bolsillo.
Empresarios del supertimbiriche raulista. ¡Neo-empresarios Z!
No se cree en nada. Las ideas de las “revoluciones”
fallecieron con aquella generación “Y”. Hoy crece la Generación Z. Esa que cree
que la tecnología desatará “libertades”, empresas, que el mundo virtual
relegará el mundo real, que vive sentada detrás de un blog, una PC, un teléfono
inteligente, una tecnología de punta. Internet es la trinchera, la calle es una
ideología antigua, dinosaurio que hay que incluir en el museo al embargo.
Hay que desintoxicarse. Desideologizarse,
digamos. El término correcto del neo-mundo Z.
La educación y el trabajo ya no son importantes
para esa generación. Degeneraron su interacción real con la sociedad,
interpersonal, para sucumbir a la virtual, esa que descubre ningún rostro detrás
de un “nick” en internet, en un mundo inexistente más allá de su adicción alucinogénica
a la tecnología.
Así creció esa generación en Cuba. Y así las
puertas a la tolerancia al abuso se abren a las nuevas alucinaciones en
Washington.
¡Adiós Cuba!
¡Bienvenidos Mr. Z!
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