(Primera de dos partes)
ENTREVISTA AL EX IDEÓLOGO DEL PARTIDO COMUNISTA CUBANO EN SEPTIEMBRE DE 1992
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LA
HABANA, Cuba. 28 de septiembre de 1992. (OEM-Informex).- Hace menos de
una semana, desde el pasado miércoles 23 de septiembre, se empezó a
extender en todo el mundo la noticia de que Carlos Aldana, ideólogo del
Partido Comunista Cubano, había sido destituido de su cargo; este hecho
suscitó una serie de especulaciones e interpretaciones a nivel mundial,
por lo que se dijo incluso que era el inicio de una "purga" en el
partido.
Para tener información de primera mano solicité y
conseguí una entrevista con el principal implicado, y durante más de dos
horas Carlos Aldana habló de todo el proceso y de su destitución, que
él llama sustitución; reconoce que cometió errores, aunque no de mala
fe, y considera la decisión de separarlo de sus funciones como
totalmente justa y consecuente, al tiempo que niega diferencias con el
líder cubano Fidel Castro; por el contrario, se reconoce y autodefine
como "fidelista".
Señor Carlos Aldana, su salida del Partido
Central causó una impresionante y espectacular información a nivel
mundial. ¿Me permite que hoy en esta charla hablemos algo de su vida
política y principalmente del motivo que originó la separación del cargo
que ostentaba en el buró político?
Estoy a sus órdenes, Señor Vázquez Raña.
Don Carlos, ¿qué edad tiene, y a qué edad se inició como revolucionario y político?
Señor
Mario Vázquez Raña, tengo 50 años, y en mi juventud ser revolucionario
era parte importante de mi generación; nosotros nacimos casi de la
adolescencia a la Revolución, es decir, tenía entre catorce y quince
años cuando nacieron en mí las primeras inquietudes políticas por la
situación del país.
Tuve conciencia del momento en el que se
había producido el golpe de Estado del 10 de marzo, y estábamos todos
bajo ese impacto, unos con más desarrollo, otros con menos, según las
influencias del Gobierno que habíamos vivido; lo que sí puedo decir es
que mi adolescencia y la Revolución coincidieron, así que yo creo que
fue el primer acto consciente y libre de mi vida.
¿Se siente usted satisfecho de los logros que ha tenido la Revolución Cubana?
Mario,
estoy feliz de haberle dedicado mi vida a la Revolución y de haber
tenido la posibilidad de continuar dedicándosela, creo que la obra de la
Revolución ha justificado plenamente todos los sacrificios que ha
costado, aunque vivimos momentos muy difíciles, posiblemente el más
crítico de todos por las razones conocidas causadas por los factores
externos que son los determinantes; se está demostrando la capacidad de
nuestro pueblo, la capacidad de nuestro estado, la capacidad del sistema
social que hemos creado para enfrentar esta situación y salir adelante.
Usted
afirma que el triunfo de la Revolución Cubana se concretó. Según su
opinión, ¿qué motivó la desaparición de la Unión Soviética?
Bueno,
Mario, a mí ya no me corresponde hablar de ese tema, ya se ha hablado
de él en varias ocasiones; hay un punto de vista del partido que ha sido
expuesto por el compañero Fidel en distintas ocasiones, que es el de
todos nosotros, sobre las causas que originaron el derrumbe.
Don
Carlos, usted ha sido catalogado como el tercero en el mandato del
Gobierno cubano. ¿Cuál fue el motivo para que lo destituyeran de su
cargo?
Bueno, a veces los mecanismos de información
internacionales crean mitos, crean ficción y después se ven obligados a
justificarlos de alguna manera, en el caso de nuestro país, de nuestra
situación, de nuestras realidades, hay muchísima ficción, muchísimos
mitos, que no siempre hemos sido capaces de esclarecer y en otras
ocasiones no hemos dispuesto de los recursos para poderlos rebatir.
Uno
de esos mitos es la idea de que durante algún tiempo se me adjudicó esa
categoría, de ser el tercero, pero todas estas afirmaciones son
totalmente ajenas a la realidad cubana, ajenas al sistema de dirección
política de nuestro país, que es un conjunto de instituciones; a cada
una de las cuales le corresponde un papel y ninguno de nosotros, ni
antes yo, ni ahora otros compañeros, desempeñan ninguna función que
tenga esa categorización, esa escala; es a la vez un poco ridículo
suponer eso.
Presumo que durante algún tiempo se estableció esa
imagen por las funciones que yo he estado desempeñando hasta ahora,
donde he sido de cierto modo exponente de la política de este país; esto
corresponde a las funciones de este cargo ejercidas en tribunas
internacionales, en eventos periodísticos y en el propio país, y eso
explica que al ocuparme de los asuntos ideológicos y al mismo tiempo de
las relaciones internacionales, y al estar obligado a un frecuente
vínculo y contacto con la prensa, se llegara a este tipo de
clasificación sin pista que no corresponde para nada con las realidades
del poder y del sistema de Gobierno en nuestro país, que obedece a
normas y principios conocidos y públicos, y que está muy lejos de ese
tipo de escalones, casi feudales.
Bueno Don Carlos, lo que sí es cierto es que a usted se le ubicaba como uno de los principales hombres en la política de Cuba.
Creo
que he sido, sobre todo, un exponente y un ejecutor de una política que
ha sido resultado de procesos con una alta participación colectiva en
la dirección y una política siempre de consenso, pero nunca fui
exponente de puntos de vista individuales, o personales ajenos a ese
consenso.
En este momento estamos trabajando el compañero
Balaguer y yo en la transición de esta responsabilidad que él va a
asumir ahora de modo fraternal, natural y lógico, que corresponde al
consenso dentro del cual nosotros trabajamos; pienso por eso que la
importancia de la gestión personal que me ha correspondido durante los
últimos años está dada por ser precisamente exponente de un consenso en
la dirección de un país y ejecutor de una política; por lo demás, he
contribuido también a esa política con criterio y formulaciones como nos
corresponde a todos, pero no hay que exagerar tampoco la trascendencia
para no darle a este cambio una significación de cambio de política que
no tiene, ni mucho menos de dificultades en el seno de nuestra
dirección, que tampoco tiene.
He escuchado información viendo la
televisión internacional, he visto a algunos analistas, o que presumen
de ser analistas, diciendo cosas que, francamente, me parecen un híbrido
de infantilismos y de incultura política, y de incultura histórica; es
el ignorar el proceso de la Revolución Cubana de una manera tan
espectacular, es el suponer que todo lo que venimos haciendo durante
años: la rectificación de errores de tendencia negativa en la que nos
vemos enfrascados y el proceso de perfeccionamiento institucional de
nuestra sociedad, que ha estado plasmado en documentos, en decisiones,
en discursos, y que ha sido el compañero Fidel su creador, su ideólogo, y
ahora de manera pública y abierta se le pueden atribuir a una persona.
Ahora
resulta que porque en este momento he cometido errores en mi trabajo y
se produce una sustitución, aparezco como una especie de profeta; eso es
una cosa ridícula, lamentable, porque pienso en cuántas personas pueden
ser desorientadas al escuchar así una versión simplista de las cosas.
Le
agradezco mucho por eso esta oportunidad de ofrecerle al público
mexicano y a la opinión pública internacional el punto de vista nuestro,
que está muy lejos de todas estas cosas truculentas y de todas estas
especulaciones que desgraciadamente en algún momento tienden a
prevalecer por los monopolios informativos que existen.
Don Carlos, ¿no tuvo usted alguna diferencia con el presidente Castro?
Absolutamente
ninguna, mi sustitución obedece a las conclusiones que ha hecho una
comisión designada por el buró político, que tomó en cuenta todos los
elementos de juicio, todos los antecedentes, todos los testimonios en
torno a un proceso que se viene dando en nuestro país desde hace unos
meses vinculados con las operaciones de una firma extranjera de medios
audiovisuales en Cuba.
Esta comisión, que ha tenido la
oportunidad de examinar todo el proceso con mucha serenidad y todos los
elementos del caso, y desde luego ha tomado en cuenta mi desempeño
personal en su análisis, llegó a la conclusión de que lo correcto, lo
que correspondía hacer era sustituirme de las funciones en que me he
venido desempeñando.
Yo le puedo decir, Mario, que si yo hubiera
sido miembro de la comisión, con todos estos elementos, antecedentes,
referencias y testimonios, con todas las evidencias que hay del asunto
en cuestión, hubiera tomado exactamente la misma decisión.
Creo
que esta decisión es enteramente justa, consecuente y una decisión
ejemplar, en el sentido de que en nuestra sociedad no hay impunidad;
cuando una persona comete errores, independientemente de su jerarquía o
de las responsabilidades que hayan tenido, debe responder en la medida
de esos errores.
Comprendo que aparte de la especulación gratuita
de que esto necesariamente signifique contradicciones con el compañero
Fidel, van a existir muchas otras interpretaciones, pero debo decirle
que los errores que conciernen a mi gestión como directivo no conciernen
ni a mi vida privada ni a mi vida familiar.
En mi gestión como
dirigente he incurrido en errores, en descuidos, en algunos casos me
extralimité en la ejecución de mis responsabilidades, incluso
favoreciendo en determinado momento este proceso al que me estoy
refiriendo en estas operaciones comerciales, lo que se convirtió en un
incumplimiento de directivas del Gobierno respecto al modo de insertar
institucionalmente estas operaciones, porque creía de buena fe que
íbamos a obtener mejores ventajas en el proceso de dotar al país de
determinado equipamiento y, evidentemente, me equivoqué, porque en todo
este asunto hay lamentablemente un timo.
Nos encontramos en un
proceso de esclarecimiento más complejo, más profundo, de este asunto
que me es ajeno, que ya no me concierne; de ahí también debo decirle -en
lo que específicamente se refiere a mi actividad de dirección- que son
aspectos que pudiéramos calificar de éticos que en la dirección cubana
pueden ser inaceptables y que no están asociados a la idea elemental de
vida disoluta, de corrupción, sino que se refieren precisamente a la
gestión y trabajo de dirección.
Sobre todo he tenido la ocasión
de conversar con los compañeros que asumieron el trabajo del estudio del
problema en un clima muy fraterno de respeto mutuo, y estoy plenamente
convencido de lo justo de esta decisión.
¿Desde cuándo empezó a trabajar esta comisión en la investigación?
Es un proceso que lleva ya algunos meses; esta última fase fue de dos meses, aproximadamente.
Don Carlos, en el fondo, ¿cuál fue el problema? ¿Son ciertos los rumores que involucran a la marca Sony?
Bueno,
yo no sé si sea prematuro hablar en detalle de este problema, no
quisiera tampoco aludir por su nombre a ninguna firma, pero lo que le
puedo decir es que esto no es exactamente con la marca, es con una
persona que nos engañó, que creímos que era una persona honorable y que
hablaba en nombre de la firma; nos timó a unos cuantos de nosotros y,
como consecuencia de ese timo, intereses del país resultaron seriamente
afectados en un momento muy crítico de nuestra disponibilidad de
divisas, de recursos.
Estamos hablando de medios audiovisuales,
de la televisión, de las salas de video en todo el país, del
equipamiento de video que se adquirió precisamente para los Juegos
Panamericanos; de ninguna manera puede asociarse este problema con una
firma, se trata de una persona que para nosotros, hoy, está bastante
establecido que se trata de un delincuente y que fuimos engañados por su
gestión en el país.
¿Usted está seguro de que no actuó de mala fe y de que no cometió un fraude a la patria?
Sobre
todo tengo la tranquilidad espiritual de que los compañeros que han
hecho este examen están convencidos de que en ningún momento hubo mala
fe de mi parte.
Claro, dentro de mí solamente puedo ver yo, pero a
mí no me basta con esta certeza que tengo de mi buena fe, sino que me
preocupa como militante revolucionario que soy qué opinión tienen de mí
mis compañeros; en este sentido, tengo la tranquilidad de que ellos en
ningún momento han puesto en duda la buena fe con la que actué.
(Continuará)
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