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Cuba necesita producir cada año cerca de mil millones de
litros de leche para autoabastecerse. De ese modo, ahorraría anualmente
más de 180 millones de dólares, al dejar de importar leche en polvo.
En la década de los 80 se sobrepasó esa cifra. El mayor récord
histórico data de 1984, cuando se alcanzaron 1 138 millones de litros.
Cinco años después, con el período especial, cayó el modelo que
sustentaba los niveles productivos, tanto de leche como de carne. Como
explicó el doctor Fernando Funes Aguilar —investigador de la Estación
Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey—, la ganadería tropical
que se practicaba en Cuba, de acuerdo con los cruces, la inseminación y
el promedio de litros de leche por vaca, quedó sepultado en medio de las
escaseces.
«La masa de ganado vacuno, que llegó a más de siete millones en los
primeros años de la Revolución, bajó a menos de cuatro millones de
cabezas. El golpe por el cambio de alimentación fue contundente e
incidió de manera notable en la depauperación de esta importante rama
agrícola.
«Eso trajo como consecuencia que se redujera la producción de leche
de 1 100 millones de litros a 400 millones. En 2004 llegó a tocar fondo
con la producción de 340 millones. También se redujo la producción de
carne de 300 000 toneladas a 100 000 cada año.
«Para analizar la ganadería en la actualidad hay que tener en cuenta
que el ganado vacuno estaba fundamentalmente en manos del sector estatal
en 1989. Este poseía el 75 por ciento de esa masa, y el 25 por ciento
pertenecía al sector privado y cooperativista. En 2004 mermaron las
cifras del Estado, y el 75 por ciento pasó a manos privadas y a
distintas formas de cooperativas».
El Doctor Funes, quien en 2012 mereció el Premio Nacional de la
Asociación Cubana de Técnicos Agropecuarios y Forestales, señaló que en
1991 la utilización de piensos en la ganadería vacuna bajó a la mitad,
en relación con el empleado en la década de los 80, y en los años
subsiguientes fue hasta 15 veces menor.
Las mieles finales, provenientes de la industria azucarera, se
redujeron al 90 por ciento en los primeros años del período especial, y
después a menos del 50 por ciento. Han faltado las sales minerales,
harina de pescado, urea y otros recursos para la alimentación animal,
así como la disponibilidad de maquinaria, combustible, piezas y
neumáticos, entre otros insumos que necesita la ganadería.
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