Ricardo González Alfonso
jpquin.chez.com |
LA HABANA, 14 de septiembre - La noticia nació en París, pero la
historia comenzó en La Habana. Roberto Viza Egües viajó como polizón
aéreo durante catorce horas en el contenedor de una nave de la Air
France. La presión atmosférica, el
frío intenso y la incertidumbre lo acompañaron aquel 13 de agosto del
2000. El jueves 31 Francia lo deportó golpeado y esposado. El 2 de
septiembre cumplió 26 años en un calabozo de Villa Maristas, cuartel
general de la Seguridad del Estado cubana. El 5 de ese mes
salió en libertad. ¿En libertad?
Habíamos concertado la entrevista para las 10 de la mañana. Roberto
llegó puntual. Tenía un taponcito de algodón en su oído derecho,
secuela de la golpiza que le propinó la gendarmería gala. Ya en mi
cuarto-estudio converso con Viza Egües.
La Fuga
- ¿Por qué intentó salir de Cuba de un modo tan arriesgado?
- Por mi situación. Pertenezco a un grupo defensor de los derechos
humanos: el Movimiento 24 de Febrero. Participé en muchas actividades y
me sentía presionado. Quería marcharme de la Isla, como lo hice... o en
una balsa.
- ¿Aquella noche del 12 de agosto hubo alguna circunstancia que
favoreciera que usted burlara la vigilancia policiaca del Aeropuerto
José Martí?
- Sí. Gracias a Dios llovía mucho. Todo estaba tranquilo. No habían
postas. (En el asiento Viza encorva el cuerpo, mira para ambos lados).
Brinqué una cerca. Corrí hasta una mata. Me acerqué al avión. Traté de
entrar en el primer contenedor
que vi. No pude, pero sí en el segundo.
- ¿Qué hora era?
- Un poco más de las ocho de la noche. A eso de las 12 despegó el avión.
- Ya en pleno vuelo, ¿qué sintió en el depósito de equipajes?
- Imagínese, desesperación; no sabía qué me podía pasar. Todo estaba
oscuro. Seguía empapado y hacía mucho frío. Más o menos a las tres horas
comencé a sangrar por la nariz. Llegué a Francia lleno de sangre.
La esperanza
- ¿Quiénes y cómo lo descubrieron? ¿Cómo lo recibieron las autoridades francesas?
- Trasladaban el contenedor. Lo golpeé (Ahora Viza abre los ojos,
tanto, como si atrapara otra vez aquella claridad, y prosigue). Dos
almaceneros lo abrieron, me sacaron y cargaron, pues yo no podía
caminar. Me brindaron un buen trato, se preocuparon por mí. Entonces
llamaron a la policía. Los agentes fueron amables, me llevaron a un
campamento de refugiados donde había indios y africanos, y después a un
hospital.
- ¿Se interesó alguien por usted?
- Sí. Me llamaron por teléfono muchos cubanos que viven en Francia,
como Lázaro Jordana, presidente de Cuba Democrática; Jorge Luis Arce,
quien era periodista independiente en Cuba, y un francés, Laurent
Muller, presidente de la Asociación Europea por
una Cuba Libre, a quien estoy muy agradecido.
- ¿Cómo y cuánto tardaron las autoridades francesas para decidir su deportación?
- Me llevaron tres veces a corte. La última fue la de apelación. Se
determinó que permaneciera en el campamento para refugiados hasta que me
liberaran, pues mi caso sería atendido. Allí podía permanecer 20 días.
El penúltimo la policía
me sacó.
¡A Cuba no!
Roberto Viza comienza a sentirse tenso. Indago. ¿Qué ocurrió a partir de aquel momento?
- Los agentes me dijeron que tenía que ir al aeropuerto a firmar un
documento. Me engañaron. Aseguraron que después yo estaría libre, que
podía llamar entonces a las organizaciones de cubanos en Francia.
- ¿Y?
- En el aeropuerto me esperaban muchos policías. Una traductora me
dijo que aquel papel que firmé era para regresar a Cuba. Me negué. Había
salido ilegalmente de mi país y arriesgando mi vida. Expliqué que si
regresaba iba a ser sancionado (Su mirada
ahora suplica, como si yo pudiera rescatarlo de sus recuerdos. Se
inquieta. Alza la voz). Entonces me esposaron de pies y manos. Me
llevaron a un cuarto donde había cuatro individuos con guantes negros,
los que me golpearon. Yo grité que me dieran asilo político, que volver a
Cuba no.
A Cuba
- ¿Cómo fue el viaje de regreso?
- Esposado hasta América del Norte. Las aeromozas, el sobrecargo y
muchas personas le dijeron a una mujer y a los agentes franceses que me
escoltaban que me dieran agua, que me soltaran, que yo no era un
terrorista. Algunos pasajeros lloraban al ver mi estado.
- ¿Qué ocurrió al llegar a Cuba?
- Me trasladaron en un auto a Villa Maristas. La policía francesa me
había golpeado tanto, que me llevaron a un hospital militar. Allí me
sacaron varios coágulos del oído. Después me condujeron a la sede de la
Seguridad del Estado, y me encerraron en una
celda.
- ¿Qué tiempo permaneció allí?
- Hasta pasadas las ocho de la noche del 5 de septiembre.
- ¿Sobre qué temas lo interrogaron?
- El instructor dijo que mi salida ilegal no le interesaba, sino las
declaraciones que hice en Francia contra el gobierno cubano, y mis
actividades en la disidencia.
- ¿Cómo lo ponen en libertad?
- Me sacaron del calabozo y me llevaron al lobby de villa Maristas.
Había muchas personas, jefes políticos, coroneles. Me dijeron que yo era
un hombre libre, que no tenía problemas. Estaba sorprendido, y me
pregunté: ¿qué estará pasando?
¿Otra vez la esperanza?
- Y ahora, transcurrido unos días, ¿por qué piensa que las autoridades cubanas actuaron así?
- Cuando llegué a mi casa varias organizaciones defensoras de los
derechos humanos de Francia y de Cuba me llamaron. Supe entonces que la
prensa internacional había hecho mucha presión sobre mi caso, y que el
gobierno francés le pidió al cubano que me
liberaran.
- ¿Aún se considera usted un perseguido político?
- Por supuesto. Siempre me he considerado así.
- ¿Aunque la policía política lo haya soltado?
- Aunque me haya soltado. ¿Usted no los conoce? (Calla. Respeto su silencio. A un gesto de él continúo).
- ¿Deseas agregar algo?
- Sí. Pedir a todas las personas que me quieran ayudar que lo hagan.
Temo por mi vida y por mi familia. Yo quiero ser un joven libre.
Releo mis notas, me detengo en el primer apellido de Roberto y se me
ocurre un juego de palabras muy serio: ¿No habrá en el mundo una visa
para Viza?
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