domingo, abril 20, 2014

La cultura, cada vez más lejos del bolsillo de los cubanos

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En la fila para entrar a un concierto en el Centro Cultural Fábrica de Arte, de La Habana, Alexis Cruz, de 26 años, revisa ansioso la billetera donde guarda el monto de la entrada, 50 pesos cubanos (dos dólares), y tres CUC (que el Gobierno equipara al dólar) para beber algo.
"Pocas veces puedo asistir a estos espacios que se llevan un cuarto de mi sueldo de 450 pesos (casi 19 dólares), pero todos los precios están igual o más caros y al menos aquí escucho buena música", dice el joven abogado, reporta la agencia IPS.
La falta de opciones atractivas y asequibles de cultura y entretenimiento afecta a la mayoría de los 11,2 millones de cubanos, en un país donde el salario en el sector estatal, empleador casi monopólico, no supera los 20 dólares.
Para los deprimidos bolsillos familiares, exprimidos por décadas de crisis, es casi imposible pagar los precios de discotecas y clubes que reaniman la vida nocturna cubana tras la ampliación del trabajo por cuenta propia.
Las diferencias se hacen notar. Mientras en glamorosos bares privados de barrios residenciales como el Vedado, Miramar y Playa se divierte la emergente clase adinerada habanera, para el resto las opciones son escasas.
"Si quiero salir a bailar a un lugar bueno ahorro uno o dos meses gracias a que mi mamá hace dulces para una cafetería privada y aporta casi todo el dinero de la casa", dice Jorge Mario Rodríguez, de 24 años, residente en la barriada periférica El Palmar.
Como a otros jóvenes, a Rodríguez, cobrador de la estatal Empresa Eléctrica, le gusta el reguetón, el pop y la salsa. No es asiduo a conciertos, al teatro ni al cine.
"Esos lugares quedan en el centro y el transporte está muy malo. Cuando no hay fiesta en casa de algún amigo, trato de quedarme mirando series y películas en el DVD", explica.
Audiovisuales y música, pero no los de los medios estatales
Según varias investigaciones, cubanos y cubanas consumen preferentemente audiovisuales y música para recrearse. Más allá de lo que transmiten los cinco canales estatales, una difusión alternativa ofrece las últimas producciones de la industria del entretenimiento mundial.
Esa red informal incluye casas de alquiler y copia, puestos de venta de discos piratas —legalizados como trabajo por cuenta propia en 2010— y la venta a 50 pesos (dos dólares) de una recopilación digital de casi un terabyte de música, películas, series, telenovelas y espectáculos televisivos internacionales, conocida como "paquete semanal".
Cada martes, la sala de Laudelina Rodríguez es un hervidero de gente que copia en memorias USB lo último de la semana. Pagando entre cinco y 20 pesos cubanos (menos de un dólar), el cliente puede llevarse hasta ocho gigabytes de contenido variado.
Entre una clientela de casi 300 personas en el municipio del Cerro, la cuentapropista Rodríguez distribuye por semana unos 600 gigas y tres o cuatro paquetes completos. Según su registro, el 66 por ciento de los compradores tienen menos de 30 años.
"Lo más demandado son las narconovelas y las telenovelas mexicanas, seguidas por las series norteamericanas y los concursos de participación como La Voz Kids y Nuestra Belleza Latina, dice Rodríguez a IPS.
"También gustan las películas cubanas y los espectáculos humorísticos, pero casi nunca vienen obras nacionales, tal vez para no complicarse con problemas de derecho de autor", justifica.
Este tipo de consumo escandaliza a la élite los intelectuales oficialistas, que recuerdan que el Gobierno se empeñó por más de 50 años en construir el "hombre nuevo", guiado por valores que no fueran los del capitalismo occidental.
El congreso de la oficialista Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), celebrado entre el 11 y el 2 de abril, reclamó cuidar las jerarquías artísticas y enfrentar la banalidad en los gustos de la población.
"Tenemos que desmenuzar el 'paquete' para que la gente entienda que la están estafando", dijo el asesor de Raúl Castro y exministro de Cultura Abel Prieto, en una de las sesiones transmitidas por la televisión estatal.
Prieto reconoció en entrevista con la revista digital OnCuba la responsabilidad del Estado en lo que considera deformación del gusto popular y defendió la urgencia de crear productos culturales entretenidos.
Drástica reducción del presupuesto para cultura y freno a la iniciativa privada
En 2013, el presupuesto del Gobierno para cultura, arte y deporte se redujo en 172 millones de dólares respecto a 2012. Y solo un uno por ciento de las inversiones fueron a ese sector, según estadísticas oficiales.
Cuba tiene casi 300 cines, 361 teatros y salas, 267 museos y 118 galerías de arte. En ellas, la programación es financiada por el Estado y las entradas son subsidiadas. Pero buena parte de la audiencia queda insatisfecha porque las instalaciones están cada vez más deterioradas, la calidad es irregular, los horarios son poco flexibles y la promoción es deficiente.
El congreso de la UNEAC propuso evaluar la gestión no estatal de artistas y proyectos culturales, por ejemplo, a través de cooperativas. Pero el Gobierno tiende a reaccionar con restricciones a las iniciativas autónomas, como muestra el cierre de las salas de cine en 3D el 2 de noviembre, con el argumento de que no se ajustaban a las actividades establecidas para el sector privado.
Pese a ser más costosos que el cine estatal, esos negocios lograron en poco más de un año despertar el interés del público por el séptimo arte y revitalizaron opciones culturales en los barrios menos céntricos.
Ulises Aquino, director de la compañía Ópera de la Calle, que reúne a 120 artistas, intentó autofinanciarse con presentaciones en su restaurante privado El Cabildo. Pero el Gobierno se lo clausuró en 2012 por supuestas irregularidades de gestión.
"Cubríamos nuestros gastos personales y financiábamos nuestras producciones artísticas", dice Aquino. "Pero (las autoridades) se asustaron cuando medios de prensa internacionales dijeron que había construido un imperio al mejorar el nivel de vida de nuestros artistas", asegura.
Ahora, Ópera de la Calle depende del presupuesto asignado por el Consejo Nacional de Artes Escénicas, que no garantiza la reparación de equipos, instrumentos musicales ni vestuarios, ni asegura las meriendas y el trabajo comunitario.
Para la economista y experta en cultura Tania García las gratuidades culturales no son "indebidas", porque cuando se cubren los gastos de espectáculos a bajos precios se invierte en crecimiento humano.
En el último quinquenio, el arte aportó entre 4,3 y 4,7 por ciento del producto interno bruto. Pero a eso hay que agregar, según García, el valor de las exportaciones y los impuestos a los ingresos personales de los artistas.

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